La edición en Jalisco, un panorama amplio y complejo
Editores señalan a la distribución y la comercialización como los principales retos para impulsar y conseguir mejorar las condiciones del gremio
Más allá de que exista una tradición local en torno a la edición de libros y que, de acuerdo con el Sistema de Información Cultural (SIC) de la Secretaría de Cultura estatal, Jalisco sea la segunda entidad -después de la Ciudad de México- con el mayor número de empresas editoriales, la verdad es que “hacer libros” en la entidad nunca ha sido algo sencillo, a pesar de los notables avances tecnológicos que han favorecido a la calidad de los productos.
En este trabajo se persigue presentar un corte sincrónico para delinear el panorama actual de una industria que no se rinde y sí propone. Las voces que se dan cita en este texto conocen su oficio y sus diferentes trayectorias no impiden eventuales coincidencias en lo que se refiere a las necesidades de un sector de la economía que enfrenta cambios importantes.
Énfasis en la profesionalización
Para David Izazaga, titular de la Dirección de Publicaciones de la Secretaría de Cultura (SC) de Jalisco, el panorama “comparado con lo que era hace unos años, en las épocas en que publiqué mi primer libro o hacía una revista, hoy es mucho más alentador. Ni de chiste había tanto movimiento hace años”, señala en entrevista con EL INFORMADOR.
Hoy en día, comenta el escritor, “desde mi puesto veo una industria que se ha desarrollado bastante. Lo que no significa que se halla profesionalizado al 100%, pero creo que ha ido bien, a su paso, y ahora el gran reto es dar el paso a esa profesionalización. Ojalá el tema de la ciudad como Capital Mundial del Libro contribuya un poco a eso; que se avance un escalón más”.
Este desarrollo desigual de las editoriales jaliscienses, refiere Izazaga, “no es culpa de ellas, tiene que ver con muchos factores: temas de crecimiento donde cada empresa tiene su historia, el público al que se atiende y, también, con habilidades de quienes las encabezan para moverse en el ámbito público o privado. Y no todas pueden tener las mismas oportunidades porque tienen distintas capacidades de respuesta”.
Y mirando hacia adelante, destaca el funcionario, “creo que las editoriales deberán agarrar su paso y consolidarse; y se pueden establecer condiciones favorables para que el proceso sea rápido y que aquellos que están más desarrollados puedan ayudar a los que no lo están tanto”.
Así, además de que las políticas públicas con resultados positivos “queden establecidas”, señala Izazaga, se debe “ir más allá, incentivar mesas de diálogo entre editores para contribuir a la profesionalización, tratar de mejorar los procesos administrativos y fiscales para que puedan convertirse en empresas sanas”.
Adecuarse a las realidades
Para Jorge Orendáin, quien está al frente de Ediciones La Zonámbula, el ámbito editorial en Jalisco sigue siendo “un referente, porque desde distintas instancias no se ha dejado de hacer libros; desde los independientes hasta la Universidad de Guadalajara (UdeG) o la SC”.
En opinión del escritor, las librerías “han mejorado sus procesos de adquisición y permitido más la entrada de editoriales independientes a sus espacios, tanto para venta como para presentaciones de libros. Por otra parte, la tecnología ha permitido mejorar procesos de diseño e impresión, hay más ediciones de autor; y los independientes parecería que se detienen, pero ni con la pandemia dejamos de trabajar”.
Otro cambio notable, de una era a otra, ha sido -comenta Orendáin- “que muchos libros se suben a plataformas en versión electrónica para comercializarse, una puerta más que se ha abierto para beneficio de los autores. De hecho, muchos lanzan el libro en formato electrónico y después en impreso”.
En contraparte, sobre los tradicionales problemas de la comercialización y distribución, destaca el poeta, “ha habido un poco más de apoyo de los gobiernos en estos años, lo mismo que de la UdeG; varios editores lo que han hecho es optar por publicar pocos ejemplares (menos de 500, por ejemplo); lo anterior tiene que ver con el alza de precios de producción y la falta de espacio para bodega; y creo que es una buena salida, a pesar de que sube el costo por unidad”.
En este estado de cosas, a pesar de los problemas “la calidad se ha incrementado”, expresa Orendáin, “y si antes se hablaba de editoriales independientes con productos no tan buenos, ahora son mejores, incluso las ediciones electrónicas”.
Vale, entonces, “esperar buenas cosas”, concluye el editor, “porque se ha conseguido encontrar modos de allegarse recursos, y siguen siendo solicitados -los editores- por parte de escritores o quienes organizan presentaciones de libros. Al final, con o sin buenas políticas públicas es posible seguir trabajando, aunque yo he visto mucha mayor apertura en estos años. Tenemos que adecuarnos a las realidades y buscar nuevos foros para las presentaciones”, explica.
