Cultura

Supermercado con carne de animales exóticos para paladares inquietos

Los comerciantes y campesinos de las aldeas venden topos, lagartos, ardillas, ranas y otros animales

LUANG PRABANG, LAOS.- Como otras pequeñas ciudades de Asia, la antigua capital de Laos, Luang Prabang, tiene su típico mercado, pero el suyo es más que eso: es un "supermercado" de carnes exóticas para la gente que prefiere éstas a la de pollo o cochino.

En los pequeños puestos de este "supermercado, los comerciantes y campesinos de las aldeas vecinas, venden topos, lagartos grandes y pequeños, civetas, ardillas, ranas de varios tamaños, y otros animales capturados en el campo o en el bosque.

La oferta alimenticia que ese día se expone en cestas de mimbre, barreños, jaulas, o sobre hules extendidos en el suelo, es sólo una pequeña muestra de la variedad de carnes que consumen los laosianos, propensos a incluir en su dieta cualquier bicho que se mueva.

"La ardilla se suele preparar a la plancha, su carne es fibrosa y fácil de digerir, mientras la de topo tiene más grasa y se emplea para hacer estofados" explica a Efe Tock Bouddakhan, una tendera que desde hace quince años vende roedores al peso.

En este lugar de Laos, uno de países más pobres de Asia, un kilo de ardilla desollada y lista para echarla sobre la parrilla, cuesta unos 10 mil kip (un dólar), mientras que la de topo oscila los 40 mil kip (unos cuatro dólares), cantidad respetable para el bolsillo de un laosiano de a pie, que con ese dinero comerá una semana.

Es casi necesario contar con ciertos estudios de zoología o tener a mano una enciclopedia de la naturaleza para poder identificar con rigor a algunos de los ejemplares de las diferentes especies de animales que se venden en el mercado de Luang Prabang, que dispone de la mejor y más amplia red de proveedores de todo el norte de Laos.

Con las primeras luces del alba, mujeres y cazadores furtivos de las tribus hmong, khamu, lua, shan y de las otras muchas que habitan en las montañas que circundan la que fuera capital del "Reino de los elefantes", vacían en el mercado las canastas en las que llevan las piezas cobradas durante su última cacería.

Tanto bicho muerto o en jaulas parece ser la explicación al hecho de que, dando un paseo por los bosques próximos a Luang Prabang, el ojo humano no aprecia el menor signo de vida animal, salvo la ocasional de algún pequeño pájaro común o de esos insectos que por ser nocivos para la salud están excluidos de la dieta laosiana.

Además de murciélagos vivos, también los hay asados y ensartados en un pincho, y hasta tienen ejemplares con los que parecen que se han practicado las mejores técnicas de momificación, todo eso, al lado de unas ratas de largos dientes y afiladas garras, que los tenderos aseguran que fueron capturadas en los bosques de bambú.

En el mercado de Luang Prabang casi es una sorpresa ver vivos y amarrados por las patas o en jaulas a algunos pollos corrientes, cerca de los puestos en los que se venden tomates, papayas, bambú y peces de río o de embalses particulares, que aún colean.

Aunque a la vista hay un único "supermercado", en realidad son dos, y es en este otro que el público no ve, donde los proveedores descargan aquellos animales salvajes que cazan para comercializar su
piel, preparar con sus partes pócimas de la medicina tradicional y hacer con sus huesos productos de artesanía o cuberterías.

De Laos procede una gran parte de las 3 mil 300 toneladas en animales salvajes y sus productos, que salen cada año de contrabando desde Vietnam con destino a China y a otros países asiáticos en los que hay demanda, de acuerdo a investigaciones realizadas por el Fondo Mundial para la Naturaleza.
Síguenos en

Temas

Sigue navegando