Deportes
* Ni una flor...
A propósito por Jaime García Elías
Ahora que se anuncia la intención de resucitarlos y de tratar de reintegrarlos a la Primera División, se recuerda, con tono épico, que se les llamaba “El equipo que nació grande”. En compensación, se soslaya que desaparecieron porque la Federación Mexicana de Futbol consideró ociosa e innecesaria su existencia... y porque no hubo, ni siquiera en la institución que le dio vida, nadie que defendiera su continuidad.
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Aquellos “Leones” tuvieron, en el período inicial de su historia, capítulos interesantes, capaces de atraer la atención de los aficionados: las campañas en que fueron protagonistas de la competencia, con un plantel que era prácticamente una Selección Nacional sin la limitación de tener que depender exclusivamente de jugadores mexicanos; las aproximaciones al título que se quedaron, tres veces, a un paso de la meta, etc...
Sin embargo, no se redondeó, vía de regla, el buen deseo de que los universitarios, en masa, se convirtieran en “Leones”. Sin perjuicio de que ocasionalmente acudieran a sus partidos más llamativos, como lo hubiera hecho cualquier aficionado al futbol-espectáculo, aquellos conservaron su fidelidad a las banderas deportivas tradicionales: Guadalajara y Atlas, sobre todo.
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Ahora que se plantea el retorno de los “Leones”, por una parte, y una metamorfosis en la imagen de los “Tecos”, por la otra, al margen de las buenas intenciones --de las que es fama que está empedrado el camino del Infierno-- de sus dirigentes, queda la duda de si el entorno, en todos aspectos, es propicio para los nuevos proyectos.
Queda la duda, más concretamente, de si Guadalajara (que siempre ha sido plaza para dos equipos, los tradicionales Guadalajara y Atlas, que aglutinan a la inmensa mayoría de los aficionados --y posibles compradores de la mercancía que se les ofrece--, aunque eventualmente haya llegado a tener hasta cinco en el circuito grande... sólo para que los números, que no mienten, demostraran que eran demasiados) ya está en condiciones de albergar y, sobre todo, de hacer rentable la existencia de uno que se aferra a la vida con uñas y dientes (los “Tecos”)... y otro que anuncia su intención de regresar del mundo de los muertos.
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