Cultura

Yolanda Vargas Dulché, una gran contadora de historias

Se adelantó a su época, rompió normas y transgredió a la sociedad masculina en la que se desarrolló con sus historietas de ''Lágrimas y risas''

CIUDAD DE MÉXICO (08/MAR/2013).- En el marco del Día Internacional de la Mujer, fue recordada la escritora, historietista y productora Yolanda Vargas Dulché de la Parra, en la tercera mesa redonda del ciclo "Contadora de historias", que se llevó a cabo en el Museo de Arte Popular (MAP) de la Ciudad de México.
 
En esta ocasión las productoras Irene Sabido y Lucy Orozco hablaron en honor de quien, aseguraron, se adelantó a su época, rompió normas y transgredió a la sociedad masculina en la que se desarrolló con sus historietas de "Lágrimas y risas".
 
Para el director del MAP, Walther Boelsterly, el ciclo es un tributo y el pretexto para que ambas productoras contaran sus anécdotas de vida al lado de Vargas Dulché.
 
"Es un homenaje para evitar olvidarla, porque fue un personaje que ayudó a construir el México de hoy", detalló.
 
Para Irene Sabido, hablar de Yolanda es como agradecerle recordar el pasado, de cuando estudiaba en la Facultad de Filosofía y Letras, donde no sólo se estudiaba a Shakespeare y Moliére, sino también a Vargas Dulché y su forma tan simple de abordar los géneros dramáticos.
 
"Nunca me imaginé que con el tiempo me hablara el presidente de Televisa, Emilio Azcárraga Mílmo, para llevar a la pantalla chica una de las grandes historias de Yolanda Vargas Dulché como 'Yesenia', en la que la protagonista fue Adela Noriega y el director de la trama fue Julio Castillo, que entendió la imaginación de Yolanda".
 
Sabido aseguró que Vargas Dulché nunca escatimó un minuto de tiempo e imaginación en las grabaciones. "Fue cumplir un sueño el trabajar no sólo una historia, sino trabajar con Yolanda", aseguró.
 
Por su parte, Lucy Orozco subrayó que su entrada a la televisión y en especial a los melodramas fue con una historia de la homenajeada, "El pecado de Oyuki", una trama que tuvo dos años de producción y que representó el reto de construir en el Ajusco una pequeña parte de Japón.
 
"Fue muy costosa y desgastante, pero me llenó de satisfacciones, con Yolanda aprendí a escribir, a quitarme los miedos, aprendí muchas cosas de ella y se lo agradezco. El éxito de Yolanda era conocer el alma de la gente y manejaba bien el clasismo y el racismo", finalizó.
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