Jalisco

— “¡Engarrótensenme ’ai...!”

Uno de los últimos gobernadores priistas de Jalisco decidió que debían tomarse 'medidas urgentes'

Cuando el dinosaurio priista (por el que hoy —¡quién lo hubiera dicho...!— suspiran tantos) daba sus postreros estertores, ante la posibilidad de que la Zona Metropolitana de Guadalajara confrontara problemas de abasto de agua para sus habitantes en un futuro próximo, hubo una caricatura de decreto, que del discurso no pasó... Uno de los últimos gobernadores priistas de Jalisco decidió que debían tomarse “medidas urgentes” para parar en seco el crecimiento de la ciudad y la multiplicación exponencial de sus moradores...

Cundió el pánico. Y no era para menos: ¿Qué “medidas urgentes” —y eficaces, además— podrían tomarse para aplicar el “¡Engarróteseme ’ai...!”, tajante y categórico, a la tercera etapa del consabido ciclo vital (nacer, crecer, reproducirse y morir)...? ¿Cómo podría ahuyentarse la metafórica nube de “cigüeñas” que cubre el cielo de Guadalajara, hasta casi impedir que los rayos del Sol besen la tierra...?

—II—

El tema, cíclico, vuelve a ser noticia ahora que se anticipa la posibilidad de que el organismo encargado del suministro del agua, aplique “tandeos” en más de 400 colonias de la monstruosa mancha urbana... ¿Por qué?... Porque el agua disponible es insuficiente... ¿Por qué?... No tanto porque sea más la demanda que la oferta, sino porque es mucha el agua que se desperdicia, y mucha más la que se pierde en el camino desde las plantas de tratamiento hasta las casas... ¿Por qué?... Lo primero, porque el usuario está acostumbrado a que casi se le regale el líquido; lo segundo, porque las redes de distribución están envejecidas y tienen demasiadas fugas que no se reparan... ¿Por qué?... Porque las tarifas que se cobran a los usuarios son insuficientes para dar mantenimiento a la infraestructura hidráulica de la ciudad... ¿Por qué?... Porque las tarifas se aplican con criterios políticos —en la más deleznable acepción de ese vocablo, de suyo tan desprestigiado—, y no económicos.

—III—

Súmese a todo lo anterior la incapacidad de hacer obras que aseguren en el mediano plazo —al menos— el abasto de agua al monstruo insaciable de millones de cabezas, y la de aprovechar el agua que (literalmente) nos cae del cielo en cada temporal de lluvias, y se llegará a la conclusión de que si Guadalajara sigue reciclando anualmente la pesadilla de quedarse sin eso que los elegantes llaman “vital líquido”, no es porque sus fundadores se hubieran equivocado al asentarse ahí, sino por la impericia contumaz de quienes dizque la gobiernan.

JAIME GARCÍA ELÍAS / Periodista y conductor radiofónico.
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