Internacional

Isabel II: 60 años de reinado sin festejo

La conmemoración de la llegada al trono de la reina trae, de la mano, el recuerdo de la muerte de su padre

LONDRES, INGLATERRA (04/JUN/2012).- Isabel II nació en Londres el 21 de abril de 1926. Era la tercera en la línea de sucesión al trono, pero una serie de acontecimientos inesperados hicieron que se convirtiera en reina a los 25 años, en febrero de 1952. Fue coronada el 2 de junio de 1953. Por ese motivo, desde el sábado y hasta mañana es el Jubileo de Diamante en Londres.

Y, justamente, en esa agenda de actividades públicas y privadas, para conmemorar el acontecimiento hay una que no es menor. Ese acto simboliza el acontecimiento que marcó el reinado de Isabel II. La soberana inaugurará en Norflok, en el Este de Inglaterra, un centro de tratamiento contra el cáncer de pulmón, que fue la enfermedad que costó la vida a su padre, el rey Jorge VI, el 6 de febrero de 1952.

Para explicar que la soberana evoca —pero no celebra— el 6 de febrero, en el Palacio de Buckingham aseguran que es el aniversario “tanto de la muerte de su padre como de su llegada al trono, por lo que la reina suele pasar el día recogida”. Pero, como en estos días es el de Jubileo, sí ha salido a la calle.

Más allá de estos detalles que tienen que ver con la luctuosa historia personal, la familia real ha querido dar un tono discreto a los festejos, porque percibe que la popularidad de Isabel II es, cuando menos, cuestionable.

Pero, ¿quién es Isabel II? Es la primogénita de los duques de York y tercera nieta del rey Jorge V de Inglaterra, y se convirtió en la heredera del trono cuando su padre fue coronado en 1936 con el nombre de Jorge VI, tras la abdicación del hermano de éste, Eduardo VIII. En marzo de 1945, poco antes de que concluyera la Segunda Guerra Mundial, ingresó en el Servicio Auxiliar de Transporte.

Dos años más tarde se casó con el teniente Felipe de Mountbatten, príncipe de Grecia y Dinamarca y duque de Edimburgo. Fruto de esta unión nacieron Carlos, príncipe de Gales, en 1948; Ana, en 1950; Andrés, en 1960, y Eduardo, en 1964.

Isabel fue consciente desde muy joven del papel que le reservaba la historia y asumió sus obligaciones de princesa heredera.

Fue, como se dijo, en 1952, cuando se hallaba en una misión en Kenia, en ese entonces una convulsionada colonia británica por las acciones terroristas de los mau mau, cuando recibió la noticia de la muerte de su padre.

El 2 de junio de 1953 fue coronada en la antigua abadía de Westminster, en una fastuosa ceremonia a la que asistieron jefes de Estado y representantes de las casas reales europeas y que miles de personas pudieron seguir, por primera vez, a través de la televisión.

A pesar del reducido papel político al que se vio circunscripta la monarquía británica tras la Segunda Guerra Mundial, esencialmente simbólico, y los cambios que se produjeron en la relación con las antiguas colonias, la reina procuró preservar el carácter unificador de la Corona en el espacio político del antiguo imperio, convertido tras la descolonización en la Commonwealth.

Enfocada en su misión de cohesionar los vestigios del antiguo imperio, se convirtió en la reina viajera. Recorrió todo el mundo como no lo había hecho ningún otro monarca británico, para estrechar vínculos con súbditos de las más diversas razas, creencias y culturas. Incluso, en Australia, instauró la costumbre de los paseos más o menos espontáneos, para mezclarse y saludar sin protocolo a la gente de la calle.

A Isabel II se la recordará también porque en 1960 dispuso que los miembros de la familia real, que no fuesen príncipes o altezas reales, llevasen el apellido Mountbatten-Windsor.

No obstante el respeto y cariño que aún le dispensan sus súbditos, como se ha visto en estos días, Isabel II no ha podido evitar que los escándalos familiares pongan en primer plano el anquilosamiento en las estructuras de la monarquía.

