Jalisco

Dona riñón al hijo que conoció por teléfono

A pesar de las complicaciones en su salud, Nórica del Toro decidió ayudar la vida de su hijo adoptivo

GUADALAJARA, JALISCO (06/JUN/2016).- Ni el cáncer de ovario que Nórica del Toro padeció cuando tenía 19 años, ni la sugerencia médica para que abandonara la idea de donar su riñón la vencieron. Quien necesitaba el órgano era Jorge, su hijo, a quien tenía menos de dos meses de haber conocido por teléfono desde una casa hogar.

Ella y Jorge Camarena, su esposo, habían concluido los trámites de adopción para llevar a casa a Mía, su primera “hija del corazón”. Meses después hablaban por teléfono con sus abogados para concretar la segunda adopción y, cuando éstos se descuidaron un instante, su próximo hijo, Jorge, logró arrebatarles el aparato para hablar con la pareja. “Desde ese momento supe que también él era mi bebé”.

Pero Jorgito, quien en 2013 tenía tres años, comenzó a flaquear en salud. A menos de un mes de convivir con él se convulsionó. Por eso lo llevaron al médico y le practicaron exámenes, que confirmaron un cuadro complicado: insuficiencia renal crónica. Requería de urgencia de un trasplante de riñón.

Ambos padres se enlistaron en el protocolo. Jorge Camarena fue rechazado porque su tipo de sangre era incompatible. Nórica, por el contrario, es donadora universal. Libró el primer filtro, pero los médicos le recomendaron que desistiera: las dosis de quimioterapia que recibió en el pasado le habrían causado estragos. No sucedió así.

“Fue una sorpresa: me empezaron a hacer el protocolo y en todo iba saliendo bien. ‘Esto es increíble’, me dijo la doctora. ‘Tus riñones están súper bien, en el punto exacto para la donación’. Allí fue donde dije que yo iba a ser la donante”.

En el proceso, la salud del pequeño empeoraba y requirió ser dializado. Eventualmente lo internaron en un hospital privado y los gastos fueron absorbidos por su padre.

“Me dedicaba a sembrar maíz en Santa Cruz del Astillero (El Arenal). Empezamos a vender tractores, implementos y algunos lotes que tenía para sacar adelante la situación…”.

Cuando todo era insostenible, recibió una oferta de trabajo en su ramo: la industria electrónica. Logró recuperar su estabilidad y, la mañana del 20 de octubre de 2013, su familia entró al quirófano del Hospital San Javier.

“Cuando desperté, lo primero que pregunté fue ¿cómo está el niño?”, recuerda Nórica. “Yo iba muy contenta. Estaba bromeando y feliz porque sabía que después mi hijo iba a estar bien”.

Así fue. Hoy, Jorge tiene seis años y logró sobreponerse a la enfermedad. Corre y salta sobre el regazo de su “madre del corazón”, quien gracias a la operación es también su madre de sangre.
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