Cultura
El poder sonoro y visual de las palabras
Los artistas Fernando Andonaegui y Mevna exhiben —en el Ex Convento del Carmen— dos obras sobre el impacto que tiene el lenguaje
Saturación y alegoría del lenguaje
Con respecto a la instalación, el artista Mevna refiere que se trata de “una acumulación de palabras que, en su conjunto, ayudan a evocar o estimular la imaginación. Todas fueron escogidas con cuidado, tomadas de las lecturas que hago —cuestiones políticas, artísticas, científicas, filosóficas— y, de este modo, la cuestión es cómo una palabra puede, por sí sola, ayudarte a llegar a aquello que buscabas, brindar imágenes”.
En esta instalación, los textos, manuscritos, se presentan sobre papel y mamparas, acompañados de un video donde se proyecta “una imagen por cada palabra”, dice Mevna; asimismo, la idea detrás de esta pieza “es hacer una saturación de elementos, buscando provocar sensitivamente y evocar lo más que se pueda. Lo que intento es ir más allá de lo conceptual, pero jugando también con lo prestablecido, sin creer en el posmodernismo, porque no me siento relacionado con él. En la pieza suceden —y dejan de ocurrir— contradicciones, adquieren y pierden sentido. Pasa de todo cuando se experimenta con el lenguaje”.
Mevna, quien fue invitado a compartir el espacio por el propio Andonaegui, reconoce puntos de conexión entre ambas obras, que aluden “al poder y la magia de las palabras; llegan a lo mismo sin ser complementarias, porque cada quien utiliza sus medios, ritmo y sentidos”; esta instalación ya había sido presentada hace un año en un espacio privado y el artista persigue aprovechar esta oportunidad “para que la vea la gente”.
Amor, odio y olvido
El artista Andonaegui presenta una escultura sonora que, bajo el título Del amor, del odio y del olvido, reproduce “20 monólogos en 20 idiomas diferentes que suenan simultáneamente; así, generan un entorno sonoro por el que se puede transitar. Todos suenan a un tiempo y se trata con ello de generar un panorama estético específico”; el arista explica que esto se asocia con el asistir a “un sitio en el que hay muchas personas y las conversaciones son simultáneas y uno puede dislocarse de la propia para atender a las demás; así, lo que se genera es un paisaje sonoro como tal”.
Por otra parte, el arte sonoro —aunque no se trata de una novedad, ya que “sus antecedentes datan desde los años sesenta”, destaca Andonaegui— ha ido ganando presencia en la ciudad, no sólo en espacios institucionales y, de igual modo, en programas académicos universitarios; ahora, el artista —sociólogo de formación— afirma que ha tomado “estos soportes” para expresarse “porque están ahí; no me considero un artista del sonido, lo que quiero es plantear mis reflexiones con cualquier medio que tenga al alcance. En este caso, fue el sonido”.
El proyecto recibió una beca EPRO-artes plásticas por parte del INBA-CONACULTA para el periodo 2012-2013, para lo cual se sugirió exhibirlo en Colima, Guadalajara y la Ciudad de México; con todo, la propuesta presentada —surgida de entre sus archivos— nació de “un viaje de dos años por Europa, de Portugal a Polonia, donde me cnofronté con idiomas que no conocía ni imaginaba su sonido. En esa interacción confusa, con independencia de la lengua, se tocan temas que nos conciernen a todos (como el amor, el odio o el olvido, por ejemplo)”.
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