Cultura
De las notas musicales, al arte político
Armando Castro desarrolla temas como el anarquismo, el control del Estado y el capital, y el poder de los medios de comunicación masivos
Encontró ese campo fértil en el arte contemporáneo, donde, mediante la utilización de diversas herramientas, como el video, el diseño sonoro y –más recientemente— la instalación y el arte-objeto, Armando ha podido desarrollar temas políticos que le interesan desde su juventud temprana, entre ellos, el anarquismo, el control del Estado y el capital, y el poder de los medios de comunicación masivos.
En los próximos días, el artista nacido en Estados Unidos pero criado en Guadalajara, tendrá la ocasión de presentar esta nueva faceta que ha desarrollado desde 2008, en su primera exposición individual titulada Atentado Público, la cual estará abierta únicamente el jueves 26 y el viernes 27 de enero en la galería Lap_AZ.
Entrevistado en el espacio expositivo, aún en proceso de montaje, Castro explicó que la convivencia de las cuatro piezas que conforman esta muestra, se justifica por el hecho de que todas llevan en ellas –de manera más o menos implícita—una postura crítica hacia los discursos de poder establecidos.
La primera pieza que el espectador verá en el nivel más bajo de esta particular galería extendida a lo largo de varios pisos, se llama Different Plains, y consta de una pantalla donde se muestran dos videos simultáneamente: una escena del documental To shoot an elephant de Alberto Arce, en la que dos hombres hablan mientras escuchan los aviones no tripulados que amedrentan la franja de Gaza; y en el otro lado, unos niños palestinos que se divierten al echar a volar sus papalotes.
La pieza auditiva que acompaña las imágenes en movimiento, autoría del compositor norteamericano de ascendencia judía Steve Reich, lleva por título Different Trains y de ahí el nombre de la pieza de Castro.
En el segundo y tercer nivel –sólo separados por unos cuantos escalones— penden del techo unos embudos de metal, debajo de los cuales se encuentran montículos de diversos tipos de cereal, como si un momento antes hubieran caído por ahí, tal como la arena por los antiguos relojes. Tiempo Granular, como se titula la pieza, tiene que ver con un periodo reciente que Armando vivió en el campo, pero también es una metáfora del tiempo y una reflexión en torno a la agricultura como mecanismo de poder.
Para realizar El Arte por el Fin del Arte, Castro “asesinó” un micrófono, cuyos restos descansan solitarios en el medio de otra de las salas, sólo ocupada por una pieza de audio que incluye los sonidos de aquel disparo de revólver calibre 38. “Tomé el micrófono como símbolo de la comunicación unidireccional, es decir, cuando te dicen un discurso y tú no puedes replicar”, dijo Castro, quien en este caso quiso acabar con la idea establecida de la profesionalización del artista, pues finalmente “todos somos capaces de crear”.
En la planta superior se escuchan los sonidos pregrabados de una txalaparta, instrumento rural vasco que funciona como percusión. En este caso particular, la tabla de madera que normalmente se golpea con unos palos del mismo material, se encuentra intervenida con los nombres de los 400 muertos pertenecientes a la agrupación terrorista ETA. Sosteniendo la tabla, se apilan un montón de libros sobre anarquismo.
“ETA suena igual que la palabra Estado en francés, por eso la pieza se llama L’État Terroriste (estado terrorista)”, explicó Castro, “pues si definimos terrorismo, es usar el terror con fines políticos y eso lo hace cualquier Estado”. Respecto a los nombres de los asesinados, Castro expresó que siempre se habla de las víctimas de ETA, pero muy poco de los que ha matado el estado español.
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