Cultura
Cierra la histórica librería Universal de Miami
La biblioteca se vuelve víctima de la crisis y las nuevas tecnologías, pues sus ventas bajaron en los últimos dos años
Con la desaparición de este templo de la cultura escrita en español quedan huérfanos muchos fieles clientes que amaban sus estanterías de madera, el olor de los libros y la oportunidad de crear vínculos con otros lectores, algo habitual en esta librería.
"Sentimos mucha tristeza. Tenemos dentro un nudo. Es una vida" la que se va, dijo hoy Marta Salvat, propietaria junto con su marido, Manuel, de la emblemática librería por la que han pasado autores cubanos esenciales como Guillermo Cabrera Infante, Lydia Cabrera y Reynaldo Arenas.
El descenso de las ventas se dejó sentir especialmente en los últimos dos años, una caída que se vio agravada con el recorte de presupuesto en las universidades para comprar por catálogo y el descenso en los pedidos por parte de las bibliotecas locales.
A la postre, estos factores sumados a la competencia avasalladora de los libros electrónicos y los teléfonos inteligentes han tenido unas consecuencias fatales para el negocio.
Esta librería de inmenso inventario, con un fondo editorial propio de unos mil 600 títulos, iba perdiendo clientes en un lento gota a gota. En palabras dolidas de Manolo Salvat, que fundo la librería en 1964, "todos los días moría un cliente y no me nacía otro".
Desde hoy y hasta el próximo 25 de junio, fecha en que el matrimonio cubanoestadounidense Salvat cerrará las puertas del local, los clientes de toda la vida pueden comprar los más de 10 mil volúmenes que copan las estanterías de la librería.
Los Salvat evocan con orgullo y velada tristeza los años en que "la intelectualidad del exilio cubano" se daba cita en esta librería abierta al debate de ideas y opiniones que organizaba periódicamente conferencias de importantes analistas y expertos.
"Por aquí hemos tenido a Eugenio Florit, a Octavio Acosta, al historiador Enrique Ros (recientemente fallecido, padre de la congresista cubanoestadounidense Ileana Ros-Lehetinen), Carlos Alberto Montaner, Armando Couto, Matías Montes Huidobro, Luis Aguilar León" y otros muchos, comenta la librera.
De hecho, la editorial de los Salvat fue una tabla de salvación literaria para muchos autores cubanos en el exilio que se encontraban con dificultades para publicar sus obras en Estados Unidos.
Además, a los escritores europeos y latinoamericanos les fascinaba recalar en esta librería de la popular Calle 8 de Miami, en pleno corazón de la Pequeña Habana, que se convirtió durante estos años en lugar de encuentro de intelectuales del exilio cubano y de las ideas.
"No me acaba de gustar ese mundo de la tecnología. Nuestra generación, como ninguna otra, ha pasado por un proceso de cambio muy acelerado", afirma Marta Salvat.
Pronto las estanterías de Universal quedarán despojadas de libros, dejará de escucharse el inconfundible ruido del pasar de las páginas y los propietarios no volverán a reunirse con sus fieles lectores todos los 24 y 31 de diciembre, como era costumbre todos los años.
"Nos encantaba reunirnos en la librería con los clientes esos días para tomar una copa desde el mediodía hasta la tarde. Todos se saludaban con mucha alegría. Era un jolgorio entre los libros". Todo eso se acabó.
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