Cultura
El arte contemporáneo, sediento de crítica
Mientras aumentan las exposiciones y los públicos, distintas voces reclaman la falta de discusión sobre la relevancia y pertinencia de las obras
Pero la falta de crítica en cualquier ámbito del dominio público es tan perjudicial como el comentario más destructivo. Precisamente por esa antipatía que genera la crítica entre públicos y creadores, la escasez de la misma no es un fenómeno exclusivo de alguna disciplina artística, aunque a últimas fechas ha llamado la atención en el circuito del arte contemporáneo en México, donde el problema se ha señalado desde distintas trincheras.
Guadalajara es un buen espejo de lo que sucede a escala nacional. En nueve periódicos con publicaciones impresas y en línea, incluyendo éste, no hay un espacio definido para la crítica de arte contemporáneo (performance, instalaciones, arte-objeto, nuevas tecnologías) ni tampoco para el llamado arte convencional (pintura y escultura). Si acaso, algunas firmas invitadas esporádicamente.
En tanto, la producción y el acontecer locales aparecen pocas veces en las revistas especializadas de tiraje nacional, las cuales se pueden conseguir en puestos y tiendas departamentales de nuestra ciudad, y en ciertos casos cuelgan sus contenidos en sus páginas de internet. Algunas ediciones, como las de enero, no tienen ninguna mención sobre muestras exhibidas en ese momento en Guadalajara.
A principios de febrero, cuando se escribe este artículo, permanecían montadas al menos 12 exposiciones de arte contemporáneo entre museos y galerías.
El caso de la revista Replicante, que desde 2009 suspendió su versión impresa para volverse completamente digital, es el esfuerzo más visible por procurar una publicación de crítica de arte a través de plumas invitadas y de colaboradores. Pero aún está lejos de realizar una revisión sistemática considerable sobre la producción artística local.
“Sí se ha echado de menos una crítica sistemática, pertinente, incisiva, que trate de abordar todo el fenómeno del arte contemporáneo, porque ha habido una aceptación táctica”, comenta Rogelio Villarreal, director de Replicante.
SABER MÁS
¿Qué entendemos por arte contemporáneo?
El arte contemporáneo entendido como un género artístico y no como una manera genérica de referirse a la obra que se produce en la actualidad, nos remonta a 1960. El escritor y ensayista Félix de Azúa, también Doctor en Filosofía y frecuente colaborador de “Letras Libres”, esboza una definición simple y comprensible para resumir lo que entendemos por arte contemporáneo: “Es aquel que se aparta de la tradición milenaria de las artes occidentales, rompe con una historia museística que de hecho las vanguardias habían continuado con candidez, y adopta una posición reflexiva que no toma en consideración la obra o el artista como lo esencial de la práctica artística”.
En una publicación en febrero de 2003 en dicha revista, Azúa distingue al arte moderno como aquel que sigue interesado en la obra y el propio de las vanguardias de principios de siglo XX, mientras que a los contemporáneos “les interesa la conexión (el discurso, la acción, la situación, el sentido)”.
Más público, menos crítica
El curador en jefe del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), Cuauhtémoc Medina, recuerda que hace dos décadas las personas interesadas en el arte contemporáneo se reunían en pequeñas salas y departamentos, mientras que ahora hay una gran variedad de espacios para exhibir obra entre museos, galerías y laboratorios, al menos en las principales urbes del país.
En Guadalajara, el Museo de Arte de Zapopan (MAZ) es el único espacio de este tipo que tiene una vocación exclusiva de arte contemporáneo. Sin embargo, otros recintos que reciben dinero público como el Museo Raúl Anguiano (Mura), el Museo de las Artes (Musa), el Instituto Cultural Cabañas, el Museo de la Ciudad y la Galería Central del Instituto de Cultura de Zapopan albergan a menudo exposiciones de este tipo. Por parte de la iniciativa privada, existen galerías que se definen como promotoras del arte contemporáneo, tales como Travesía Cuatro, Diéresis, Tiro al Blanco y, Curro & Poncho. En tanto, el proyecto para construir el Barranca Museo de Arte Moderno y Contemporáneo recibió para este año una inyección de 30 millones de pesos designados por el Congreso del Estado para avanzar en su consolidación.
Entre los laboratorios destacan el Laboratorio de Artes y Variedades y su galería adjunta, Sala Juárez, administrado por el Ayuntamiento de Guadalajara; el Laboratorio de Arte Jorge Martínez de la Universidad de Guadalajara, así como el proyecto independiente Laboratorio Sensorial.
