Cultura
Hallan en San Luis Potosí entierros que revelan costumbres huastecas
El INAH descubrió cinco entierros prehispánicos de personajes de alto rango social acompañados de ofrendas de vasijas que aún contienen restos de alimentos
El hallazgo, cuya antigüedad se estima entre 900 y 1521 de nuestra era, aportará información novedosa sobre las costumbres funerarias y de la dieta que tuvo la población de ese sitio de la cultura teneek o huasteca.
El conjunto de enterramientos presenta restos óseos de por lo menos siete individuos que yacen sentados y que fueron sepultados con un ajuar.
Allí destacan fragmentos de un textil con que fueron envueltos los cuerpos y que aún conserva pigmentos de tonalidades roja, azul, amarilla y blanca; así como cuentas de cobre, concha y de piedra verde.
Asimismo, las ofrendas que acompañan a las osamentas consisten en platos y vasijas zoomorfas y antropomorfas, que contienen residuos de alimentos hechos de animales como peces, aves y armadillos, además de huevos de guajolote.
Estela Martínez Mora, corresponsable del proyecto Origen y desarrollo del paisaje urbano de Tamtoc, junto con el arqueólogo Guillermo Córdova Tello, informó que esta es la primera vez que en este sitio prehispánico teneek se localizan entierros con evidencias de restos de materiales comestibles.
Añadió que ello 'arrojará nueva información que servirá para profundizar en el conocimiento de las costumbres mortuorias, así como también sobre la dieta que tuvieron los antiguos huastecos de esta zona'.
Explicó que los entierros fueron localizados en el edificio conocido como Estructura 1, en un área que correspondía a las habitaciones de la élite de Tamtoc, durante el periodo Posclásico (900 a 1521 d.C.), lo que refiere que pertenecen a gente de alto rango, cuyo papel social aún no es posible precisar con exactitud.
La especialista del INAH abundó que otra de las evidencias que hablan de la alta jerarquía de estos individuos es su ajuar funerario, integrado con cuentas elaboradas con caracoles procedentes del Océano Pacífico, así como de piedra verde de yacimientos ubicados en Guatemala, 'es decir, materias primas que eran de prestigio, debido a la lejanía de su origen'.
Estela Martínez comentó que las excavaciones de la Estructura 1 comenzaron en la última temporada de exploraciones en Tamtoc, llevada cabo a finales de 2010, durante la cual se restauró la edificación prehispánica de 60 metros de largo por 30 de ancho.
Ella además es estudiada para conocer las características que conformaban el área habitacional de élite, en tanto que este sitio arqueológico ha sido estudiado en sus sectores ceremoniales, pero no en las de uso común.
Como resultado de los estudios llevados en 2010 por Córdova en el área de la laguna de Los Patos, también se descubrió un área de talleres de lapidaria y escultura, además de restos de unidades habitacionales de poblaciones tempranas (600 a.C.) dedicadas a ambos oficios.
En el contexto de los talleres se encontró el fragmento de una estela, elaborada en arenisca, grabada con un personaje zoomorfo, del cual sólo se aprecian las piernas de un ser humano con garras de un ave en vez de pies.
El fragmento escultórico mide aproximadamente un metro de alto por 1.5 de ancho y pesa 90 kilos; a decir de Martínez 'el taller de lapidaria se suma a las evidencias de que en el sitio se elaboraba escultura de alta calidad por artistas sumamente especializados'.
La investigadora recordó que en este sitio arqueológico de San Luis Potosí se han localizado por lo menos seis esculturas sobresalientes, entre las que destacan La Sacerdotisa, La Mujer Escarificada, El Gobernante y la estela de Los flamencos.
Los talleres y las unidades habitacionales se localizaron cerca de la laguna de Los Patos, un sitio donde la gente de Tamtoc se asentó antes de construir obras hidráulicas.
En esta misma área se descubrieron dos canales prehispánicos de aproximadamente 15 metros de longitud, que sirvieron para sacar el agua que nace del manantial —donde se halló la escultura de La Sacerdotisa— y evitar inundaciones.
De la misma manera, en 2010 continuaron los trabajos para dar solución al problema de estancamiento del agua del manantial, que había provocado un proceso de degradación por humedad en la parte baja de dicha pieza escultórica también conocida como Monumento 32.
Con dichas labores además de descubrir los conductos prehispánicos se logró desazolvar completamente el área.
Otras de las labores llevadas a cabo por Córdova fue la exploración de la Estructura C3, la cual se habilitó para que el público pueda ascender a ésta y desde ahí pueda apreciar la laguna de Los Patos.
Esta pirámide es la edificación que se encuentra al norte del área ceremonial, en el límite de dicho cuerpo de agua. A través de las exploraciones arqueológicas se pudo comprobar que tiene dos etapas constructivas, una corresponde a la época del Clásico (200-900 d.C.) y la otra al Posclásico (900-1350 d.C.).
Estela Martínez indicó que además de los trabajos arqueológicos se avanzó en los estudios de antropología física —bajo la dirección de Patricia O. Hernández Espinoza, investigadora del Posgrado en Antropología Física, que se aplican a los 38 esqueletos hallados en 2009 en los túmulos funerarios del área de La Noria.
De acuerdo con los análisis, los restos presentan indicios de dos tipos de enfermedades: tuberculosis vertebral y frambesia o yaws (lesiones cutáneas y óseas).
La primera provocó en los individuos una joroba, y la segunda les ocasionaba protuberancias en todo el cuerpo, dichas deformaciones físicas ocasionaron que quienes las padecían fueran considerados seres especiales y por eso al morir se le enterró en un lugar exclusivo para quienes padecieron estas enfermedades.
Se identificaron tanto hombres como mujeres, adultos y niños; el esqueleto de mayor edad corresponde a un individuo de 39 años y el menor a un niño de 5 años.
Finalmente, Martínez adelantó que los estudios continuarán en 2011 en el área de La Noria, donde se espera terminar de excavar los túmulos funerarios que aún quedan pendientes.
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