Cultura
Muestra de Magritte, la más visitada este año en Bellas Artes
El mundo invisible de René Magritte incluyó poco más de 152 obras, entre pintura, dibujo, litografía, filmes y fotografía
CIUDAD DE MÉXICO (23/DIC/2010).- Casi medio millón de visitantes atrajo El mundo invisible de René Magritte, exposición que se presentó en el Palacio de Bellas Artes y que fue la más visitada de las muestras temporales que recibió el recinto el presente año.
La muestra del artista surrealista belga reunió más de 152 obras, procedentes de 34 préstamos de museos y colecciones particulares de nueve países, entre los que figuran los museos de Arte Moderno, de Nueva York; Reales de Bellas Artes, de Bélgica; el Magritte, de Bruselas; el Smithsoniano de Arte Americano, de Washington; el de Arte de Israel, de Jerusalén; el Nacional de Arte Moderno, de París; el de Bellas Artes, de Charleroi, Bélgica; la Colección Menil, de Houston, Texas; la Galería Tate, de Londres, entre otros.
La exposición abordó los más de 40 años de trabajo del pintor, incluyendo la etapa en la que vivió en París, donde entró en contacto con la corriente artística del surrealismo. Se pudieron apreciar pinturas, dibujos, litografías, así como filmes y fotografías del artista en el ámbito cotidiano, en compañía de sus amigos, sus perros y su esposa.
A diferencia de otros surrealistas de su tiempo, Magritte no se interesó tanto en los sueños y las imágenes como en analizar el objeto y demostrar que lo que se ve no es lo que se cree estar viendo.
El mundo invisible de René Magritte, dedicada al artista nacido en 1889 y fallecido en 1967, permaneció cerca de cuatro meses en cartel y registró una afluencia de 444 mil personas.
Cuadros como Delirio de grandeza, Golconda, El hijo del hombre y El beso pudieron ser admirados por el público mexicano, que se volcó de lleno a la exposición de Bellas Artes.
En estas piezas se constata cómo el artista belga dotó de tridimensionalidad a la condición bidimensional de la pintura, dotando a sus imágenes de diversas perspectivas e incluso jugando con la levedad y el peso.
La curaduría estuvo encabezada por Roxana Velásquez y Sandra Benito, del Museo del Palacio de Bellas Artes, quienes contaron con la asesoría de un comité curatorial integrado por la Fundación Magritte y los Museos Reales de Bellas Artes, de Bélgica.
En el mismo recinto se dedicaron exposiciones al Bicentenario de la Independencia y al Centenario de la Revolución Mexicana, aniversarios que conmemoró el país por todo lo alto en 2010, y a los pintores y escultores Manuel Félguerez y Pedro Friedeberg.
La muestra del artista surrealista belga reunió más de 152 obras, procedentes de 34 préstamos de museos y colecciones particulares de nueve países, entre los que figuran los museos de Arte Moderno, de Nueva York; Reales de Bellas Artes, de Bélgica; el Magritte, de Bruselas; el Smithsoniano de Arte Americano, de Washington; el de Arte de Israel, de Jerusalén; el Nacional de Arte Moderno, de París; el de Bellas Artes, de Charleroi, Bélgica; la Colección Menil, de Houston, Texas; la Galería Tate, de Londres, entre otros.
La exposición abordó los más de 40 años de trabajo del pintor, incluyendo la etapa en la que vivió en París, donde entró en contacto con la corriente artística del surrealismo. Se pudieron apreciar pinturas, dibujos, litografías, así como filmes y fotografías del artista en el ámbito cotidiano, en compañía de sus amigos, sus perros y su esposa.
A diferencia de otros surrealistas de su tiempo, Magritte no se interesó tanto en los sueños y las imágenes como en analizar el objeto y demostrar que lo que se ve no es lo que se cree estar viendo.
El mundo invisible de René Magritte, dedicada al artista nacido en 1889 y fallecido en 1967, permaneció cerca de cuatro meses en cartel y registró una afluencia de 444 mil personas.
Cuadros como Delirio de grandeza, Golconda, El hijo del hombre y El beso pudieron ser admirados por el público mexicano, que se volcó de lleno a la exposición de Bellas Artes.
En estas piezas se constata cómo el artista belga dotó de tridimensionalidad a la condición bidimensional de la pintura, dotando a sus imágenes de diversas perspectivas e incluso jugando con la levedad y el peso.
La curaduría estuvo encabezada por Roxana Velásquez y Sandra Benito, del Museo del Palacio de Bellas Artes, quienes contaron con la asesoría de un comité curatorial integrado por la Fundación Magritte y los Museos Reales de Bellas Artes, de Bélgica.
En el mismo recinto se dedicaron exposiciones al Bicentenario de la Independencia y al Centenario de la Revolución Mexicana, aniversarios que conmemoró el país por todo lo alto en 2010, y a los pintores y escultores Manuel Félguerez y Pedro Friedeberg.
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