Cultura
El sentido que nos toca
Llorar de la emoción
Siempre que pienso en el teatro (como cuando uno termina de leer una gran historia) pienso en su profunda capacidad de conmocionar con sus ingredientes: su sentido del tiempo (aquí y ahora), la palabra que se nombra (que sí o sí debe ser poética, en su fondo en su forma, pero poética), la plástica que le pertenece ( los colores elegidos, la música que le acontece), todo lo que hace posible el fenómeno de la ficción.
Me parece correcto que la Secretaría de Cultura se esfuerce en hacer una mejor convocatoria y me parece normal, que haga lo que haga los teatristas nunca terminan poniéndose de acuerdo. O hay mano negra o hay mano verde. Todo sí. Pero eso al PÚBLICO NO LE IMPORTA NI LE DEBE IMPORTAR. Y el teatrista que piense lo contrario, como teatrista es muy buen político. Y los hay. Volvamos al inicio ¿Usted recuerda algún espectáculo que lo haya mandado a casa como flotando? Eso, es lo único que nos debería de importar, como artistas. No si la deuda externa de la Muestra es que sea Estatal. ¿De qué sirve un hecho artístico que sea súper Estatal y esté mal hecho?
La gran deuda de la Muestra es que muestre trabajos comprometidos, conmovedores y profesionales, que hagan a la gente feliz y que obligue a los actores, a los directores, a los hacedores a ser mejores cada día. No si están todos los que son o son todos los que están. Deben de estar los mejores, punto. El público no merece menos. Aplaudo que haya un nutrido grupo de pequeños formatos, señales de otras formas de producción. Aplaudo la intención de buscar nuevas maneras (tanto los grupos como la propia organización de la Muestra) y creo también, que para encontrar la manera óptima, todos debemos de colaborar. Hay que ir a la Muestra sí, pero también hay que ser mejores en lo que hacemos, cada día.
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