Es necesario movernos
Peggy Espinosa encabeza Petra Ediciones, una de las editoriales más antiguas y de mayor prestigio en el país, con sede en Jalisco. En entrevista con esta casa editorial, Peggy habla sobre la situación actual de la industria, y explica que “a riesgo de parecer disco rayado”, la editora establece que “los insumos de papel han subido mucho y muy rápido, eso complica mucho las cosas. Los costos de producción son ya elevadísimos, a lo que contribuye la escasez de materias primas (que es mundial), todo eso agrava los problemas, a lo que suman las cuestiones de circulación de libros, donde creo está el foco rojo para la cadena del libro. Pero se sigue publicando, a pesar de que haya menos novedades”.
Comparte que a pesar de que actualmente existe una mayor profesionalización que hace tres décadas, para poder continuar con el trabajo editorial es necesaria “la colaboración, porque es la única manera de sostenernos; es necesario tener cooperación con correctores, traductores e impresores”.
Ante el hecho de que cada vez hay menos librerías, la editora es clara al decir que “la distribución es lo que más afecta, y el comercio electrónico no nos ha resultado como esperábamos. En México, desde hace unos años, algunas librerías se han cerrado y los usuarios no llegan a ellas. Y no solo hablo de distribución en cuanto a compraventa convencional, las bibliotecas ya no adquieren títulos, tampoco los colegios privados. Hasta los programas de gobierno que involucraban ediciones y funcionaban han ido decreciendo cada vez más”.
Sobre el futuro, Espinosa espera “que toquemos fondo y que eso ayude; porque muchos países han conseguido encontrar fórmulas para que mejore esta situación, de forma cualitativa. Ahora debemos estar atentos para encontrar las nuevas narrativas y los nuevos artistas que intervienen en el proceso del libro; si no, corremos el riesgo de anquilosarnos y no ofrecer contenidos actuales con lenguajes actuales y formatos actuales. No debemos dejar de pensar el libro ni olvidar que necesitamos formas de comercio más justo. El futuro puede ser bueno, pero debemos movernos”.
Hablemos de David Izazaga
David Izazaga nació en 1970 y desde sus primeros años de vida tuvo claro que deseaba ser escritor y periodista. Trabajó en los extintos medios El Jalisciense y Siglo 21, en este último como subdirector. En Puerto Vallarta laboró como director de los periódicos Tribuna de la Bahía y Vallarta Opina.
Se ha destacado como maestro de literatura y expresión escrita en la Universidad de Guadalajara. Además, estuvo al frente de la Dirección de Artes Escénicas y Literatura en la Universidad de Guadalajara. En el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes publicó el libro de cuentos “Nunca nada es exactamente así” (2005).
Jorge Orendáin, a detalle
Nació en Guadalajara, Jalisco, en 1967. Estudió Ciencias de la Comunicación en el ITESO y la maestría en Literatura del siglo XX en la Universidad de Guadalajara. Es miembro fundador de Ediciones Arlequín y ha sido subdirector de Trashumancia; además de colaborar con la revista “Luvina”.
Actualmente está al frente de La Zonámbula, el cual es un proyecto editorial independiente que surge con la finalidad de publicar obra literaria (poesía, cuento, novela), tanto de escritores con trayectoria como de nuevos autores.
Sobre Peggy Espinosa
Peggy Espinosa cursó la carrera de diseño en la Escuela de Bellas Artes, donde se especializó en Diseño Gráfico. Trabajó en la Imprenta Madero, dirigida por Vicente Rojo; también colaboró en revistas, como: Colibrí y Chispa. Posteriormente, fundó Petra Ediciones, una editorial que ha ganador diversos reconocimientos, como: el premio a la Trayectoria Editorial, promovido por la Feria del Libro Independiente de México en 2021; el galardón al Mérito Editorial FIL 2015, el Premio Juan Pablos al Mérito Editorial 2017, el Bolonia BO 2014, entre otros.
Cabe señalar que en Petra Ediciones abordan más que colecciones y líneas de lectura; esta empresa busca fomentar la iniciación al arte, a la fotografía, la literatura, el teatro y la divulgación científica.
Aspirar a la esperanza
Impronta Casa Editora se fundó en 2014 y no utiliza técnicas convencionales de impresión, hace libros tipográficos, con tipos móviles y linotipia, y además cuentan con una librería. Carlos Armenta y Alexia Halteman son quienes de manera más visible encabezan esta empresa singular; en entrevista con esta casa editorial, Halteman, también autora y traductora, comenta que el panorama de la edición en Jalisco cuenta “con varios proyectos editoriales interesantes que trabajan en la ciudad, con proyección nacional e internacional, pero como cualquier sector de la economía se ha visto muy afectado por la inflación, tienen problemas que nos afectan a todos, como el alza en costos de producción”.
