Cultura

Honores para Fernando González Gortázar

El arquitecto y escultor recibirá la Medalla Bellas Artes en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México

GUADALAJARA, JALISCO (08/NOV/2014).- El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), a través del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y su Dirección de Arquitectura, entregarán la Medalla Bellas Artes 2014 al arquitecto Fernando González Gortázar. Ésta, una de las distinciones más elevadas en el ámbito cultural del país, reconoce una labor de casi cinco décadas, le será conferida hoy al mediodía, en el Museo de Arte Moderno (MAM) de la Ciudad de México.

Originario de la capital del país, creció y pasó su juventud en Guadalajara, donde estudió arquitectura en la UdeG y tomó varios talleres de escultura en la Escuela de Artes Plásticas. Ha sido urbanista, literato, viajero y amante de la música; además de la presencia de sus obras, cuenta con múltiples muestras individuales en países como Colombia, Francia, Hungría, Inglaterra y Japón, entre otros.

Con todo, señala González Gortázar, la distinción le hace sentir “agradecido y satisfecho de ver que lo que he realizado no ha sido en vano; pero también comprometido para el futuro, porque este reconocimiento es un reto, casi una provocación, como si me dijeran ‘vamos a ver si como roncas duermes’, si se justifica en mi trabajo siguiente”.

Por ello agrega el arquitecto que “es estimulante, porque uno sabe que no es un premio para uno, sino para la obra de uno, y que estas distinciones sólo se explican si hay coincidencia entre los valores que uno ha proclamado con su trabajo y los que ostenta quien otorga el premio. Es un alivio pensar, por otra parte, que se considera a la arquitectura –por fin– como parte central de una cultura”.

En sus palabras, “la arquitectura, como la definió un teórico griego, es ‘la obra principal’ —es su significado etimológico— y el arquitecto es ‘el obrero principal’; de ahí se derivan las demás artes plásticas, que surgen en función de una arquitectura”; sin embargo, aclara, “la cantidad de obra que he realizado es pequeña; en buena medida, mucho de lo que consignan los catálogos son sueños que quedaron en el papel. Me hubiera gustado, desde luego, ser más prolífico en obra concretada”.

Mi obra es lo que es

Gracias a los sueños y milagros, Fernando González Gortázar asegura que “mi obra es lo que es, y soy lo que soy. Quizá si la realidad fuera menos dura habría menos necesidad de soñar. Yo sigo pensando en el futuro, y seguiré hasta el día de mi muerte. Me siento en mi mejor momento creativo y, justamente, soñar debe ser el paso previo a realizar; no debe haber sueño sin acción ni acción sin sueño que la sustente; por eso me encanta el lema de mi universidad, porque primero hay que pensar y si uno se queda en ello es estéril, y si se trabaja sin haber reflexionado, el resultado es falto de consistencia”.

Consciente de que no se trabaja en pos del reconocimiento, destaca que su trabajo se ha dividido en varias vertientes: “La principal es la arquitectura propiamente dicha, pero he trabajado también en escultura urbana, de mediano y pequeño formato, en obras bidimensionales, he escrito libros y trabajado en radio hablando de música popular; todo eso son facetas de un mismo quehacer y un mismo empeño en estar vivo y justificar la vida”.

El arquitecto reconoce que para él “no hay una actividad que sea más importante que otra; si mi arquitectura es lo que es, se debe a que está respaldada por una infinidad de experiencias. He tenido mucho tiempo, gracias a mi poco empleo, y la posibilidad de leer mucho —no sé qué sería de mi sin esa pasión—, el privilegio de viajar y conocer buena parte del planeta. Nada de lo que hago se explica sin todo eso”.

Volver a lo marginal


A pesar de recibir uno de los reconocimientos más importantes para una trayectoria en el ámbito artístico, Fernando Gozález Gortázar enfatiza que “nada me haría sentir peor que convertirme en una estatua de bronce; quiero seguir siendo —y voy a seguir siendo— lo que siempre he sido: un trabajador intelectual de provincia que ahora, por circunstancias de la vida, trabaja en la Ciudad de México; un hombre comprometido con lo que cree y con el mundo que tiene alrededor. Quiero regresar, cuanto antes, a la condición de marginal en la que siempre estuve y de la que probablemente nunca debí haber salido”.

Y añade: “Quiero seguir siendo la misma persona sencilla que se atiene a la calidad de su trabajo para reclamar el derecho, precisamente, de tener este trabajo. Cosa que en Guadalajara no ha sucedido; hace un cuarto de siglo que no hago nada en esa ciudad. A nadie le ha interesado lo que yo hago”.

Así, el único encargo que tiene en la Entidad es el que le encomendó la Universidad de Guadalajara para el Centro Universitario de Los Altos, en Tepatitlán.

“Ese es mi contacto profesional con Jalisco, una obra que milagrosamente ha subsistido en el tiempo, para felicidad mía”.

El poder público de destruir

Fernando González Gortázar señala que la arquitectura “es la única de las artes a la que nadie puede ser ajeno; es nuestra segunda piel, la burbuja dentro de la cual transcurre nuestra existencia (la de todos los seres humanos). Por tanto, creo que la arquitectura— y el urbanismo, su extensión a mayor escala— debe estar siempre en el centro de la discusión”.

Lo anterior refiere a las obras que se realizan actualmente para construir la Línea 3 del Tren Ligero: “Recibí un mensaje de dos funcionarios del gobierno del Estado pidiendo mi autorización para demoler el puente llamado ‘Puerta de Zapopan’ que se ubica frente a Plaza Patria. Mi respuesta fue que jamás otorgaré mi autorización para demoler la obra que tengo en gran estima; que estaría dispuesto a que se destruyera uno de mis trabajos si fuera para beneficio de la ciudad y considero que la línea del tren elevado es una muestra más de la falta de la mediocridad en la que Guadalajara y Jalisco están sumidos desde hace tanto tiempo”.

Comentó el arquitecto que sus argumentos para estar en contra van desde los más duros de la realidad económica, como la pérdida de valor inmobiliario, hasta detalles que atañen más a la sensibilidad y el corazón, como la imagen y la función de la ciudad.

Añadió que pese a que la justificación para hacer la obra aérea es que resulta más barata que la subterránea, es un secreto a voces que “el cálculo estructural hecho por la empresa extranjera que contrataron está a tal grado excedido, que la obra resulta ahora más cara que si se hubiera hecho subterránea”.

González Gortázar se manifestó contra las autoridades estatal y municipales que se han sometido ante el centralismo, toda vez que su labor sería la de señalar las deficiencias del proyecto y el costo que tendrá realmente, “sus efectos negativos pueden ser eternos”.

Finalmente, el arquitecto y escultor no es optimista respecto al hecho de que respeten su negativa: “Les dije también que tienen el poder público para destruir mi trabajo, pero que no cuenten con mi complicidad”.
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