Cultura

Las pasiones místicas de Alfonso de Lara Gallardo (II)

Alfonso de Lara Gallardo se cuenta entre los más importantes maestros de la acuarela

GUADALAJARA, JALISCO.- Vocación tardía, su iniciación en la acuarela tuvo lugar a fines de la década de los 50 del pasado siglo. Contaba con 35 años de edad. Esta condición no significó en absoluto limitación alguna, todo lo contrario, le permitió acceder al mundo del color desde su madurez como dibujante y con plena conciencia del valor del tiempo. El estímulo sirvió para adentrarlo a las posibilidades expresivas (verdadero reto) del agua, los pigmentos y el papel de algodón.

Con la primera exhibición de sus acuarelas-ocurrida en 1957 en el Teatro Degollado-, de Lara no solo inició su trayectoria como pintor, sino que comenzó una promotoría involuntaria del movimiento acuarelístico regional desplegado con gran éxito durante las siguientes décadas. Pensemos, a grosso modo, en Jorge Monroy, Luis Eduardo González y Germán Palacios. Sumemos a la pintora Blanca Félix y a Jesús Carrillo Tornero. De Lara los influyó (ya sea estilística o técnicamente) de manera positiva pero, además, fue ejemplo de pundonor ético y vocacional para múltiples generaciones de artistas, tanto de la Escuela de Artes Miguel Leandro Guerra de Lagos de Moreno (1963-1965), como de la antigua Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara (1965-1981). Cómo no recordar la actitud sobria y vertical del maestro.

Lo visualizo caminando solitario y con cierta cojera por el Panteón de Belén buscando a sus alumnos dispersos. Se sentaba en un banquito plegadizo para realizar la asesoría personalizada. Una vez que revisaba cada ejercicio, carraspeaba para afinar la voz y colocando nerviosamente la montura de sus lentes sobre la nariz, planteaba las indicaciones pertinentes al discípulo con una mirada particularmente penetrante, pero filtrada por una inefable actitud bondadosa.

La “escuela” o “estilo” de acuarela fomentada en el ámbito local, privilegia, entre otras premisas: un registro o trazo general del dibujo con base en lápices blandos; un cuidadoso empleo de las diversas capas de pigmentos diluidos con agua y aplicados sobre el papel a partir de veladuras, “accidentes” o “efectos dirigidos” o bien a través de capas espesas buscando el reforzamiento de ciertas áreas; un control de la humedad desplegada sobre papeles texturizados de fibra de algodón; una búsqueda de transparencias; una persecución del contraste, de las atmósferas luminosas y de la expresividad personal del ejecutante.

La técnica de la acuarela es, junto con la aguada a la tinta china, la mas difícil y vertiginosa. Exige de quien la practica no solo educación visual y dominio de la perspectiva y el dibujo, sino destreza, rapidez y una buena dosis de capacidad de decisión. Injustamente se le ha considerado en nuestro medio como una sub-técnica. Nada más impreciso. Hoy en día su rango de importancia debe equipararse con otras técnicas tradicionales como el óleo y el acrílico.

navatorr@hotmail.com

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