En casi una década de trabajar en el medio local, comenta la editora, “hemos ido construyendo una comunidad en torno al libro, un poco más consolidada en cuanto a lectores y público; al tener una imprenta y una librería, hemos notado un creciente interés por el libro en general. Gracias a esto se genera un impacto en la distribución y el número de lectores, que es en lo que nos concentramos, somos una editorial pero en este espacio se hacen presentaciones de libros o se imparten talleres. Gracias a la imprenta de tipos móviles recibimos visitas de grupos universitarios de diseño”.
Agrega que los años recientes “han sido movidos en cuanto a políticas públicas” relacionadas con el proceso del libro “y este año Guadalajara, Capital Mundial del Libro es una distinción que ha generado mayor diálogo e intercambio de cosas, se planean eventos o proyectos de coedición, a través de una convocatoria, y si bien es un apoyo, falta ver cómo se dan las cosas”.
Ahora bien, como parte del Gremio de Editores de Guadalajara (junto con otras seis editoriales), asegura Halteman, “todas somos distintas y tenemos líneas diferentes en cuanto a la edición; para nosotros es una plataforma para desarrollar aquello que nos interesa como grupo, pero tenemos coincidencias, sobre todo en lo que se refiere a sobrevivir porque somos un sector precario, y justo la unión se hizo para buscar estrategias funcionales en lo común”.
La revisora y traductora indica que “aunque nuestras ediciones son pequeñas (500 ejemplares o menos), apostamos a la creación de comunidad, algo más específico y de interés para ciertos grupos, y en ese sentido siempre hay huecos donde es posible tener un poco de esperanza”.
El reto de ser una editorial independiente
Avelino Sordo Vilchis, al frente de Rayuela Diseño Editorial, conoce los procesos editoriales desde hace tiempo; por ello, no titubea al comentar que mira a la industria “como un bebé en pañales todavía, algo que apenas comienza a desarrollarse. Y hablamos de edición entendida en el sentido moderno, pero si analizamos históricamente lo que ha pasado en Jalisco en esto, nos damos cuenta de que apenas estamos armando los primeros pisos del edificio, incluso quizá trabajamos en el sótano”, comparte a EL INFORMADOR.
Lo anterior, detalla el editor se debe “porque no hay muchas oportunidades de desarrollo”, y aclara, “pero seguimos construyendo, tenemos décadas haciéndolo. Y existen empresas en el ramo con reconocimiento mundial, como Petra Ediciones, que en ese sentido tiene credenciales únicas; pero si hablamos de competir con Planeta o el Fondo de Cultura Económica (FCE), pues no se puede, ni siquiera con Sexto Piso o Almadía, que lograron ya presencia nacional”.
Ahora, si bien Sordo Vilchis no ve tan rezagada la profesionalización, sostiene que “donde vamos atrasados, creo, es en la visión empresarial; mirar los procesos desde esa perspectiva. A mí me interesa hacer libros, me entusiasma, pero en todo lo demás se me cierra el mundo, ahí es donde veo que la ‘puerca tuerce el rabo’”.
Sordo Vilchis reclama a las autoridades -a todas- la falta de interés real por profesionalizar a la industria editorial en Guadalajara: “Baste recordar que las bibliotecas no cuentan con presupuesto para comprar libros, mucho menos para adquirir los hechos en Jalisco (y es lo menos que se puede esperar). Esas cosas impiden que avancemos”.
Sobra señalar que la Dirección General de Bibliotecas de la Secretaría de Cultura Federal pasó de recibir 270.9 millones de pesos en 2018 a tener 209.7 millones de pesos en 2022. Su principal importancia es regular los servicios de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas, la cual hasta abril de este 2022 coordina la operación de siete mil 474 establecimientos -el 88% municipales-, de los cuales seis mil 666 se encuentran abiertos y 808 cerrados.
Pese al escenario anterior, Sordo Vilchis comparte que “el optimismo se vale; cada vez se hacen mejores libros y existe la posibilidad de que pasen cosas, a la larga va a mejorar todo. La edición, tal como se ha planteado en Guadalajara, es un asunto de necesidades generacionales, surgen como un grupo de cuates para publicar la obra de los amigos, así surgen y seguirán surgiendo. La cosa es que en el camino se profesionalicen y empiecen a trabajar de otra manera”.
