Cultura
Los escritores también ''trabajan''
En Brasil, como en México, son muy pocos los escritores que pueden vivir exclusivamente de su oficio
Esa experiencia fue compartida por tres de los cuatro escritores que participaron ayer en la mesa Destinaçao Brasil, que organiza la embajada de ese país en la FIL. Los afectados, por llamarlos de alguna manera, son Marçal Aquino, Cintia Moscovich y Paula Parisot. Todos deben combinar su oficio literato con otras actividades, sin que eso sea tan malo, aclararon.
El cuarto caso, la excepción en la regla del multiempleo, es Luiz Ruffato, autor de dos libros de poemas y ocho de novelas, entre ellos Mamma, son tanto felice, y El mundo enemigo, varias de las cuales se han traducido y ganado premios.
En lo que sí coincidieron los autores fue en que su historia de vida y su hábito temprano de la lectura “por placer” han influido en el tipo de literatura que ofrecen.
Marçal Aquino (Familias terriblemente felices y Recibiría las peores noticias de tus lindos labios), fue reportero policiaco en Sao Paulo, lo que le permitió conocer personajes que están presentes en su obra, ahora dotados de ficción.
Mientras, la autora de ¿Por qué soy gorda, mamá?, Cintia Moscovich, desciende de judíos rusos que se refugiaron en Sudamérica de las persecuciones de principios del siglo XX. Su familia tiene un cuerpo para resistir el frío de Siberia, en un país que rinde un culto exagerado a la delgadez, dijo.
Paula Parisot, la participante más joven de la mesa es de la estruendosa Sao Paulo y se educó también en Nueva York; su literatura refleja a mujeres actuales en obras como La dama de la soledad.
Luiz Ruffato retrata en sus títulos al mundo de los proletarios urbanos. Él dice que, como Juan Rulfo, intenta hablar con dignidad de los pobres. Ese intento se ha traducido en ventas importantes. No tanto como las de sus paisano Paulo Coelho: “Me gustaría vender igual que Coelho”, bromeó ante la carrilla de sus connacionales.
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