Cultura

La pasión por la lectura se contagia, no se impone: Juan Villoro

El escritor visitó hoy el Colegio Madrid con el propósito de contagiar la pasión por la lectura a los alumnos de secundaria y preparatoria

CIUDAD DE MÉXICO (24/MAR/2011).- Con la idea de contagiar la pasión por la lectura a los alumnos de secundaria y preparatoria, el escritor Juan Villoro (Ciudad de México, 24 de septiembre de 1956) visitó hoy el Colegio Madrid, institución en la que estudió el bachillerato durante el periodo 1972-1975.  

Antes de su encuentro con los jóvenes pupilos, el escritor dueño de una diestra técnica narrativa, una prosa clara y concentrada, de muy certera adjetivación y atinado sentido del ritmo, adelantó que 'el gusto y la pasión por los libros se debe contagiar, porque es muy difícil imponer el gusto por ellos'.  

Explicó que la manera más eficaz de llegar a los libros es contagiar ese placer y compartirlo con los demás. 'Frecuentemente, los escritores nos quejamos de que no hay lectores, pero creo que una manera muy directa de acercarnos con futuros lectores es transmitiéndoles el gusto por la lectura', añadió Villoro.  

Desde su perspectiva, poder conversar con lectores en potencia como los que halló hoy en el colegio de donde egresó, 'es una gran oportunidad'. Y en ese sentido recordó sus años de estudiante, cuando el Colegio Madrid se ubicaba en una casa antigua por el rumbo de Mixcoac, a la que llegaba en tranvía.  

Poseedor además de un largo y variado catálogo de recursos, con los que ha venido construyendo una obra que no cesa, Juan Villoro dijo que es muy importante no perder de vista que al tiempo que la pasión por el libro se contagia, es vital que cada quien vaya descubriendo el gusto por la lectura.  

'En ocasiones alguien me dice que está preocupado porque su hijo lee libros muy malos. Creo que lo importante es, primero, descubrir el placer de la lectura y poco a poco, el gusto se va refinando y cambiando, es decir, lo importante es que los muchachos entren en contacto con libros de su interés'.  

Para ello, agregó, él recomienda libros de autores contemporáneos. 'Que estén cerca de sus mismos intereses, que hablen su mismo idioma y que compartan sus preocupaciones'. Al respecto, pensó en voz alta en obras infantiles como 'La peor señora del mundo', de Francisco Hinojosa.  

Juan Villoro, quien cultiva géneros diversos como la novela, el cuento, el ensayo, el diario de viaje, la crónica, el artículo periodístico y el libro para niños, abundó que 'esos libros pueden acercar de manera divertida e irónica a los niños contemporáneos al tema del bien, el mal y la vida misma'.  

Luego evocó el momento en que se sumergió, ya con pasión y entrega total, al fascinante mundo de las letras. 'Me formé como lector a través de una novela de José Agustín, 'De perfil', que narra las tribulaciones de un adolescente en la Ciudad de México, con quien me identifiqué plenamente y de inmediato'.  

Acotó que leyó esa obra fuera de la escuela, es decir, no por obligación escolar sino por gusto personal, porque en aquella época había el prejuicio de que los lectores jóvenes tenían qué comenzar leyendo clásicos. 'Nos daban textos en español antiguo o traducciones complejas y eso, nos alejaba de la lectura'.  

Villoro, quien fuera Agregado Cultural en la Embajada de México en Berlín entre 1981 y 1984, dentro de la entonces República Democrática Alemana, comentó que 'no se trataba de malas obras, más bien eran obras inmortales, pero como jóvenes no teníamos las herramientas para poder comprenderlas'.  

Por eso, dijo, es importante que, sin ningún prejuicio, los jóvenes lectores se acerquen a libros que tratan de su mundo, sus temas y que a partir de ellos encuentre recetas para vivir, porque desde sus orígenes, la literatura se trata de eso, de remediar las calamidades del mundo a través de remedios imaginarios.  

'Si el muchacho los consigue pronto, luego ya irá encontrando otros remedios, otras puertas hasta llegar a libros muy complejos, en español antiguos o en otras lenguas, y podrá disfrutarlos del mismo modo', concluyó Juan Villoro, apurado por la impaciencia de los chicos que ya lo esperaban. 
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