Jalisco

— “Volveremos”

.

De Douglas McArthur —un pedante insufrible, según sus biógrafos— hay una frase celebérrima, la mar de lacónica, pronunciada después de la derrota en Filipinas, durante la II Guerra Mundial, que le ha ganado, por sí misma, la inmortalidad: “Volveré” (“I shall return”). Pluralizada (“Volveremos”) se ha convertido, para muchos, lo mismo en amenaza que en divisa... Este último, al parecer, es el caso del PRI.

—II—
Mire usted...
Uno diría que es justo, legítimo, moralmente válido, que un hombre bien nacido sepa ver, más allá del fracaso o la derrota, la oportunidad de la reivindicación... o de la revancha. Aplaudiría, por tanto, y encomiaría sin reservas la actitud de levantar la cabeza, restañar las heridas, hacer un examen de conciencia, detectar sinceramente los errores, y, a partir del propósito de enmienda (requisito, según el viejo Ripalda, para la validez del sacramento de la Penitencia), buscar la proverbial “segunda oportunidad”.

Un PRI que, reducido a la oposición luego de siete décadas de hegemonía durante la “dictadura perfecta” —magistral retrato hablado, con la firma de Vargas Llosa—, se convirtiera en crítico implacable y honesto de los gobiernos de “el cambio”, primero, y erradicara, después, los vicios —la corrupción, el mayor de ellos— que lo hicieron odioso y despreciable, merecería, en efecto, el espaldarazo de los ciudadanos para volver.

Un PRI, en cambio, que el lunes por la tarde celebra un cónclave en su búnker del  Distrito Federal, y a la salida, en entrevista de prensa, anuncia (en voz de Rubén Moreira, candidato a la gubernatura de Coahuila) que la reunión sirvió para establecer la consigna de “ir por la Presidencia de la República” y “aplastar al PAN” el año próximo, denuncia una altura de miras tan miserable y ruin como la del candidato panista a la primera magistratura (“de cuyo nombre...”) que se propuso como suprema, honorable y generosa consigna,  “sacar al PRI de Los Pinos”.
En uno y otro caso, nada que tuviera que ver con el bienestar del pueblo (meta suprema, se supone, de un político decente, si lo hubiera); nada emparentado con la “justicia social” machaconamente aludida en la Declaración de Principios del PRI, ni con “la patria ordenada y generosa” de los panistas... Todo se reduce a aplastar al rival para encaramarse sobre su cadáver, como aves de rapiña.

—III—

Hay una frase de Cioran que queda a la medida, como lápida, para esos engendros: “Vivir: especializarse en el error”.
Síguenos en

Temas

Sigue navegando