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Los Anteojos de Baskerville

La recesión cultural

La recesión cultural ha comenzado a mostrar sus efectos. En Estados Unidos, la poca asistencia a las actividades culturales y la reducción tanto del presupuesto estatal como de los donativos privados, han puesto contra las cuerdas a museos, óperas y editoriales. Existen algunas excepciones, como el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles, que alcanzó a ser rescatado por un apoyo de última hora del filántropo Elie Broad. No así la Ópera de Baltimore, que ante la pérdida de público y donativos se ha declarado en suspensión de pagos y ha cancelado Porgy and Bess y El barbero de Sevilla para su temporada de primavera 2009. Algunos centros de arte han recurrido a la venta de valiosas obras para soliviantar su situación y la industria cinematográfica ha informado que habrá una considerable reducción en el "glamour" que envuelve la presentación de películas. El caso del National Academy Museum es emblemático. Por falta de dinero para el pago de servicios, vendió obras de Edwin Church y Sanford Robinson Gifford, pintores norteamericanos del siglo XIX, recaudando por ello 13.5 millones de dólares, pero al mismo tiempo la molestia de la comunidad museística que consideró esta medida como un anatema. Y es que la recesión está mostrando la nueva función del arte: el rescate de su propio espacio de exhibición. En el sector editorial la cosa no es mejor. Houghton Mifflin Harcourt, una de las editoriales de mayor prestigio en Estados Unidos, anunció la congelación de nuevos manuscritos literarios.

En México, desde hace algunos años el Gobierno siguió al pie de la letra el catecismo neoliberal que llevó al Estado a renunciar a su actividad rectora, particularmente en la producción cultural. La participación financiera del sector privado en la cultura registró un incremento, particularmente en 2001, año en que el financiamiento de los particulares aumentó un 195% en relación con el año anterior y 518% para 2002. Lo anterior por el apoyo de empresas como Telmex, Televisa, Banamex, ICA, Citibank, Bimbo, Cementos Apasco, Domecq, OCESA y Grupo Cuervo, entre otras. El desplome de la banca de inversión que sostenía los fondos de buena parte de las fundaciones de todo tipo en el mundo, en particular las dedicadas al patrocinio de la cultura, muestra el negro panorama de los estímulos a este ramo de parte de la iniciativa privada. Esto afectará a proyectos de rescate y restauración del patrimonio cultural, la adquisición en obras de arte y la infraestructura cultural, especialmente el mantenimiento de la infraestructura museística pública y privada.

La recesión cultural es el resultado de gobiernos impulsores de políticas liberalizadoras que terminaron por transferir importantes responsabilidades a la iniciativa privada. Crearon con esto formas de financiamiento y dependencia respecto de las fundaciones privadas que ahora se encuentran en crisis. Estamos ya no solo ente el desdibujamiento de la rectoría del Estado, sino también ante el desplome de los marcatenientes de la iniciativa privada. A partir de este momento los empresarios que inviertan en la cultura lo harán con mayor prudencia, eligiendo con mayor cuidado dónde poner su dinero y esperando siempre sus ganancias, y no sólo el reconocimiento como empresarios socialmente responsables.
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