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La legión Caifán al rescate del Jaguar

Una de las bandas con mayor kilometraje recorrido en la historia de la música nacional conquista nuevos espacios

GUADALAJARA, JALISCO.- “Chiflen lo que quieran, igual el concierto va a comenzar a las 12:00 de la noche”. Eran las 23:30 horas del pasado jueves y el “señor de la ruleta”, el hombre encargado de utilizar el micrófono para anunciar peleas de gallos y el bingo se veía sudoroso. Miles de fanáticos con camisas negras y melenas revueltas silbaban, mentaban madres y pataleaban en sus asientos exigiendo el inicio del concierto.

Él solo podía mirar a los lados y aguantar la lluvia de recuerdos a su progenitora. “Así pasa a veces”, comentaba nervioso al hombre que estaba a su lado deteniendo a uno de los gallos de pelea.

Fue un palenque atípico el de Jaguares. Primero, porque los grupos de rock no suelen presentarse en este tipo de eventos. En territorio de rondallas, norteños y baladistas, el grupo comandado por Saúl Hernández no cuajaba. Segundo, el público era muy distinto.

Y es que la atmósfera de un palenque suele estar mejor enfocada a quienes aman bailar pegaditos u observar plácidamente desde su lugar. Pero un roquero inquieto y con ansias por brincar encontraría la estructura incómoda para el slam o el usual desparpajo que despliegan en lugares como la Concha Acústica o el Foro Expo.

A las 23:50 horas el sonido de los silbidos era insoportable para quienes estaban en el ruedo montado los instrumentos o haciendo el sorteo. El traje maltrecho del hombre del micrófono ya combinaba con su expresión grave y cansada. “¡Bueno, pues nos vemos mañana en el siguiente sorteo, adiós!”, se despidió bruscamente y entonces ocurrió: La gente le dio una ovación, en algunos casos de pie. A la distancia, el hombre murmuraba algo, pero ya había soltado el micrófono.

Imágenes reto


00:00 horas. Las luces bajan de intensidad, la gente se prepara para comenzar a degustar el concierto Jaguar, y entonces ocurre... nada. Las pantallas del Palenque comienzan a proyectar una retahíla de videos chuscos sacados del archivo de programas como Sopa de videos de Oscar Cadena.

Aunque su objetivo era  hacer florecer carcajadas, al público no le hacía mucha gracia. “Ya que empiece”, gritó un hombre entrado en sus treinta años, con el cabello largo y camisa negra con la leyenda “Caifanes”. A su lado, dos jóvenes de veintitantos le hacían segunda con gritos y señas. Ellos vienen más interesados en la etapa “Jaguar” de Saúl Hernández.

Finalmente, con el reloj marcando las 00:15 horas, se apagan todas las luces y la pantalla con videos cómicos. Se comienzan a escuchar los primeros acordes de Entre tus jardines, el tema que sonó de manera más reciente en la radio. La explosión de júbilo es unánime. Aparecen en escena César Rentería, “Vampiro” López y Alfonso André. La bulla por su presencia es total, pero nada comparado con los gritos desaforados al momento en que Saúl Hernández pisa el escenario.

El cabello corto es lo único que ha cambiado de él en los últimos años. Porque el magnetismo y la energía que destila sobre el escenario sigue marcando un voltaje elevado.

“Guadalajara, gracias -interrumpe Saúl a la mitad de la ovación- gracias por seguir con nosotros, por entregarse. Si seguimos aquí es por ustedes”. Y con eso viene la combinación de temas, desde lo reciente (Cuando la sangre galopa, Visible), lo esotérico y ritual (Dime Jaguar, Detrás de los cerros) y lo que simplemente hace gritar a los fanáticos (Afuera, Amanece, Será por eso, No dejes que, Cuéntame tu vida y La negra Tomasa, entre una veintena más de las “clásicas”).

“Hay pocas certezas en este vida, una de ella es que todos vamos a morir, y sabiendo eso, siempre debemos buscar la manera de dejar huella”, afirmó el vocalista, para dar paso a Mátenme porque me muero.

Más experimentados, con menos garganta pero el mimo carisma, Jaguares puede clamar el show como una victoria sonora que sobrepasó las dos horas de duración. Cuando la voz del líder ya no daba más, a su rescaté llegó siempre la “legión de Caifanes”, que le hizo coro o segunda cuando más lo necesitaba. Ya hubiera querido eso el señor del micrófono, que espera su revancha con el próximo concierto que se celebre en el Palenque.
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