Cultura
En homenaje, celebran legado de Alí Chumacero
Arrancó el homenaje con una guardia de honor encabezada por Alonso Lujambio, Consuelo Sáizar, Joaquín Díez-Canedo y Guillermo Chumacero
A las guardias de honor siguieron las lecturas de poemas comprendidos en los tres libros Páramo de sueños, Imágenes desterradas y Palabras en reposo, del nayarita nacido en 1918.
El poeta Jaime Labastida recordó a su colega como “un vate de gran dimensión, cuya poesía fue tallada al límite de la perfección”.
En alguna ocasión, Chumacero refirió que su poseía nació del silencio, “exigente consigo misma y con sus lectores, fue escrita sin concesiones en la más alta tradición de la poesía mexicana”.
Durante su intervención, Labastida apuntó que su colega fue un hombre que despreciaba la solemnidad, que amaba la vida y que la vivió infinitamente, “un hombre radiante de alegría y lleno de paradojas, un personaje que se ironizaba a sí mismo y que no tuvo un solo enemigo”.
Su muerte, dijo deja un gran vacío en la poesía, en la academia y en la amistad, pero al mismo tiempo genera un legado aún más allá que el que conforma su obra.
De su paso por el Fondo de Cultura Económica se deben incontables e impecables ediciones, especialmente las de autores de su generación, y gracias a su pasión por la filología y lexicografía hizo innumerables aportaciones al tesoro común de nuestra lengua.
Al homenaje asistieron autoridades como el secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, la presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Consuelo Sáizar, el director del Fondo de Cultura Económica (FCE), Joaquín Díez-Canedo, la directora del Instituto Nacional de Bellas Artes, Teresa Vicencio, el poeta Jaime Labastida y el hijo del nayarita, Guillermo Chumacero.
El secretario de Educación Pública comentó que Alí Chumacero formó parte de los autores que fundaron la revista Tierra Nueva, desde donde “sumó a la literatura castellana una obra poética con la concisión y pulimiento de un clásico”.
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