Cultura
Museo del Prado prepara exposición de Esteban Murillo para 2012
Destacan muestras para el próximo año de Rafael Sanzio y Anton Van Dyck
'El último Rafael', que albergará el Museo del Prado del 12 de junio al 16 de septiembre próximo, es una colaboración con el Museo del Louvre, de París, dedicada al artista italiano y a su taller, centrada en los últimos años de su producción.
'El joven Van Dyck', que se inaugurará el 20 de noviembre del 2012, profundizará en las obras del pintor nacido en Amberes, Bélgica, antes de su partida a Londres, a finales de 1620, periodo en el que trabajó al servicio de la corte inglesa y del pintor barroco, de la escuela flamenca, Peter Paul Rubens.
Mientras que 'Murillo y Justino de Neve' se concentrará en la producción tardía del pintor español como fruto de su relación con el canónigo de la Catedral de Sevilla en aquella época, don Justino, la cual iniciará el próximo 26 de junio.
Bartolomé Esteban Murillo, pintor del barroco español, nació el 31 de diciembre de 1617, en el seno de una familia de 14 hermanos; fue un pintor formado en el naturalismo tardío y posteriormente evolucionó al estilo barroco, figura central de la escuela sevillana.
Huérfano de padre a los nueve años, perdió a su madre seis meses después, por lo que una de sus hermanas mayores, Ana, se hizo cargo de él, y además le permitió frecuentar el taller de un pariente pintor Juan del Castillo.
La influencia de su pariente se advierte con claridad en sus obras 'La Virgen entregando el rosario a Santo Domingo' y en 'La Virgen con fray Lauterio, San Francisco de Asís y Santo Tomás de Aquino', las cuales podrían corresponder al periodo de 1638-1640, aproximadamente.
Como pintor independiente, en 1645 recibió su primer encargo importante: una serie de 11 lienzos desatinados a adornar los muros del Claustro de San Francisco, en Sevilla, la cual incluyó 'San Francisco confrontado por un ángel' y 'La cocina de los ángeles', laureada por su minuciosidad y realismo.
Ese mismo año contrajo matrimonio con Beatriz Cabrera, con quien concibió nueve hijos, a los que pudo mantener de manera holgada gracias al prestigio que le valió la realización de las obras para el claustro sevillano.
En 1655 llegó a Sevilla Francisco de Herrera el Mozo, quien pintó en la catedral de la misma localidad 'Triunfo del Sacramento', obra que influenció de inmediato a Murillo, quien trató de hacer pinturas similares, como en 'San Antonio de Padua'.
Tras pintar dos grandes lienzos para la catedral de Sevilla, Murillo empezó a especializarse en los temas iconográficos que mejor caracterizaron su personalidad artística: la Virgen, la Inmaculada Concepción y las representaciones de Jacob.
Luego de una estancia en Madrid, entre 1658 y 1660, ese último año intervino en la fundación de la Academia de Pintura, cuya dirección compartió con Herrera, durante dicho lapso recibió los encargos importantes del retablo del monasterio de San Agustín y los cuadros para Santa María la Blanca, que concluyó en 1665.
Luego de estos encargos pintó 16 lienzos para el convento de los capuchinos de Sevilla, en los que Murillo representó las figuras de diversos santos, como San Leandro, San Buenaventura, Santa Justa, Santa Rufina y San Antonio de Padua, entre otros.
Años después se le encomendó la decoración de la iglesia del convento de los capuchinos de Cádiz, de la que sólo concluyó los 'Desposorios de santa Catalina', ya que falleció, mientras trabajaba en ella, a consecuencia de una caída desde un andamio, el 3 de abril de 1682.
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