Cultura

Mirada al extremo

Rafael del Río es un fotoperiodista y fotógrafo documental que se ha desempeñado en medios nacionales y extranjeros a lo largo de 15 años

GUADALAJARA, JALISCO (10/ENE/2012).- Rafael del Río es un fotoperiodista y fotógrafo documental que se ha desempeñado en medios nacionales y extranjeros a lo largo de 15 años. Actualmente trabaja en la revista Proceso Jalisco.

Es egresado de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación por el ITESO, y cursa la Maestría en Artes en la Universidad de Guadalajara.

Obtuvo la beca del Sistema Nacional de Creadores de Arte en la categoría Artes Visuales que otorga el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA), en la más reciente edición 2011. Entre otros reconocimientos, Rafael ganó un premio de honor en el Primer Festival de Fotografía Latinoamericana en París, Francia en 2004; el Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez (2000), y el Premio Jalisco de Periodismo en tres ocasiones (1999, 2001 y 2002).

Una visión íntima del abandono

“Estudié comunicación, pero la foto la aprendí trabajando en la calle y tomando cursos y talleres.  

Mis temas tienen que ver mucho con la fragilidad humana en escenarios marginales: psiquiátricos, migrantes, cuestiones de adictos, la vida en la calle; son cosas que me interesan. La fragilidad, el hombre al extremo. Y para mí han sido lecciones de vida. Después de mucho tiempo me di cuenta que eran temas recurrentes, no fue algo planeado. Me di cuenta que había una línea que era el abandono en todos sus aspectos. La soledad. Una visión intima del abandono.

Tengo una serie abierta de los migrantes y la idea es continuarla abordando subtemas. Seguir incorporando mosaicos de la frontera y también de los pueblos de migrantes, los perfiles de los familiares.  

Hay dos líneas que siempre me han servido como motores: el cine y la literatura. Y bueno, también el periodismo de investigación, el periodismo más literario. Mis series están entre lo documental y lo periodístico pero siempre con un tono muy personal. Muchas veces tienes que hablar del contexto, de la realidad que se vive: cuánta gente hay, dimensionar el problema, pero lo que me queda claro es que quiero hablar de microhistorias, de las voces individuales.

Porque generalmente cuando se habla de problemas macro, como la cuestión de la migración, siempre se habla de cifras generales y a mí me interesa hablar de cosas individuales, de historias concretas. Por ahí está mucho el sentido de mi trabajo.

Varios años trabajé en un diario y era comer noticias todos los días. Ahora (en la revista Proceso) es un perfil distinto porque son temas más de investigación. Es motivante y me late, es algo que te nutre: ser testigo de los hechos, que no te cuenten, tener una versión directa, eso es un valor rico en la cuestión de la chamba. Crearte criterios a partir de la realidad misma, y también del análisis de las diferentes voces o instituciones que aportan sobre el tema. Creo que es un gran valor, pero también hay mucha responsabilidad del periodista o del fotógrafo porque a final de cuentas eres filtro, siempre estás interpretando la situación para reflejarla.

Yo siempre trato que mis imágenes sean informativas. Si es una foto fuerte, intentar que informe evitando la parte más grotesca de las cosas. Aunque sí creo que lo que hace la diferencia es el filtro, porque yo he visto fotos muy buenas en periódicos de nota roja, pero lo que las denigra son los encabezados y las notas. Yo siempre trato de respetar la dignidad de las personas.

En mis proyectos personales siempre hay esa necesidad de expresar lo que me preocupa, lo que veo, las cosas que me mueven, la profundidad, las historias de los otros. Eso es lo que más me ha gustado hacer y lo que ha tenido un valor más significativo. Lo otro (el fotoperiodismo) es un taller cotidiano de todos los días, que te permite ser testigo directo y abrir ventanas de una realidad que a veces es fuerte y dolorosa, y es una responsabilidad. El trabajo periodístico busca crear conciencia, y la otra es una búsqueda más personal: una voz interior que busca entender al otro, o entenderme a mí a través de conocer al otro”.

Análogo vs digital

A mí me tocó comenzar a trabajar con fotografía en blanco y negro, luego cambiar a negativo a color y luego a digital. Ya había color, pero trabajé en periódicos donde todo era en blanco y negro, y era hacer todo el proceso completo.

Ahora con el avance tecnológico es mucho más democrático, más abierto, más económico y más accesible para la gente. Ha abierto posibilidades sobre todo en cuestiones técnicas, que ya en cierto modo están resueltas. Antes había un rango de error más grande, que ahora es más fácil de evitar o corregir. A mí lo que no me gusta de lo digital es que es muy impersonal, y hay ciertos tips que incluso cortan la comunicación, por ejemplo, cuando estás hablando con alguien y en lugar de seguir platicando volteas a ver cómo te quedó la foto. Es mínimo, pero sí afecta en el sentido de conocer a alguien.

