Cultura

Manos mágicas producen calaveritas de amaranto en Morelos

Este peculiar producto, además de fomentar la tradición, genera empleos y favorece a la economía familiar

TEMOAC, MORELOS (01/NOV/2014).- Familias del poblado de Huazulco del municipio de Temoac, ubicado en la zona oriente de Morelos, producen artesanalmente las calaveritas de amaranto, que se ven en distintos puntos de venta y en las ofrendas de los mexicanos.
 
Los dulces artesanales mexicanos son elaborados en esta región desde hace varias décadas para distintos tipos de gustos, los cuales se encuentran compitiendo en mercados nacionales con un posicionamiento importante.
 
En entrevista, la productora Rocío Zavala Rodríguez aseguró que "desde hace 10 años nos dedicamos a trabajar la alegría o amaranto, aprendimos este arte a través de la familia, uno de los tíos de mi esposo nos enseñó a elaborar este dulce y desde ahí iniciamos"
 
"El amaranto es cultivado en esta región pero nosotros lo compramos ya tostado, para ahorrarnos un paso importante y generamos fuentes de empleo", afirmó.
 
Señaló que "el proceso de la calaverita se inicia vertiendo miel, piloncillo a un cazo hasta que hierva, se le incorpora el amaranto el cual se revuelve hasta que se encuentra en su punto en forma de una masa".
 
Una vez lista esta mezcla, se coloca dentro de una bolsa para evitar que se enfríe y pasa a manos de los compactadores, quienes con un molde de barro reducen el amaranto para formar la calaverita de alegría.
 
Una vez moldeadas, pasan a otra mesa para colocar los ojos y decorarlas, se dejan enfriar de 10 a 15 minutos y después se envuelven con plástico en una plancha caliente.
 
En esta pequeña industria familiar se llevan a cabo cuatro tamaños de este dulce artesanal, calaverita pequeña, mediana, grande y paleta de calaverita.
 
Diariamente se producen aproximado mil 600 calaveritas pequeñas, 864 medianas y 300 grandes, con decenas de trabajadores quienes laboran en un horario de 8:00 a 17:00 horas.
 
La comercialización de este producto se realiza a través de las dulcerías de la región, para llegar a los hogares morelenses y de otros estados del país y engalanar las ofrendas del Día de Muertos.
 
Tras esta época, la pequeña industria familiar realiza otro tipo de dulces artesanales con pepita de calabaza y ajonjolí.
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