Cultura
Panteón Francés, una joya de la arquitectura funeraria
Se caracteriza por el eclecticismo de sus monumentos de estilos neogótico, neoclásico, neorrománico, art nouveau y art déco
La arquitecta Ethel Herrera Moreno, de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del INAH, realizó una investigación sobre este cementerio que derivó en el libro “El Panteón Francés de la Piedad como documento histórico: una visión urbano-arquitectónica” (publicado en dos tomos), editado por el Instituto.
“El objetivo fue hacer un estudio integral del cementerio, considerando todos sus elementos para tener un mayor conocimiento, reconociendo sus valores históricos, urbanos, arquitectónicos y artísticos, y así poder fundamentar su significado patrimonial para establecer criterios para su protección y conservación”, dijo la autora, quien obtuvo el Premio INAH Francisco de la Maza 2010 a la mejor tesis de doctorado en Conservación del Patrimonio Arquitectónico y Urbanístico, con esta investigación.
Analizado como un conjunto arquitectónico y urbanístico, Herrera explicó que ese sitio se caracteriza por el eclecticismo de sus monumentos de estilos neogótico, neoclásico, neorrománico, art nouveau y art déco. La fachada principal tiene una decoración art nouveau y conserva una cenefa triangular metálica con la leyenda Heureux qui meurt dans le seigneur (Bienaventurados quienes mueren en el Señor).
Entre los hitos del cementerio, figuran la capilla del Sagrado Corazón, edificada en 1890, y cuyo autor es el francés E. Desormes. Luce una fachada estilo neogótico, vitrales emplomados del siglo XIX firmados por Felix Gaudin, pinturas de caballete que representan escenas del Nuevo Testamento, realizadas por Vignal, y nichos cubiertos con lápidas de mármol que tienen grabados los nombres de los difuntos.
El número total de monumentos es de 9,298, de los cuales 565 corresponden al siglo XIX; 4,333 fueron construidos entre 1900 y 1940; y 4,364 son posteriores a esta fecha. Hay desde tumbas sencillas con lápidas de mármol, escalonadas o enrejadas, hasta sepulcros con cabecera tipo pedestal rematada con cruces o esculturas de ángeles.
La mayoría de las cruces, esculturas y relieves de los monumentos, poseen gran calidad artística, por la forma y materiales con que están trabajados; gran parte de ellos fueron realizados por autores reconocidos, como Antonio Rivas Mercado, Octavio Adolfo Ponzanelli, Norville Navari y César Navari, entre un grupo de 170 artistas.
Sobresalen las capillas con un espacio interior y a veces una cripta subterránea, las más antiguas con muros de cantería o mármol, y techos de lámina de zinc, madera, concreto, ladrillo o combinados con mármol o cantería. También hay construcciones de tres niveles con espacio para gavetas y nichos.
Ahí reposan los restos de gran número de personalidades. Ahí estuvieron Pino Suárez y Francisco I. Madero, antes de ser trasladados a la Rotonda de las Personas Ilustres y al Monumento a la Revolución, respectivamente. También Emilio Portes Gil, Manuel Romero Rubio, Ignacio Torres Adalid, Joaquín Casasús, Emilio Madero, Benjamín Hill, Joaquín Clausell, Jesús Contreras, Casimiro Castro, Ricardo Castro, Guillermo Bonfil Batalla y, recientemente, Andrés Henestrosa, entre otros personajes de diversos ámbitos.
“El Panteón Francés tiene un gran valor histórico por su antigüedad y porque forma parte de la historia de la Ciudad de México, de la intervención francesa y de la arquitectura funeraria de los siglos XIX, XX y XXI de nuestro país”, agregó la especialista.
Los cementerios tradicionales han ido desapareciendo, porque la arquitectura funeraria está cambiando por falta de espacio, cambio de ideología y reglamentos, economía e inseguridad. “Ahora se recurre a la incineración y las urnas se depositan en una iglesia o en construcciones verticales que albergan nichos, lo que modifica el concepto de los camposantos históricos. Por ello, es urgente conservar los testimonios que aún quedan de estas necrópolis”.
En un área de 105 mil metros cuadrados, el Panteón Francés de la Piedad, se localiza en avenida Cuauhtémoc 408, se fundó en 1864 y fue el primero establecido después de las Leyes de Reforma. En 1872 el gobierno del Distrito Federal concedió a Juan Etcharen, presidente del Comité de Beneficencia de la Sociedad Francesa en México, continuar con el establecimiento del citado cementerio, señala un comunicado del INAH.
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