Cultura

José María Murià trae a Jalisco la Orden Isabel la Católica

Reconocimiento a la labor historiográfica del académico de Jalisco

CIUDAD DE MÉXICO (21/JUN/2011).- El historiador José María Murià Rouret, trae a Jalisco, prendada a su cuello, la Encomienda de la Orden de Isabel la Católica, uno de los reconocimientos más importantes que entrega el gobierno español desde 1847.

Murià recibió esta distinción de manos del embajador de España, Manuel Alabarta, quien destacó, en nombre del rey de España, la labor historiográfica del académico de Jalisco, principalmente por buscar una nueva mirada para explicar el encuentro de las dos culturas.

En su momento, el historiador agradeció el reconocimiento con uno de los discursos más aplaudidos de la noche y el único que arrancó tanto carcajadas como lágrimas y alguna que otra ceja alzada.

Y es que Murià, fiel a su estilo, no se limitó a agradecer la distinción: hizo un breve y divertido recuento de su paso por el trabajo diplomático para recordar que hay mucho de España de lo que México debe de cuidarse, y que el trabajo que vale la pena hacer, hay que hacerlo de la mano de los españoles y los mexicanos que no se desprecian, que no se menosprecian y que saben encontrar con dignidad las coincidencias.
Para Jalisco fueron buena parte de sus elogios.

“Este servidor de ustedes no es más que un historiador de una provincia mexicana –aunque no una provincia cualquiera”, dijo al iniciar su discurso, pero a la mitad arrancó risas cuando recordó su calidad de “macho de Jalisco”.

A sus maestros, Murià dedicó su reconocimiento: a Miguel León Portilla, ahí presente; y a un hombre que le enseñó a luchar por causas comunes y dignas entre los dos países: al canciller español Francisco Fernández Ordoñez, con quien se fraguó lo que al final sería la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado.

En el mismo acto, realizado en la residencia de la embajada de España, recibieron la imposición de la Orden, el escritor Sergio Pitol, la investigadora Elisa García Barragán y el diplomático José Ignacio Madrazo.

EL INFORMADOR/ IVABELLE ARROYO
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