Cultura
El arte, un método para olvidar las tragedias
En su reciente trabajo, el escritor propone mirar las imágenes del terremoto que devastó la Ciudad de México en 1985
La tragedia marcó a la sociedad y a toda una generación. Padilla tenía 17 años, pero las imágenes de la ciudad destruida se quedaron en su memoria y ahora las integra en un ensayo publicado por la editorial Almadía.
En Arte y olvido del terremoto, el autor señala cómo dicha tragedia fue abordada por los artistas y los escritores, así como su ausencia en ciertas manifestaciones y publicaciones.
A casi un cuarto de siglo de los hechos, Padilla propone hacer del arte un mecanismo para confrontar las tragedias y aceptarlas en la memoria sin ninguna culpa.
-- Usted era joven cuando el terremoto sacudió a la Ciudad de México, ¿por qué abordar esa tragedia en un libro?
-- Quizá no sea tan joven como parece, tenía la edad suficiente para que el terremoto del 19 de septiembre de 1985 me impactara profundamente. Este libro comenzó a gestarse desde el momento mismo en que sucede el temblor, desde entonces he estado indagando, observando, reflexionando, recordando y también olvidando, junto con el resto de la sociedad mexicana, esa experiencia que hoy me parece importante de retraer al presente.
-- ¿El arte cumple la función de ser protagonista en la recuperación de los hechos de 1985?
-- Durante mi observación en estos 25 años percibí con cierta intranquilidad el silenciamiento de la experiencia sísmica en contraste con el movimiento del 2 de octubre de 1968 o con el levantamiento armado de 1994, y su relativa ausencia en la literatura y las artes visuales, a pesar de su importancia. He constatado que en esta última disciplina y en el registro mediático el terremoto fue muy importante.
A partir de la presencia soterrada de la experiencia traumática colectiva he hecho la relación de cómo se vincula y trabaja el arte, no sólo en la memoria o en el registro, sino en cómo olvidamos las cosa o cómo deberíamos no olvidarlas, y cómo puede ayudarnos a enfrentar una experiencia dolorosa.
-- ¿Es contradictorio el olvido porque en aquel entonces la sociedad se mostró participativa?
-- De eso trata el libro. De cómo una experiencia cuya secuela inmediata provocó un movimiento social y solidario, que pudo haber sido el origen de nuestra transición a la democracia, fue silenciada por los medios de comunicación y por la institución priísta, cuya ineptitud fue evidente gracias al terremoto.
El priísmo se apropió del discurso solidario y la sociedad empezó a guardar silencio, de vergüenza y de culpa, semejante a la de los alemanes por el arrasamiento de sus ciudades durante la posguerra.
-- ¿La sociedad debió sentirse culpable y avergonzada?
-- Creo que hay dos tipos de olvido. El primero es el olvido de la negación, que por culpa o por haber dejado pasar la oportunidad de la transición remitimos ese acontecimiento al inconsciente para no verlo ni enfrentarlo. El recuerdo se va a quedar ahí anestesiado, nos va envenenar como un cáncer, pero emergerá en nosotros 25 años después como titubeos democráticos, narcoviolencia, putrefacción y desorganización urbana. Ese es el olvido de negación que hemos empleado en el terremoto de 1985. Yo propongo el segundo tipo, que es retrotraer de nuestro inconsciente esa experiencia que no supimos confrontar ni llevar hasta sus últimas consecuencias y mirarla a la cara para tomar lo bueno y lo malo, castigar y olvidar responsablemente para entender nuestro presente. En este tipo de olvido es en el que el arte desempeña una función importante.
-- ¿El arte es el medio para traer el terremoto al presente?
-- El arte tiene que traerlo pero distanciándolo. A diferencia del registro periodístico, el arte posee la capacidad de distanciarnos del hecho y nos permite verlo sin que nos duela.
Eso no ocurre con el periodismo que muestra que la desgracia fue real. En cambio, si vemos una propuesta artística, una instalación o una novela, los elementos de ficción son una distancia porque ya podemos verlo como un hecho general y no como uno particular. Así, cuando vemos el Guernica, de Pablo Picasso, no estamos viendo el bombardeo de un pueblito, sino el arrasamiento de las ciudades en todas las guerras de la humanidad.
--¿A qué asume el poco interés de los artistas mexicanos por el temblor de 1985?
-- En este ensayo hago una revisión de lo que hicieron los artistas, los escritores y los intelectuales después del terremoto. Me parece que la falta de obras artísticas explícitamente vinculadas con el terremoto podría deberse a que el creador, en cuanto a proyección de un sentimiento social, también se vio involucrado en ese elemento de negación y culpa del fracaso del movimiento social durante el espejismo salinista. Debo aclarar que en las artes visuales sí hay producción, un caso es el de Gabriel Orozco.
-- ¿El Mundial de 1986 en México permitió borrar el sismo de la memoria?
-- En los Juegos Olímpicos (1968) y en el Mundial (1986) hubo un titubeo. Este último sirvió como una distracción, pero hubo una rechifla contra Miguel de la Madrid, entonces Presidente de México, y después hubo protestas por la democracia en Chihuahua y el fraude electoral de 1988. En ese momento se da la complicidad de los medios de comunicación que habían sido destruidos por el terremoto y el Partido Revolucionario Institucional, que se apropió de la palabra “solidaridad”, ante lo que la sociedad calló y se frenó la inercia social. En 1994, cuando viene la decepción del espejismo salinista y la sociedad recuerda que guardó silencio, que creyó en el milagro de la “solidaridad” y entramos en la profunda vergüenza de habernos dejado engañar por segunda vez. Qué flaca es nuestra memoria.
-- Hay un sector que no tiene acceso a las manifestaciones artísticas, ¿cómo solucionar la accesibilidad?
-- Ésa es mi propuesta y mi lectura es que es un tema que se debate en todo el mundo. Todos están pensando no sólo cómo recordar, sino cómo olvidar. Creo que es un dilema importante que no se encuentra vinculado con la abundancia o la escasez del arte, porque hay una generación boyante de creadores; el problema es el acceso, pero por falta interés, y para generarlo se requiere de educación, pero mientras la educación pública en México esté en manos de un magisterio sin vocación, no habrá interés por el arte.
FRASE
“A diferencia del registro periodístico, el arte posee la capacidad de distanciarnos del hecho y nos permite verlo sin que nos duela”.
Ignacio Padilla, escritor
Perfil
Ignacio Padilla nació en la Ciudad de México, en 1968. Es maestro en Literatura inglesa por la Universidad de Edimburgo y doctor en Literatura española por la Universidad de Salamanca. Su obra va de la novela al ensayo. Destacan títulos como Si volviesen sus majestades, Amphitryon, Espiral de la artillería, El diablo, Cervantes, La gruta del toscano, y La isla de las tribus perdidas, entre otros que se han traducido a más de 15 idiomas. El escritor ha sido reconocido con diversos premios como el de Cuento Juan Rulfo, de París.
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