Primero legislación, luego digitalización
La llegada del libro electrónico a países como México supone nuevos retos para editores y autores
GUADALAJARA, JALISCO.- La llegada del libro electrónico o digital es inminente, sin embargo parece que todavía no están dadas las condiciones para que en un país como el nuestro se convierta en la gran opción de las editoriales, los autores y los lectores, pues deben analizarse primero temas de derecho y de acceso tecnológico, coincidieron al señalar diversos escritores que se dieron cita en la Feria Internacional del Libro (FIL) en Guadalajara.
Y aunque algunos ya se han hecho de su Kindle, confiesan que pese a las ventajas que ofrece el aparato, todavía no supera la calidez de un libro impreso. Éste es el caso de Xavier Velasco, quien al mismo tiempo confía en que todavía falta mucho para que el libro electrónico se convierta en una realidad en nuestro
país, aunque propone que desde ahora se comience a trabajar en una legislación para proteger a los autores:
“Creo que será un problema en el tema de los derechos; creo que la gente ya considera que no tiene que pagar por nada. Aparte es preciso que haya una legislación y más que una legislación, una conciencia para proteger a los productores de la cultura”.
Y es que habrá que poner también especial cuidado en cómo se manejarán las reproducciones de la obra, pues con las características actuales de la industria editorial Xavier Velasco asegura haber sufrido ya de los ataques de la piratería, la cual quizá podría acentuarse con la llegada de esta era digital.
Por otra parte, celebra la llegada de esta opción sobre todo el caso de la digitalización de obras cumbres de la literatura, de las que precisamente ya no se pagan derechos; aunque lamenta que esto al final de cuentas vendrá a perjudicar a aquellas editoriales que se encargan de la reedición de estas obras.
Además, el autor de Diablo guardián reconoce que el dispositivo ofrece ciertas facilidades al lector: “Me pongo a leer el Kindle y es una experiencia muy placentera, técnicamente es una maravilla y ciertamente en muchas cosas supera al libro. Sin embargo, cuando vuelvo a mi librito de papel, ¡vieras cómo lo disfruto! Yo creo que el libro electrónico tiene un sentido práctico (…), la posibilidad de buscar, que es grandioso, tiene esas cosas, pero tenerlo físicamente es un lujo que muchos lectores exigentes y cariñosos no van a pasar por alto. No es tan simple”.
Alejandro Rosas, autor de Sangre y fuego, coincide en que no será fácil que los lectores, al menos los de la pasada generación, se hagan a la idea de cambiar sus hábitos de lectura para dejar el papel y sumergirse en las nuevas tecnologías.
“Yo no me veo leyendo un libro en pantalla, te lo digo desde la perspectiva del escritor, incluso cuando escribes, estar leyendo llega a cansarte. A mí realmente me parece entrañable tener en mis manos una edición empastada y cambiar la hoja, doblar una esquina para ver dónde te quedaste. Es incluso hasta romántico. No sé si realmente tenga éxito, porque si vas en el camión tendrías que sacar tu iPod, ya implica otras cosas. Yo no sé si esto vaya a resultar, yo quisiera que el libro permanezca como ha sido”, comenta.
El futuro, ya
Este es el caso de Publidisa y el Grupo Trevenque Kaplan, que ya se han instalado en el país para promover la venta de libros digitales, con la opción a ser impresos en las librerías que promocionen el producto.
Así también, algunas editoriales se han hecho a la idea de caminar por este sendero, aunque como en el caso de Tusquets, ello sucederá hasta que se haya desarrollado una plataforma tecnológica acorde a las necesidades, según dijo hace unos días su fundadora y directora, Beatriz de Moura.
Sin embargo, puntualizó que no se ha previsto que sea un tema al que deban dedicarle todas las energías de momento, pues se ha previsto su inclusión paulatina más como un complemento del libro impreso.
Para el escritor-historiador Francisco Martín Moreno, la llegada de la era digital podría traer como una de las principales ventajas, la posibilidad de que los precios bajen y que las distribuidoras obtengan menos ganancias con respecto a los autores y las propias editoriales.
“Hay casos en que las cadenas de distribución se quedan con el 60% del importe del libro, el autor con el 10% y la editorial con el 30%, pero de ahí tienen que descontar sus libros. Aquí el que gana más dinero es el distribuidor y eso no se vale. Pero ahora con internet tú puedes bajar libros muy baratos, y claro que ahí está el futuro, (aunque) va a ser muy cansado leer en una pantallita chiquita, pero yo creo que hay que poner atención, porque para allá vamos”, explica.
Por lo pronto, ya es posible internarse en este aparente futuro a través de dispositivos como el Kindle, Sony Reader y Papyre, aunque para acceder a ellos hay que tener en el bolsillo entre 250 y 450 dólares, más el costo que implica cada texto, al menos 10 dólares.
Aimeé Muñiz
Lo bueno
*Se pueden poner al alcance del público ediciones antiquísimas que no son populares para su publicación
Lo malo
te lo quitan' ,Xavier Velasco, escritor