Jalisco
— Chistorete
En la cantina, un tipo ponderaba las virtudes de su caballo...
—II—
En la cantina, un tipo ponderaba las virtudes de su caballo...
—Fue una suerte habérmelo encontrado. Es bueno para todo: para carreras parejeras, para las charreadas, para el rejoneo y las escaramuzas charras. Para las labores del campo, de lo mejor que se haya visto. Para pasear, los domingos, con esa estampa, es un cromo. Además, tan noble que cualquier dama puede montarlo. En cuanto a los niños, los adora: lo montan, lo hacen bailar...: hacen cuanto se les ocurre.
Uno de los circunstantes se atreve a interrumpir:
—Amigo, le compro su caballo.
—¿Usted cree que voy a vender a ese caballo al que puede mandar al mercado con la lista del mandado y un monedero, y que él hace las compras, puesto por puesto, y regresa con el cambio completo?
—Amigo, le ofrezco un millón de pesos por su caballo.
—Señor, me ofende: ¿Un millón de pesos por un caballo que, además, cuida la casa mejor que un doberman, recoge el periódico, me lleva el desayuno a la cama, y con un poco de alfalfa al día se da por bien servido?
—¡Cinco millones...!
Para abreviar: se hizo la venta en cinco millones.
Al paso del tiempo, los dos tipos vuelven a encontrarse.
—Amigo —dice el comprador—, usted me engañó: su caballo es un bueno para nada; corre como anciana reumática; en el lienzo les tiene miedo a las vaquillas; repara y se encabrita cuando uno trata de montarlo... Lo único que sabe hacer es comer como un descosido y dormir como un bienaventurado.
—Señor —interrumpe el vendedor—, por el dinero que me pagó tiene derecho a que le dé un consejo: no hable mal del caballo... porque así no podrá venderlo.
—III—
Moraleja de la historia: no hablen mal del Macrobús quienes ya comprobaron que tampoco en el aspecto económico era la maravilla que se les prometió, porque así no encontrarán incautos que quieran invertir en las siete y ocho líneas que —según el proyecto original— aún están pendientes.
JAIME GARCÍA ELÍAS / Periodista y conductor radiofónico.
Síguenos en