El acceso al libro
Paraíso Perdido nace como editorial en 1998 y, hoy día, su catálogo tiene casi 150 títulos de cuento, novela, ensayo literario, libro ilustrado o la narrativa gráfica de autores emergentes; en este sentido, Sandra Liera, su directora general, al igual que Sordo Vilchis asevera que “hay una gran oferta de ediciones en Jalisco, de todo tipo, y hay varios modelos de producción, pero creo que lo que falla es el acceso al libro, nuestras bibliotecas están desactualizadas y hay pocas librerías”.
Lo anterior, corresponde a los consabidos problemas de distribución de estas empresas, “aunque también es algo que se agravó a partir de la crisis por el COVID-19”, dice la directora, “por el cierre de espacios para venta y consulta”.
Así, pensar en cuestiones que han funcionado de forma debida “es algo difícil”, indica Liera, “pues aunque los procesos editoriales se han facilitado con las nuevas tecnologías, pero si lo pienso un poco, hacen falta muchas cosas: profesionalización, apoyos, organización; a lo que se agrega el aumento en costos de producción”.
En este panorama, relata la editora, Paraíso Perdido “se ha apoyado en las nuevas tecnologías para mejorar la distribución (sobre todo mientras cerraron las librerías), y vendimos en línea; somos una editorial independiente que edita eBooks y estamos en plataformas de audiolibros; algo que nos ha ayudado bastante a mantenernos a flote. Ahora, esas tecnologías están limitadas en cuanto a margen de edad y poder adquisitivo, lo sabemos”.
Lo cierto, externa Liera, “es que siempre hay cosas que mejorar, ahora tenemos distribución en toda la república, en librerías pequeñas y de cadena. Además, estar en el Gremio Editorial de la ciudad nos ha permitido tener presencia en ferias de libro a las que no hubiéramos podido ir solos, y también nos facilita tener ayuda para pagar en conjunto los precios de stand (en las ferias)”.
Amplitud y desarticulación
Finalmente, Ediciones Arlequín es una editorial independiente que nace en Guadalajara en 1994 y publica obras de autores contemporáneos de culturas periféricas; su director general es Felipe Ponce -en la foto-, quien explica que “la edición es muy amplia, hay muchos sectores (la universitaria, la independiente, la gubernamental, la religiosa y la de servicios editoriales) y admite muchos aspectos; a nivel general, podría decir que está desarticulada, es decir, cada tipo de edición tiene alcances distintos y características particulares, pero si alguien quisiera ver un panorama de conjunto en Jalisco no podría, porque no existe como tal, no hay un sitio -ni histórico ni actual- donde consultar. Al final, cada cual va a su aire como puede y hace las cosas”.
Y sin embargo, en este trayecto, dice Ponce, “nos ha tocado ver cambios grandes que han impactado el mundo editorial, de carácter macro. No está en nosotros generar tecnología, por desgracia, y la recibimos y adoptamos, nos actualizamos y la transformación digital la vivimos (aunque no todos se adaptan con facilidad). Y sí, la visión panorámica exhibe desequilibrios notables, pero las editoriales independientes van un poco a la vanguardia en este tema, nuestros libros se pueden apreciar y revisar en todo el mundo y diversos formatos, lo que se refleja en ventas y reportes”.
En palabras del editor y escritor, “el tema de la distribución del libro impreso es un gran problema, y ya había una crisis desde hace años, pues nada garantizaba que distribuir significara atención y venta. Al llegar la pandemia, eso prácticamente acabó y tanto distribuidoras como librerías en físico dejaron (muchas) de operar; y no ha habido posibilidad de cambio”.
Sin embargo, por lo que toca al libro electrónico, éste no significa tanto problema, detalla Ponce, “pero los lectores que viven en ciudades pequeñas buscan los medios, y la manera está en la internet, donde pueden estar atentos a lo que hacemos. Ahí el panorama es distinto, porque no es la red más poderosa pero está funcionando. La producción es otro problema; es un proceso caro, el tema del alza del papel es evidente, y en Jalisco la impresión es también cara, lo que finalmente impacta en los precios”.
Viendo hacia el futuro, asegura el director de la editorial, “siempre hay opciones; de hecho, algunos editores independientes que no se preocupan tanto por el papel pueden publicar en formato electrónico sin problema. Pero me preocupan otros temas, sobre todo cuando algunas empresas de servicios editoriales se presentan como independientes y eso no lo son; ellos cobran al autor y las independientes dependen de las ventas (porque su capital es propio). Y el término no es caprichoso. Y lo menciono porque en los gobiernos debería haber sensibilidad para ver en qué empresas se apuesta por un catálogo y los autores, y quienes hacen sólo negocio”.