Economía
Crisis político-económica, la nueva realidad
El analista George Friedman asegura que la nueva crisis en este 2011 debe ser entendida como una del tipo político-económica
El analista George Friedman asegura que la nueva crisis en este 2011 debe ser entendida como una del tipo político-económica.
En un artículo escrito para el equipo global de profesionales de inteligencia Stratfor —compañía que entrega estudios a fondo basado en estudios geopolíticos—, Friedman hace un recorrido por los orígenes de la actual crisis que ha dividido a Estados Unidos, la Unión Europea, y que podría desencadenar en conflictos internos en China. En estas tres economías la palabra clave es el futuro de la legitimidad.
El origen de la inestabilidad económica mundial se dio en Estados Unidos con la crisis hipotecaria, donde el sistema financiero colapsó ante una inesperada baja en el valor de las casas.
“El sistema financiero generó papeles cuyo valor dependía del precio de la vivienda. Asumieron que el precio de las casas siempre subiría, pero bajó y el valor de estos papeles en la bolsa se transformó en ‘indeterminado’”, argumenta Friedman.
Este colapso en el sistema financiero estadounidense contaminó al europeo, donde varias instituciones habían comprado esos papeles “sin valor”.
En 2008, la crisis fue esencialmente financiera y ésta fue en consecuencia de la élite perteneciente a este sistema. Esto fue lo que llevó a un masivo conflicto político sobre la honestidad de los participantes en las decisiones y sobre la violación de los principios éticos y morales en la búsqueda, a toda costa, del beneficio personal a expensas de la sociedad.
“Justo o no, la percepción creó una crisis política. El cuestionamiento clave fue si la clase política era capaz de arreglar el problema y más aún, si ellos también eran responsables por no crear leyes que castigaran a la élite financiera. ¿La élite política estaba coludida con la financiera?”.
Mientras tanto, la crisis política en Europa tuvo su origen en la recesión originada por la quiebra financiera estadounidense.
“El principal conflicto es que la Unión Europea no actuó como una sola unidad para negociar con los bancos, sino que los hizo conforme a los intereses de cada nación que se enfocó en sus propios sistemas financieros y con un Banco Central Europeo trabajando a favor de las naciones del Norte de Europa en general y a favor de Alemania en particular”.
Para Friedman existen dos versiones que explican la problemática del Viejo Continente. La primera tiene su origen en Alemania que sostiene que el colapso financiero en países como Grecia se debió a la irresponsabilidad de su Gobierno en mantener costosos programas sociales que excedían sus ingresos.
La versión de los griegos, menos conocida y difundida, sostiene que Alemania maneja a la Unión Europea a su favor. El país germánico es la tercera economía exportadora del mundo —después de China y Estados Unidos—, y ésta ha formado una zona de libre comercio que ha conquistado mercados cautivos para sus bienes.
“La incapacidad de Grecia para devaluar su moneda, que al utilizar el euro está automáticamente controlado por el Banco Central Europeo, y con la habilidad alemana de continuar exportando sin ningún impedimento sus productos hacia Grecia, exacerbó la recesión en este país”.
Con las economías de Estados Unidos y Europa en crisis, China no tardaba en tener problemas.
La economía exportadora más grande del mundo es rehén de la demanda externa y particularmente dependiente de las dos economías antes mencionadas.
“Ante las recesiones estadounidenses y europea, el Gobierno chino enfrentó una crisis de desempleo. Cerraron fábricas y aumentó el desempleo, algo que traería una inestabilidad social que ponía en peligro la gobernabilidad en el país más poblado del mundo”.
El Gobierno chino respondió de dos formas: La primera fue mantener las fábricas reduciendo aún más los precios, lo que hizo que las ganancias prácticamente se evaporaran; la segunda fue proveer de créditos con el objetivo de mantener los negocios.
“La estrategia funcionó, claro, pero con el costo de una subida sustancial de la inflación. Esto llevó a una segunda crisis, donde los trabajadores enfrentaron una baja en su poder adquisitivo. La respuesta fue incrementar los sueldos, lo que llevó a subir los costos de los bienes exportados, convirtiendo a China en menos competitivo, y haciendo que países como México sean nuevamente más atractivos para producir”.
George Friedman concluye advirtiendo de una nueva crisis que puede emerger: la deslegitimación.
“Puede ocurrir que las élites políticas y económicas pierdan legalidad y sean remplazadas por la fuerza. En Estados Unidos podría traducirse en parálisis, en Europa llevaría a la separación de la Unión, y en China dejaría una fragmentación regional”.
“La crisis económica ha desencadenado conflictos políticos y éstos pueden originar un problema económico mayor”.
EL INFORMADOR / JOSÉ VAZGARCI
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