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Carla Morrison y Enjambre, dos talentos emergentes

La nueva sensación del rock nacional y la nueva diva de la música mexicana presentaron sus propuestas ante el público tapatío

GUADALAJARA, JALISCO (10/FEB/2012).- Es un lazo invisible. A simple vista, pareciera como si no existiera, pero lo hay. Una conexión entre dos sonidos que parecen caminar por sentidos opuestos. Por un lado, Enjambre, con su rock experimental, por momentos vintage, con toques setenteros, con letras oníricas y alegorías a lo imposible. Del otro, Carla Morrison, hecha con puro sentimiento. Con una voz que se pasea entre la timidez y la sensualidad. Ellos, estridente. Ella, emocional. Los dos devoraron el escenario. Ambos conquistaron el Diana la noche del sábado.

Los primeros en aparecer la tarima principal del recinto fueron los integrantes de Enjambre. Despreocupados. Salvajes. Los zacatecanos llegaron con la etiqueta de ser la “nueva sensación” del rock nacional. También lo hicieron con un nuevo disco bajo el brazo, ''Huéspedes del Orbe''. En teoría, con el sólo hecho de poner un pie en el escenario, tendrían que haber conquistado al público.

Pero no fue así.

Enjambre tuvo que “trabajar” su show para obtener la ovación del público. Sí, fueron recibidos con un griterío desde la grada. Pero un griterío tímido. Los aplausos no fueron ensordecedores. La mayor parte de los asistentes permanecieron sentados. “A ver como tocan”, se escuchó por parte de uno de los asistentes.

Reto aceptado

Los nativos de Fresnillo, Zacatecas, no se achicaron. Luis Humberto Navejas (voz), Julián Navejas (teclados y guitarras), Rafael Navejas (bajo), Ángel Sánchez (batería) y Javier Mejia (guitarras) comenzaron con la descarga de temas. Su artillería de éxitos es discreta, comparada con otros grupos de mayor kilometraje, pero a su favor pueden decir que es reciente. Tonadas frescas en la mente de sus fanáticos. Coros pegajosos difíciles de olvidar.

''Dulce soledad'', ''Cobarde'', ''Madrugada'' y ''Ciencia de la lluvia'' elevaron la temperatura. De pronto algunos escépticos comenzaron a mover el pie. Otros dejaron de bostear.

Como si se tratara de un bólido de Fórmula 1, el sonido de Enjambre fue tomando mayor velocidad y potencia conforme avanzó la noche. Con ''Visita'', ''Manía Cardiaca'' e ''Impacto'', lograron que buena parte (pero no toda) de la asistencia del Diana se pusiera de pie. “Gracias, Guadalajara”, gritó Luis Navejas al borde de la afonía en el micrófono, en medio de una lluvia de confeti. El show de Enjambre terminaba, pero el verdadero espectáculo apenas estaba por comenzar: Carla Morrison.

El fenómeno

Sobre Carla Morrison se han escrito ríos de tinta. A su alrededor circulan teorías, entre verídicas y disparatadas. Que si es la nueva diva de la música mexicana. Que si se cerró las puertas de los medios tradicionales. Que es muy política. Que es amiga de Juan Gabriel. Que si es amiga de los del #YoSoy132

Pero es hasta que se atestigua uno de sus conciertos, que se despeja al menos una de las incógnitas. Y se convierte en una certeza: Carla Morrison es un fenómeno entre el público.

Donde Enjambre sufrió, Morrison no tuvo ningún problema. Apenas apareció en el escenario, el Diana se estremeció en un alarido. De los palcos hasta la luneta. Ante las muestras de afecto, la bajacaliforniana se limitó a sonreír tímidamente y a agradecer.

Cuando tomó el micrófono, fue como si entre las gradas se abriera la llave de las emociones. Y los suspiros, los gritos ahogados y las lágrimas comenzaron a brotar aquí y allá. Ahora sí no hubo bostezos. Ahora sí no hubo quién estuviera entretenido con chatear en el celular. En diversos puntos del teatro comenzaron a aflorar las pancartas y lonas dirigidas a la hija pródiga de Tecate. El acto de magia había comenzado.

Entre la garganta y el micrófono, la voz de Carla Morrison provocaba una alquimia pasional en sus escuchas. ''Me encanta'', ''Nunca me dejes'', ''Falta de respeto'', ''Tu luz'' y ''Sin despedir'' derritieron los corazones de acero. La apoteosis llegó con ''Déjenme llorar'', ''Disfruto'', ''Eres tú'' y ''Olvidé''.

Tras casi 4 horas de concierto, el maratón sonoro terminó con una sonrisa entre los asistentes. Acababan de ver un show, donde dos conceptos con pocos puntos en común se complementaron. Por un lado, Enjambre, con su rock experimental, por momentos vintage, con toques setenteros, con letras oníricas y alegorías a lo imposible. Del otro, Carla Morrison, hecha con puro sentimiento. Y entre ambos, un lazo invisible.

AGENCIA EL INFORMADOR / JUAN FRANCISCO GONZÁLEZ RODRÍGUEZ
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