Y yo voy un poco en el rollo inverso porque ahora para mis trabajos personales procuro hacer mis fotos con una cámara de juguete de plástico de 200 pesos, para hacerlo más libre y no atarme a la técnica, porque gracias a toda esa evolución que ha habido en cuestiones técnicas, ya sabes qué resultado vas a tener y se vuelve un poco más mecanizado. Entonces procuro dejar ciertos errores, propiciar vicios de procesos cruzados para generar cosas nuevas. Darle la vuelta, empezar otra vez.  

Lo que me queda claro es que tanto lo digital como los negativos son herramientas, no son medios en sí. Lo importante es cómo los aproveches, la justificación y el contenido.

La bronca que puede tener ahora lo digital que es la saturación de imágenes, porque tomas mucho pero no piensas en lo que tomas, o no sientes, que es lo más cabrón. Lo importante es darle la vuelta: dejar de tomar, y pensar y sentir antes de tomar. Tener un proceso de reflexión.  

Yo creo que al final la democratización es positiva, y (la fotografía) es interesante como una herramienta para que cada quien se conozca. Hay muchas realidades y hay muchas historias por contar. Es como la escritura: cualquiera puede escribir, pero hacer una poesía, una novela o una crónica es distinto: cambia el estilo y la forma en como lo cuentes. Igual con la foto. A final de cuentas una foto es contar una historia, o como dicen algunos autores es un texto visual. La forma como estructuras los elementos de la imagen, como los expones, la composición, es construir una historia a partir de elementos visuales.

Además de la foto, me gusta el video y empiezo a hacer productos multimedia. Ha sido una necesidad cotidiana, porque cuando escuchas un migrante, por ejemplo, y te cuenta su historia, quisieras que la gente estuviera ahí para escucharla. Y grabar video enriquece el contenido.

Prejuicios


Hay un prejuicio de que cualquiera puede tomar una foto y que el fotógrafo no piensa, o no lee o no está informado. Que toma por instinto, que (las fotos) son como chiripas u ocurrencias. Y más ahora que es un elemento muy cotidiano para todos: tienes fotos en tu casa, en el celular, y hay ese prejuicio de verlo como un recurso fácil. Pero es como el ejemplo de la escritura.

El otro problema es que no hay suficientes apoyos: siempre habrá más buenas fotos que premios o becas. En general es complicado. Hay pocos medios y pocos espacios, pero si te late algo tienes que hacer tu camino y buscar opciones. Sí hay posibilidades ligadas a la cuestión del mercado, pero hay que abrir más allá de los canales establecidos.

Pero definitivamente lo más importante es trabajar. No puedes empezar al revés: no puedes empezar por una beca y luego trabajar. Yo he tenido chance de obtener becas y premios pero siempre con trabajo ya hecho, y eso implica una disposición a desarrollar los temas de forma personal, sin filtros de compromisos que de repente son ataduras.

Creo que la gestión es un vacío que siempre ha habido y es súper importante crear canales de conexión entre artistas e instituciones o medios que apoyen. Siempre ha habido esos intermediarios sobre todo para los pintores. Es necesario llegar a acuerdos para propiciar intercambios, porque o te dedicas a la difusión o te dedicas al arte.

Las guerras de cada ciudad


Cuando estaba más chavo sí pensaba en irme de Guadalajara, pero la verdad es que aquí tienes todo y es un doble vicio. Yo estoy muy cómodo. Claro que siempre es importante salir, ver hacia fuera, pero ahora con Internet es mucho más fácil darte cuenta de lo que se está haciendo.

Me acuerdo cuando empezaba en esto, había una idea de los fotógrafos de prensa de irse a retratar la guerra y ahora ya estamos viviendo la guerra aquí. Yo me di cuenta que no, que lo que me interesaba, siendo honesto conmigo, eran las pequeñas guerras de cada ciudad. La lucha por la subsistencia, la marginalidad, las broncas de lo cotidiano, de mi entorno. Y creo que eso es ser más honesto con lo que me toca ver y vivir.  

Desde chico soy muy introspectivo y a veces no es muy sano porque tienes que darle salida. Pero sí es importante ante esta avalancha de ruido, información, fotos y todo rápido, pararte a pensar, reflexionar y ver hacia dónde vas. Y cómo estar mejor.

Aunque he tratado temas muy cabrones, lo que siempre he encontrado es una búsqueda de la felicidad, un deseo de estar bien de las personas más jodidas, y esa es la mejor lección que he tenido. Y ahora con tanta violencia que estamos viviendo, lo que busco es propiciar alegría y luz. Yo sí siento que es una  responsabilidad de los artistas generar cosas chidas”.

FRASE

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Lo que siempre he encontrado es una búsqueda de la felicidad, un deseo de estar bien de las personas más jodidas, y esa es la mejor lección. Ahora lo que busco es propiciar alegría y luz "
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