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A 20 años del Conaculta
Conaculta cumple este sábado 20 años de existencia
La idea de fundar un Consejo se remonta al sexenio de Luis Echeverría. Su antipatía hacia el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) lo llevó a anunciar en su Informe de Gobierno de 1975 una iniciativa de ley para crear el Consejo Nacional de las Artes, un organismo descentralizado, con libertad de criterio y orientación. Por Raquel Tibol sabemos que la redacción del anteproyecto había sido encargada al procurador general de la República, lo que resultaba contradictorio, pues si el gobierno estaba interesado en promover una política cultural, el menos indicado para encargarse de esta tarea era la Procuraduría. Tiempo después, López Portillo creó el Fonapar, que logró promover iniciativas como el Festival Cervantino. Miguel de la Madrid discutió el tema de la cultura durante su campaña electoral, durante la cual, el escritor José Luis Martínez presentó una propuesta de Secretaría de Cultura que nunca prosperó. Todo lo anterior fue utilizado como exposición de motivos por el presidente Salinas de Gortari, quien supo recurrir a la cultura para tapar algunos baches políticos. Creó el Conaculta y un sistema de apoyo a los creadores, el denominado Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca).
A 20 años de su creación, el Consejo sigue teniendo pendientes tales como su presupuesto, dependiente aún de las secretarías de Hacienda y Educación Pública, pues depende orgánicamente de esta última. Lo anterior no permite medir las necesidades reales de la cultura. Su constitución es otro pendiente, pues más allá del Fonca, el Conaculta sigue siendo un Consejo sin consejeros. Asimismo, la falta de un estatuto jurídico que le dé legitimidad y capacidad organizativa.
La política cultural en México es aún presidencialista. Tanto el Conaculta como el Fonca y estímulos fiscales como el Pago en Especie han sido constituidos mediante decreto presidencial. La reforma constitucional que reconocerá el derecho a la cultura y facultará en breve a los legisladores a legislar en la materia, representa en este sentido la base desde la cual nuestra política cultural comenzará a ser también un tema del poder legislativo (la ciudadanía representada). Esto podrá generar una política cultural más republicana y democrática.
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