En total, al menos 12 espacios montan exposiciones de arte contemporáneo con distinta periodicidad. Pero la crítica es punto y aparte, pues se agota a pesar de que han aumentado las plataformas y el interés del público.
“México era un lugar donde la crítica se hacía en los grandes medios y hay pocos periódicos que siguen manteniendo las columnas de crítica de arte serias. En paralelo, algunos de estos medios y la televisión han venido dándoles lugar a publicistas casi fascistas”, opina Medina.
Criticar va más allá de decir qué es bueno o malo. Tampoco es descifrarle al público algo incomprensible o inaccesible a su paladar. “Encuentro demagógico el discurso de que la gente no entiende el arte contemporáneo. Nadie ha hecho un estudio, es nomás un discurso igualmente estereotípico y carente de significación en un momento en donde empíricamente se puede observar que han crecido las instituciones del arte contemporáneo, que han crecido los públicos y hasta los mercados”.
La función de la crítica, convienen expertos, es contextualizar, y si de comparativas se trata, delinear cuál arte es pertinente y cuál no en nuestra época. La especialista en arte contemporáneo y catedrática de la Universidad Iberoamericana, Karen Cordero, expone: “Hay obras de arte en las que uno puede argumentar su mayor elocuencia, pertinencia, originalidad… muchos aspectos que tengan un discurso mejor construido en términos conceptuales y estéticos. Justamente ésa es la tarea de la crítica: realizar un análisis en esos términos”.
Las modalidades de crítica son diversas: ensayos en catálogos, crítica informativa, crítica más de tipo político o poético. “En ese sentido también nos hace falta de una crítica a la crítica”, anota la académica, pues en muchos casos los comentarios sobre las obras inhiben la participación de los demás y no estimulan al diálogo, “ya sea porque las opiniones que se presenten no están bien fundamentadas o bien porque la manera de la que se expresa no es suficientemente precisa, porque no hablan de aspectos muy concretos de las exposiciones”.
El blog Kurizambutto nació a principios de 2013 como un proyecto de crítica institucional al sistema del arte en un tono de mofa y parodia. Valiéndose de memes propagados por las redes sociales y de chistes cibernéticos, creció como la espuma ganando simpatizantes y detractores entre el sector, pero se extinguió en julio del año pasado por problemas legales.
“El proyecto básicamente era para divertirnos. Mucha gente pensó que estábamos enojados y no, al contrario, estábamos muy divertirnos. Pretendíamos formar una opinión acerca del hartazgo y un desgaste de una fórmula que para mí ya estaba caduca o que ya empieza a oler a rancia”, comenta Javier Pulido, artista visual detrás del proyecto junto con la historiadora de arte y directora de Laboratorio Sensorial, Mariana Aguirre.
A pesar de su corta vida, Kurizambutto evidenció los vicios del circuito del arte, en el que es muy fácil obtener la aprobación de un sistema acrítico. A pesar de que estaba dirigido a un público especializado, la pérdida de este blog acentúa la percepción de que en el arte contemporáneo no pueden florecer proyectos de crítica duraderos.
“Me parece que hay muy poca crítica real. Es más bien una validación gratuita. Cuando tú ves en los diarios o revistas especializadas, lo único que hacen es validar lo que se está exhibiendo, nunca hay cuestionamientos sobre si lo que se está haciendo tiene calidad o no la tiene”, agrega Pulido. Rogelio Villareal, director de la revista Replicante, abona que las trampas o fraudes existen tanto en el arte conceptual como en el denominado arte convencional, es decir, la pintura y la escultura.
“Ese tipo de cosas existen pero los promotores, galeristas o exhibidores no las quieren ver. No se dan cuenta que a veces son tomaduras de pelo muy evidentes y de que los textos son incomprensibles, que son enigmáticos pero falsos, oscurecidos un poco a propósito”.
Tan lejos de la cultura y tan cerca del futbol
El desvanecimiento de la crítica, al menos de la prensa escrita, es multifactorial. Una de las causas más visibles es que está siendo desplazada de los medios de comunicación, lo que es comprobable a través del reducido espacio dedicado al periodismo cultural, donde se insertan las lecturas sobre las bellas artes.