Los frustrados matrimonios de sus hijos Andrés con Sarah Ferguson, y Carlos, el heredero de la Corona, con Diana Spencer, y las repercusiones que las desavenencias conyugales de sus hijos tuvieron en la opinión pública, explotados por la prensa amarilla, la han inducido a buscar nuevos caminos de acercamiento al pueblo.

Muy lejos quedan hoy en la historia aquellos fastos organizados para el Jubileo de Plata, en 1977, cuando unos cinco millones de londinenses salieron a la calle para aclamar a la soberana en su recorrido entre el Palacio de Buckingham y la catedral de San Pablo para dar gracias por “25 años gloriosos” de reinado.

Isabel II evoca, pero no festeja, como ha sido la tónica que dominó en su reinado.


NUMERALIA

Una larga trayectoria

1
el “Royal Yacht Britannia”, el barco oficial con el que la reina surcó  los mares durante 43 años hasta su jubilación de 1997 por su elevado costo.

2
el número de reinas que han celebrado su Jubileo de Diamante, su  tatarabuela Victoria y ella misma.

4 los hijos que tiene y que le han dado hasta ahora ocho nietos y dos  bisnietos.

6 los papas que ha conocido a lo largo de su reinado, el mismo número de  jefes de la Iglesia anglicana.

12 los primeros ministros con los que ha trabajado durante su reinado, a  lo largo del cual se han sucedido también 12 presidentes de Estados Unidos.

16 los países, incluido el Reino Unido, de los que es jefa de Estado.

30 los perros de raza corgi que ha tenido desde que recibió el primero como regalo de su 18º cumpleaños.

36 los millones de libras (55 en dólares, 44 en euros) que cuesta cada  año la reina al contribuyente británico.

64 los años que lleva casada con Felipe, duque de Edimburgo.

129 los retratos para los que ha posado.

261 las visitas oficiales, incluidas 96 de Estado, que ha efectuado, a  un total de 116 países.

310 los millones (476 en dólares, 383 en euros) en que está estimada su  fortuna personal que hace de ella la 262ª persona más rica del país.

600 las organizaciones benéficas en las que ocupa un cargo de honor.

3,500 las leyes aprobadas por el parlamento que ha firmado.

5,300 los cisnes de los que es oficialmente propietaria

150,000
los cuadros que posee la colección real.



ACTO MULTITUDINARIO

Ni la lluvia detuvo a los simpatizantes

LONDRES, INGLATERRA
.- La celebración del Jubileo de Diamante alcanzó su clímax con una majestuosa procesión fluvial encabezada por la  reina Isabel II, que a pesar de la intensa lluvia y del frío reinantes congregó  a cientos de miles de personas a orillas del Támesis.

Con alrededor de un millar de barcos, el mayor desfile náutico organizado  en Londres en casi 350 años, Isabel II celebró las seis décadas de su reinado y  la arraigada tradición marítima del Reino Unido.

La ciudad y sus habitantes se engalanaron con los colores de la Union Jack  en honor de su monarca de 86 años, que fue el centro de la procesión a bordo de  su Barcaza Real, el Spirit of Chartwell, lujosamente decorada en rojo y oro.

Isabel II, que llevaba un abrigo blanco con topos y cristales Swarovski  creado por su diseñadora personal Angela Kelly, efectuó las dos horas de este recorrido de 11 kilómetros entre el parque de Battersea, al oeste, y la torre de Londres, al este, bajo los vítores y las aclamaciones.

Envuelta con una bufanda, pareció en algunos momentos aterida bajo el baldaquín de la barcaza, en la que también viajaban su esposo Felipe, su hijo  Carlos, con Camila, y sus nietos, Enrique y Guillermo, acompañado de su mujer  Catalina con un rutilante vestido rojo de la casa Alexander McQueen.

Pese al tiempo casi invernal, el ambiente era festivo entre los cientos de  miles de británicos y turistas que se congregaron a ambas orillas del río y en  algunos puentes para presenciar este homenaje a su soberana.

En medio del fervor monárquico, medio millar de antimonárquicos trataron de  hacer oír su voz en una manifestación convocada frente al Ayuntamiento con carteles como “Ciudadano, no súbdito” o “Queremos votos, no botes”.

AFP
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