Cultura
El sueño del niño
Su surrealismo se desenvuelve entre las primeras obras donde explora sus sueños y fantasías infantiles
En 1919 llegó a París, un mundo en constante revolución. De ahí saldría la verdadera personalidad del pintor, todos sus sueños, todos sus instintos junto a sus demonios y a sus ángeles. Era precisamente esto lo que Joan estaba buscando.
Su surrealismo se desenvuelve entre las primeras obras donde explora sus sueños y fantasías infantiles (El Campo labrado), las obras donde el automatismo es predominante (Nacimiento del Mundo) y las obras en que desarrolla su lenguaje de signos y formas biomorfas (Personaje lanzando una piedra).
Conoció a Picasso y asumió las soluciones cubistas: Autorretrato. Las figuras de Miró se vuelven cada vez más sintéticas, como las haría un niño. Surge, así, su arte más personal, un adulto que quiere recuperar la infancia. Sus cuadros se llenan de color, líneas y trazos. Busca progresivamente, pierde la forma concreta y las referencias a la realidad. En sus cuadros predominan las líneas y las manchas de colores puros y semipuros: rojos, azules, amarillos, verdes, negros y blancos. Los fondos son planos y amplios. Su obra está llena de poesía. Nos ofrece un mundo irreal de colores y formas, muy lejos de las visiones concretas de los demás surrealistas.
En 1950 realiza una pintura mural para la Universidad de Harvard, los murales serán una constante en su obra. En 1958 realiza para la UNESCO el mural Noche y día, de su sede en París, realizados en cerámica, por el que recibe el premio Guggenheim. Miró es un genio del arte que no se limita a la pintura. Cultiva, también, la escultura, la cerámica y las artes menores, llevando su universo a una dificultad nada infantil. Muere en 1983.