Cuatro periódicos con cobertura regular de los acontecimientos culturales, incluyendo éste, fueron analizados en el espacio de una semana del 18 al 24 de enero. En todos esos días, el promedio de notas, artículos, crónicas y reportajes publicados en relación con la cultura local fue de 14. Es decir: dos notas por día para cubrir un amplio espectro de temáticas como las bellas artes (visuales, interdisciplinarias, escénicas, literarias), la historia, el patrimonio y la política cultural en todas las instancias gubernamentales y de la sociedad civil.
En contraste, en el mismo periodo, tres de esos diarios con cobertura regular de futbol mexicano promediaron unas 24 notas semanales de información relacionada exclusivamente con los clubes deportivos locales: Chivas, Atlas, Estudiantes y Leones Negros.
A la falta de existencia de críticos activos de arte contemporáneo, las exposiciones y manifestaciones al respecto se publican como notas informativas, sin interpretación, consumidas por la vorágine de las prisas.
Dolores Garnica es una crítica de arte contemporáneo y periodista cultural que durante cuatro años mantuvo una columna titulada “El punto y la línea” en el periódico donde trabajó como reportera, en ese entonces Público y ahora Milenio.
“El punto y la línea” es probablemente la última columna de crítica de arte contemporáneo que se imprimió sistemáticamente en un diario de circulación masiva.
“Quiero creer que se hace crítica pero que no se publica (…) eso tiene que ver con muchos factores: uno de ellos es la crisis del periodismo, que la hemos llevado muy mal en Guadalajara”.
Garnica considera que la turbulencia por la que atraviesa la prensa escrita afectó principalmente a los especialistas, pues los primeros recortes se hicieron a los reporteros o colaboradores especializados en una fuente que tenían los conocimientos y la capacidad de emitir opiniones críticas.
“Cuando esta crisis pasa, lo que hacen los periódicos es replegarse, correr a los que más cuestan, que son gente que tiene más experiencia, y que son gente especializada. Los críticos de mi generación empezamos como reporteros especializándonos en una fuente”.
“Mucha reseña y poca crítica”, coinciden distintos agentes culturales involucrados en el mundo del arte contemporáneo entrevistados por este medio: el curador en jefe del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), Cuauhtémoc Medina; la directora del Museo de Arte de Zapopan (MAZ), Viviana Kuri; el director del Museo Jumex, Patrick Charpenel; la historiadora de arte y catedrática de la Universidad Iberoamericana, Karen Cordero; el director de la revista Replicante, Rogelio Villarreal; los críticos Baudelio Lara y Dolores Garnica; así como los creadores del extinto proyecto de crítica institucional Kurizambutto, Mariana Aguirre y Javier Pulido.
Lamentan que aunque el arte contemporáneo parece estar ganando adeptos y continúa robusteciendo su sistema con la apertura de nuevos museos y galerías, el pensamiento crítico que debe acompañarle no corra con la misma suerte.
Miedo a pensar diferente
La idea de la divergencia no es algo fácil de digerir. Detrás de un imperio nublado por un pensamiento dominante y hegemónico, donde todos están de acuerdo y no hay lugar para la crítica y la libre expresión, no se esconde armonía y un mundo feliz, sino un fascismo cultural peligroso y asfixiante.
“La historia siempre nos ha dicho que la crítica es fundamental, que es una especie de pulmón de la cultura. Es un error pensar que la crítica tiene que decirnos qué está bien y qué está mal. Me gusta la idea de que la crítica es la que te ilumina las cosas. A partir de esta iluminación es cuando uno juzga, el crítico te da las herramientas para juzgar, comprender, catalogar o hasta clasificar el arte. El crítico es el que forma lectores, el que hace que la gente se acerque a ver exposiciones o que le guste el arte contemporáneo”, estima Dolores Garnica.
Por eso es saludable que el debate entre la pertinencia de las formas del arte contemporáneo en contraste con los soportes tradicionales siga ardiendo. Cuauhtémoc Medina lo explica así: “Es muy benéfico que éste sea un mundo cultural dividido. Es un gran logro del arte contemporáneo que éste sea un campo de pasiones y de cuestionamientos. Yo soy muy feliz con que eso exista”. La columnista de la edición capitalina del diario Milenio, Avelina Lésper, es una exponente del desencuentro entre esos dos mundos, al grado de que llama al arte contemporáneo “una farsa”. La suya es una voz que desacredita toda la producción del arte en soportes nuevos como el arte-objeto, el video, la instalación o el performance, es decir, en todo aquello que no sea pintura o escultura, por lo que no se le puede considerar una crítica de arte contemporáneo, ya que no está de acuerdo con sus cánones. Medina —quien ejerció la crítica a través de su columna quincenal El ojo breve, publicada en el diario Reforma (ahora en manos de Santiago Espinosa de los Monteros)— precisa que el crítico no siempre tiene la razón, pero el goce está en descubrirlo. A ello le llama ser “emancipado”, es decir, aceptar que hay cosas que nos gustan, que debemos pensar y repensar, otras que no nos interesan y algunas más que deberían ser cuestionadas. Que en algunas preguntas no hay respuestas correctas ni incorrectas, sino consensos o desacuerdos.
