Cultura
El ''Aire de Lyon'' impulsa al arte contemporáneo argentino
''Dentro de cinco años, veremos surgir el arte argentino, es muy fuerte'', afirma el director de la Bienal de Lyon
"Dentro de cinco años, veremos surgir el arte argentino, es muy fuerte", afirma el director de la Bienal de Lyon, Thierry Raspail, durante la inauguración en la Fundación Proa de esta exposición que prolonga en Argentina la muestra francesa realizada de septiembre a diciembre último.
Según Raspail, "la imagen en el extranjero del arte contemporáneo argentino está muy por debajo de la realidad. Hay aquí una simbiosis entre las diferentes disciplinas que no existe ya en Francia".
La argentina Victoria Noorthoor, de 40 años, es la arquitecta del éxito de la Bienal de Lyon, que en esta ocasión trajo a su país 35 de los 78 artistas de la muestra por invitación de la directora de la Fundación Proa, Adriana Rosenberg.
Ocho de los nueve argentinos presentes en Lyon participan junto a artistas de Francia, Colombia, Brasil, Holanda, Alemania, Polonia, República Checa, Sudáfrica y Zimbawe, entre otros.
La exhibición en el bello espacio de Proa, en el viejo puerto porteño de La Boca, es además para Noorthoorn una oportunidad de patear el hormiguero.
"En Buenos Aires, las instituciones son muy conservadoras, no se le da al arte contemporáneo el espacio que necesita", afirma.
Para quien trabajó en el Museo de Arte Moderno (MoMa) de Nueva York, exquisita conocedora del arte contemporáneo latinoamericano, "tenemos un escenario abundante pero los extranjeros no saben dónde verlo" .
Es por ello que Noorthoorn inició conversaciones con la ciudad de Buenos Aires para la creación de un gran espacio dedicado al arte "experimental".
Esta expresión artística tuvo su gran momento en Argentina en los años 60 y su corazón en el Instituto Di Tella, con personalidades como Marta Minujín.
Pero la explosión de la violencia de los años 70 y la dictadura (1976-1983), no le permitieron expandirse y traducirse en espacios permanentes de exposición.
En la actualidad, los jóvenes artistas se forman asistiendo a talleres, como el del artista Jorge Macchi, que forma parte de la exposición de Proa tras participar en la Bienal de Lyon.
También ofrecen formación el Instituto Universitario Nacional de Arte (IUNA) y el Centro de Investigaciones artísticas (CIA), respaldados por el Programa de artistas de la Universidad Di Tella.
Para el artista aeromodelista Ernesto Ballesteros, autor de increíbles esculturas que vuelan, hace falta de todas formas en Argentina un verdadero espacio consagrado al arte experimental.
"En Lyon puedo hacer volar mis aviones... aquí es imposible", lamenta.
Pese a todo, Irina Kirchuk, con 29 años la más joven de la muestra y que ha transformado electrodomésticos en improbables máquinas en el bar de la Fundación, es más optimista.
"No hay un verdadero mercado de arte en Argentina, pero hay un teatro alternativo muy rico, los artistas quizás no logran vender o exponer sus obras, pero pueden aplicarlas en el teatro" afirma.
Luciana Lamothe, nacida en 1975, cree, como Raspail, en la mezcla de disciplinas.
"Somos culturalmente abiertos a toda clase de influencias", afirma mientras vigila una estructura de tuberías rodantes llamada 'Cuadrado' que una joven hace girar.
Paradójicamente, este tipo de arte tan permeable a otras disciplinas se torna muchas veces alejado de todo.
"Hemos generado en Argentina un mundo desconectado del resto del arte contemporáneo", explica Diego Bianchi.
Los primeros visitantes que ingresan a la muestra se sorprenden con una bolsa de plástico negra que se mueve como si contuviera una pequeña bestia, suspendida mediante una soga por Eduardo Basualdo.
"¿Cómo lo haces?" le pregunta un visitante. "Ah... es un secreto!", responde.
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