Internacional

El cólera se extiende a República Dominicana

La bacteria que azota a los haitianos ha cobrado más de mil víctimas desde su aparición a mediados de octubre

El cólera se extiende a República Dominicana
PUERTO PRÍNCIPE, HAITÍ (17/NOV/2010).- El número de muertes por la epidemia de cólera llegó a mil 034 mientras crece la ira por la crisis sanitaria y la tensión contra los cascos azules de la ONU acusados por algunos de ser los responsables del brote que se extendió a República Dominica al confirmarse un caso.

Una persona de nacionalidad haitiana fue hospitalizada en República Dominicana, en lo que representa el primer caso de cólera registrado en este país.

La eclosión de cólera se ha convertido en una emergencia ambiental y de seguridad nacional, además de que ya se registran casos en todos los departamentos, advirtió el coordinador humanitario de la ONU en ese país caribeño, Nigel Fisher.

Neumáticos en llamas emanaban bocanadas de denso humo negro en el cielo de Cap-Haitien, segunda ciudad haitiana en el Norte del país, donde miles de violentos manifestantes, muchos de ellos armados, incendiaron una estación policial el lunes y amenazaron con quemar una unidad de las Naciones Unidas.

El presidente de Haití, René Preval, pidió calma a la población tras las agresiones.
Dos haitianos murieron en los disturbios, incluyendo uno baleado por un integrante de la Misión de Estabilización de la ONU (MINUSTAH) en un incidente que despierta enormes temores de violencia contra la impopular fuerza de paz.

Seis cascos azules fueron heridos en la protesta del lunes en la ciudad de Hinche, cerca de la base de una unidad nepalesa, acusada de traer la bacteria del cólera al país caribeño.

Naciones Unidas culpó a “alborotadores” políticos y criminales por ataques a sus fuerzas, diciendo que los agitadores buscaban sabotear las elecciones manipulando el temor público por la epidemia.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo que investigar el origen del brote no es una prioridad. La vocera del organismo, Fadela Chaib, dijo en Ginebra que controlar el brote y ayudar a los enfermos es más importante. “En algún momento, haremos una investigación más profunda, pero ahora no es una prioridad”.

ANÁLISIS

Tiempos de ira

Orestes E. Díaz Rodríguez


Después del sismo de enero en Haití la comunidad internacional no pudo impedir la multiplicación de las condiciones propicias para brotes epidémicos: escasez de agua potable y medicinas, destrucción de la infraestructura pública, cadáveres insepultos, miles de personas hacinadas en improvisados campamentos, pésimas prácticas de higiene, raquíticas raciones de alimentos diarias y debilitamiento silencioso de la ayuda externa.

A los sobrevivientes los asolaban posibles réplicas, el caos y también los gérmenes del paludismo y la lectopirosis, el tifus y el dengue. Después de los primeros 10 días, círculos médicos no dudaron en presagiar una inminente epidemia. Sin embargo no se produjo. Hasta que 10 meses más tarde una enfermedad inesperada se coló, aparentemente, por la retaguardia.

El cólera que se ha ensañado con Centroamérica y Sudamérica en tiempos recientes era una enfermedad prácticamente desconocida en Haití donde en cien años no registró ninguna incursión importante. Lo sabía el presidente René Préval, a quien sorprendió tanto la noticia que públicamente realizó cuestionamientos de los que quizás hoy se arrepienta.

Préval aseguró a fines de octubre que el virus era importado, una declaración explosiva para una sociedad duramente golpeada por fuerzas no sólo naturales. La epidemia se propaga por la geografía haitiana, toca las puertas de los campamentos de desplazados donde un millón de haitianos sobrevive en condiciones inhumanas. Doscientas mil personas podrían fallecer, cifra próxima al número de víctimas ocasionado por el terremoto.

La epidemia también amenaza con afectar la credibilidad de la institución que garantiza la precaria estabilidad de Haití desde 2004. No será fácil contener a los abrumados sobrevivientes tan cerca ahora de visualizar un chivo expiatorio de sus desgracias. Está por ver si la cólera de los haitianos podrá ser contenida o causará secuelas tan nocivas como los de la epidemia.

Mientras tanto es cuestión de tiempo que el virus cruce la frontera con República Dominicana y siguiendo los conductos comerciales se esparza por las demás islas emulando con los huracanes en la tarea de arrebatar vidas y asolar la principal actividad económica de la región. Extraña forma de recordarnos que las calamidades de nuestros vecinos en ningún caso pueden ser ajenas.

Mtro. Orestes E. Díaz Rodríguez, UDG
www.orestesenrique.wordpress.com




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