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Por José Rodolfo Castro
Imagen intensa en la memoria de los aficionados: “Canelo” colocando con precisión golpes al rostro de Hatton, comprobación del ídolo, del flamante campeón mundial Superwelter del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), del fenómeno comercial, es la imagen impactante, momento histórico, alrededor de 60 millones de televidentes en México (informó Canelo Promotions), vivieron a través de la pantalla abierta, la consagración de Saúl Álvarez.
“Canelo” sigue ascendiendo, en inmaculado, en popularidad. Debió triturar a Julio César Chávez junior, y fue a Anaheim, California, por el prestigioso cinturón verde y oro Superwelter CMB, tras ganarle a Matthew Hatton por decisión, todo, el sábado.
Hasta hoy, el avecindado en Juanacatlán, transita por la avenida de los proyectos cristalizados, avanzando para alcanzar y superar otros récords; delante de él, a meses, a un año, se observa la figura de Manny Pacquiao, el púgil global, el sueño del “Canelo”, y de una fila interminable de púgiles que quieren enfrentarse al cheque al portador.
Álvarez debe estar seguro que no es el heredero de los JC, De la Hoya o Ray Leonard, que es el boxeador que ocupará el lugar de Manny Pacquiao. Sus cualidades para el boxeo son el basamento desde su debut profesional en 2005, aunque para hacerse de la inmortalidad, debe enclaustrarse en el gimnasio, llevar dieta y enriquecer su repertorio, es disciplina, es espíritu de sacrificio, es leyenda.
La oportunidad que recibió del CMB, es la invitación que lo ingresó a la gran fiesta, ha llegado el momento de empezar a escribir su historia con letras de oro.
El Consejo Mundial de Boxeo es el máximo organismo, es el de los campeones mundiales, y cuando ha otorgado oportunidades a boxeadores mexicanos, éstos concluyeron en monstruos sagrados: Julio César Chávez, Salvador Sánchez, Lupe Pintor, Carlos Zárate, Óscar “Chololo” Larios, Ricardo “Finito” López, “Terrible” Morales, Miguel Canto… Y por ahí estaré atisbando.
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