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Homenajean a Luis Nishizawa por sus 90 años de vida

Reconocen la trayectoria del artista plástico con la inauguración de la exposición De paisajes y sueños Luis Nishizawa 1918-2008 en el Museo Nacional de San Carlos

MÉXICO.- Con la apertura de una exposición de su obra, integrada por 32 piezas, entre dibujos, pinturas de caballete y grabados, el Instituto Nacional de las Bellas Artes y Literatura (INBAL) rindió anoche un homenaje al artista plástico Luis Nishizawa, por sus 90 años de vida.

En el acto inaugural de la muestra "De paisajes y sueños. Luis Nishizawa 1918-2008", en el Museo Nacional de San Carlos, la directora general del INBAL, María Teresa Franco, aseguró que con nueve décadas de vida, el artista nacido en 1918 ha recorrido el largo y fructífero camino de la plástica mexicana.

Se refirió al discípulo del muralista José Chávez Morado como un creador de soluciones únicas, de un estilo que describe el largo arco que va de la mirada de la Escuela Mexicana de Pintura, a la absoluta libertad formal de la abstracción.

Dijo que la fusión de sus raíces mexicanas y japonesas, así como el contacto temprano con la naturaleza y el horizonte mexicanos, han sido el territorio idóneo para erigir a lo largo de los años, un conjunto de obras marcado por una poesía sutil, pero a la vez enérgica.

Afirmó que el instituto a su cargo celebra una de las trayectorias más sólidas en la historia reciente de las artes mexicanas, y añadió que con esta exposición se tiene el privilegio de ofrecer al público mexicano un reencuentro con un autor forjado en la reflexión estética, forjador de nuevas generaciones de artistas plásticos.

"Con esta muestra celebramos, además, el reencuentro con sus extraordinarios paisajes, pero sobre todo el retorno de la colección de tintas tan celebres como `Las vacas flacas`, a un recinto de nuestra institución", dijo Franco.

Refirió que a 36 años de que fuera exhibido en el Museo de Arte Moderno, este singular conjunto con el que el artista mexiquense emprendió una reflexión profunda y desgarradora sobre la condición humana, dilemas y vicisitudes, regresa al público.

Esta exhibición, puntualizó, confirma la maestría de Nishizawa, quien ha hecho de un trabajo muy bien depurado, y de la pluralidad artística en México.

Por su parte, Louise Noelle Grass, secretaria de la Academia de Artes, dijo que Nishizawa ha tenido un desarrollo prolífico en el que se ha acercado a muy diversos géneros, en los que emplea con maestría técnicas que van desde el dibujo y el grabado hasta el fresco, sin olvidar la cerámica, el óleo o el temple.

Mencionó que la mayoría de las obras que integran la muestra plasman la rica geografía mexicana, con una inclinación particular por el Valle del Anáhuac y sus famosos volcanes, pero que en la mayoría de los casos se expresan con el lenguaje milenario de los dibujantes japoneses.

Además, apuntó, en su obra se encuentra un constante acercamiento, respetuoso y penetrante, con las costumbres, tradiciones y singularidades de la rica herencia cultural mexicana.

Destacó que en la segunda parte de la exposición se hace énfasis en una faceta poco conocida por Nishizawa, "pero que para él es particularmente querida": una serie de dibujos en tinta, de gran formato, que elaboró entre 1970 y 1972.

Bajo el título de "Las vacas flacas y los sueños rotos", se trata de un grupo de diseños expresionistas de gran fuerza que ofrecen una vena introspectiva y de cierta manera sombría, precisó.

Mencionó que en este caso, el estudio del cuerpo humano es fundamental, lo que se hace patente en esta colección que pocas veces se ha dado a conocer.

Cabe mencionar que la mayoría de las obras exhibidas pertenecen al acervo del Museo Taller Nishizawa, en Toluca, Estado de México.

En la exposición destaca un magnífico autorretrato que abre las puertas a la extraordinaria habilidad del pincel y los colores, así como a la maestría en el campo del retrato contemporáneo en México que ha logrado el artista plástico, por los niveles de originalidad y calidad de sus obras.

Por separado, Luis Nishizawa, reconocido como uno de los principales paisajistas mexicanos de este siglo y a quien se le vio en el acto fuerte y en perfecto estado de salud, aseguró que es el trabajo lo que lo mantiene vivo.

"Trabajando se conserva uno. El trabajo, decía mi padre, es la vida y tenía mucha razón", añadió.

Pintor heredero de un continente tranquilo y reposado, conjunto de firmeza y sobriedad, siempre él mismo: naturalidad y equilibrio legado de dos abuelos, uno lleno de canto, el otro pleno de silencio, se refirió a la serie de "Las vacas flacas", que dibujó en la década de los años 70, como un grupo de dibujos en los que muestra una faceta poco conocida.

"Siempre me ha gustado el dibujo japonés, incluso el papel y la tinta son japoneses, son materiales que no los hay en México", anotó al señalar que esos dibujos forman parte de sus primeras visitas a Japón.

Mencionó que en dicha serie se refleja parte de lo que han sido sus angustias, algún deseo que no completó en su vida.

Sobre el homenaje que el INBAL le rindió por su nueve décadas de vida, el pintor expresó su beneplácito, "me da mucho gusto porque es un reconocimiento a mi esfuerzo. He expuesto en Bellas Artes también, pero el lugar no importa, lo que es importante es que lo inviten a uno".

Nacido en la hacienda de San Mateo Ixtacalco, en Cuautitlán, Estado de México, de padre japonés y madre mexicana, inició sus estudios de arte en la Academia de San Carlos, en 1942. Trabajó cinco años como asistente de los pintores Julio Castellanos, José Chávez Morado y Alfredo Zalce.

Realizó su primera exposición individual en 1951. Enseñó pintura en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional a partir de 1955. Ha participado en numerosas exposiciones en México y el extranjero.

Entre su importantes obra destaca un mural de cerámica realizado en Keisei, Japón, en 1981.

EL INFORMADOR / MLOM / 08-04-08
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