“El arte es un placer social y nos atañe en relación a producir este debate refinado (…) lo último que yo haría sería decirle a alguien que si se educa, va a la escuela o recibe textos de quién sabe quién, va a tener la posición correcta. Uno de los elementos del placer de esta discusión es entrar en la tarea de leer y aprender a discutir con otros”.
La crítica no siempre es destrucción. Al contrario, puede ser defensa y sustentación. “Y naturalmente, también implica el placer de dudar”.
El director del Museo Jumex, Patrick Charpenel, aporta: “Una sociedad sin este tipo de disciplina, es una sociedad plana, que no estimula el conocimiento, que no estimula la confrontación.
El valor del desacuerdo
Siempre va a haber gente a quien no le guste que digan cosas negativas sobre lo que hace o lo que piensa. “Eso no es nuevo ni es exclusivo de una sola región, país o ciudad. La gente a veces tenemos el defecto de querer que nos reconozcan y hablen bien de lo que hacemos. Sin embargo, creo que es importante que existan distintas voces y perspectivas”, opina Patrick Charpenel, director del Museo Jumex y filósofo de formación, quien ha pasado la mayor parte de su vida entre artistas y otros agentes culturales.
Los creadores del proyecto Kurizambutto, Mariana Aguirre y Javier Pulido, quienes vivieron de primera mano el enfrentamiento por ser críticos de algo a lo que ellos mismos pertenecen, son un poco más tajantes.
“Entre los artistas no hay crítica, ni siquiera constructiva, porque no tienen las bases historiográficas y de teoría para hacer un análisis. Yo no puedo criticar si no tengo cómo precisar, si no estoy comprendiendo cómo va la cosa. Por ese mismo miedo todo mundo lo que hace es complacer al otro”, expresa Pulido.
En su visión como artista, el capitalino que adoptó el alias Monster TrucK!!! opina que los creadores que sólo adulan el trabajo de los demás, lo hacen bajo un principio de reciprocidad: si yo no crítico, a mí no me critican. Eso, afirma, limita sus herramientas como artistas para estructurar sus propias obras y fortalece la percepción de que el circuito de arte contemporáneo está cerrado a los desacuerdos.
El peligro está en creer que todo lo que hacen los artistas consagrados tiene calidad. En un repaso por la historia, hay que recordar que no toda la obra de los grandes maestros es reconocida como relevante. Mariana Aguirre apunta que las cerámicas de Pablo Picasso eran apenas “bonitas” y que muchos trabajos de Salvador Dalí fueron cuestionados desde la perspectiva de la mercantilización del arte. Por eso recomienda que “si no van a tolerar una crítica, entonces que no presenten su trabajo públicamente”. Rogelio Villarreal abona que la misión del crítico es, precisamente, problematizar la obra de arte: “Siempre hay gente que se ofende, incluso en medios tan supuestamente intelectualizados como es la crítica de arte (…) me extraña la reacción de muchos artistas, el insulto. ¿Por qué no podían tomárselo en serio y responder?”.
Mientras mantuvo su columna de crítica, Dolores Garnica se enfrentó algunos a de esos sinsabores: “Tuve buenas y malas experiencias con los lectores, como todos. Una vez un pintor me retó a golpes en una cantina”, relata la ahora funcionaria de la Secretaría de Cultura del Gobierno Municipal de Guadalajara. La directora del Museo de Arte de Zapopan (MAZ), Viviana Kuri, apunta que la crítica es necesaria para alargar la vida de las obras: “Muchas veces la obra dice una cosa y lo que quiso decir el artista es otra, y entonces la vida que tiene esa obra por sí misma es mucho más rica si hay interpretaciones, diferentes puntos de vista”.
Karen Cordero, académica de la Universidad Iberoamericana, comenta que no necesariamente hay una relación antagónica entre el artista y el crítico de arte, “aunque puede ser que en algunos casos haya artistas que son muy celosos y quieren ser dueños del significado de su obra y no quieren abrirse hacia ningún lado de interpretación”. La crítica es una herramienta que permite establecer un diálogo constructivo y pensante. Decir que toda la obra de alguien es acertada o irrelevante es una ceguera de criterios.
“Creo que uno de los grandes peligros en la vida es generalizar. Es muy importante relativizar. El arte contemporáneo tiene la característica de la polisemia y que las cosas se significan desde muchos lados, y es positivo que haya una serie de herramientas para interpretar el arte de una manera interdisciplinaria y no sólo el arte, sino la vida y la cultura en general”, remata Cordero.
Sin formación para los críticos
El poeta y ensayista Baudelio Lara es uno de los pocos que han ejercido la crítica de las artes visuales en Guadalajara. Él observa que la mayor parte de la tradición crítica de nuestro país ha surgido de fuera del ámbito de las artes plásticas debido a que no ha habido una oferta educativa consistente para la formación de los críticos.
“De repente oyes que hay un curso o diplomado de tal cosa, pero ese circuito formativo no está institucionalizado, es decir, no tenemos una carrera de crítico. A lo mejor surgen de la vida académica, pero generalmente los pocos que hay se alimentan de los campos externos a las artes visuales, básicamente de la literatura misma como es mi caso”. Relata que el fenómeno ha estado cambiando últimamente, y que los propios curadores y artistas han asumido el papel de críticos, lo que les impide tomar distancia frente a todo el sistema del arte. Además, el poeta señala que la posición de utilizar la crítica para encontrar una obra maestra todos los días puede no ser acertada. “La historia del arte nos ha enseñado que la obra maestra sólo se puede ver en retrospectiva. Por todas las obras maestras que conocemos, seguramente hay millones de obras que no conocemos. Y en ese sentido no tiene por qué ser diferente en esta época”. En cierto sentido, agrega, en la figura del crítico se exige alguien con una visión superdotada, que él sea una obra de arte por sí mismo para poder criticar al resto. “En una sociedad en la cual los canales de legitimación ya no son únicos, que es un poco la nostalgia de ciertas posiciones, la obra de arte ya se volvió un objeto igual a cualquier otro. Y por tanto también el artista y el crítico. En el caso del crítico, cualquiera puede opinar sobre cualquier tema de manera fácil y libre”. Agrega que además de críticos, hacen falta historiadores de arte que recuperen la memoria histórica de cómo los artistas produjeron sus obras y en qué contexto lo hicieron. Ahora ya hay al menos una Licenciatura en Historia del Arte: la del Centro Universitario de Tonalá, de la Universidad de Guadalajara. Empero, la oferta todavía es insuficiente para una especialización crítica. Dolores Garnica estudió Letras Hispánicas porque cuando estaba en la universidad no había una oferta profesional para cursar Historia del Arte. “Soy una anomalía. Desde que era niña quería escribir sobre arte. Estudié una especialidad en crítica literaria, que no es lo mismo, pero al final me sirvió mucho para hacer crítica de arte”.
FRASES
"Reconstruir esta sociedad también pasa por recuperar la existencia de alguna clase de periodismo inteligente: medios que informen a la gente de lo que no conoce para que se produzca una opinión pública más crítica y una ciudadanía más compleja”.
Cuauhtémoc Medina, curador en jefe del MUAC.
"Hay una falta de crítica en todo el país. No hay ni los espacios suficientes ni creo que tampoco la gente que se esté dedicando a eso”.
Viviana Kuri, directora del MAZ.
"Falta crítica, sobran reseñas. Hay que ejercerla sobre la convicción que cada quién tiene. Yo creo que la prensa tiene una responsabilidad de ejercerla”.
Patrick Charpenel, director del Museo Jumex.
"En pocos casos he visto que se dé un diálogo o una discusión de fondo que desde mi punto de vista sería lo interesante de la crítica, precisamente que tengan una función de producir públicos con más herramientas”.
Karen Cordero, académica de la Universidad Iberoamericana.
"Debería de haber más canales de difusión y de crítica, de maneras de hacer y de validar arte, y no solamente un canal que ya está muy saturado como una arteria con el colesterol a punto de colapsar”.
Javier Pulido, artista visual.
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