Cultura
Brindan autores mexicanos tertulia sobre literatura hispanoamericana
Eduardo Lizalde asegura que México conoce bien a la literatura Colombiana
Los tres se reunieron en la Librería del Centro Cultural Gabriel García Márquez, del Fondo de Cultura Económica, en el marco de la XXII Feria Internacional del Libro de Bogotá, que fue inaugurada el miércoles pasado.
Teniendo como testigos cientos de libros y escuchas, dichos escritores abrieron su biblioteca personal para exaltar algunos recuerdos o momentos clave que guardan respecto a esta literatura.
El encargado de iniciar esta charla fue Lizalde, quien aseguró que el conocimiento que tiene México sobre la literatura colombiana es grande, debido al contacto permanente que ha existido entre ambas naciones, no obstante que durante mucho tiempo México tuvo una mala distribución en el extranjero.
"Hemos sido muy malos vendedores y distribuidores de los libros mexicanos. En mi juventud corrían millares de libros de diversas nacionalidades y muy poco se distribuían las ediciones mexicanas no sólo en Colombia, sino en otras naciones. La cosa no ha mejorado mucho, pero sí ha cambiado para bien", agregó.
Lizalde celebra que por México haya y siga circulando la literatura colombiana, y no sólo de reconocidos como Porfirio Barba Jacob o Eduardo Carranza, sino de autores contemporáneos.
"La lista es enorme de los autores colombianos que conocemos, incluso aquella, la realista, la de principios del siglo XX, de la que el maligno Borges decía que no la conocía, aunque se parece peligrosamente al periodismo", precisó.
A diferencia de Lizalde, Uribe confesó que no conoce a fondo la literatura colombiana. Sin embargo, reconoce que hay tres narradores que están presentes en su mente: Gabriel García Márquez, Nobel de Literatura, Alvaro Mutis y Fernando Vallejo.
"Mutis, aun siendo narrador, hizo una poesía que influyó en mí, como a muchos de mi generación por la forma de concebir el lenguaje. Vallejo con sus juicios radicales no demuestra que es una postura saludable que nos hace falta. García Márquez es difícil decir que no ha influido, pues es autor de una de las grandes prosas del siglo pasado y éste", comentó.
Por su parte, Domínguez dijo que él si cree en esa cuestión demagógica, supuestamente falsa, de la hermandad entre países, sobre todo desde el punto de vista literario.
"La idea de literatura nacional, si alguna vez fue cierta, ya no lo es, porque las literaturas cada vez se parecen más. Lo que lee un joven escritor en Los Angeles, en Bogotá o en México cada día es más cercano", adujo.
"Los alimentos espirituales de los escritores de ahora, incluidos los malos, venenosos y los que intoxican, son más o menos los mismos. Así que creo que las literaturas nacionales marchan a la extinción", comentó.
De hecho, en su libro Diccionario crítico de la literatura mexicana incluye a Gabriel García Márquez, Fernando Vallejo y Alvaro Mutis: "lo hice porque yo creo que la literatura de un país la hace quien escribe en él, ¨qué pasaporte tengan?, no lo sé y si lo supiera eso es secundario, porque en el caso de Gabriel forma parte para bien o para mal de la vida intelectual y política de México desde hace más de 40 años".
Domínguez Michael está convencido de que a un lector no debiera importarle tanto la nacionalidad del autor, ya que se ha conformado una verdadera comunidad de la lengua en todo el mundo.
Pero no sólo Colombia es tierra que ha dado autores admirados por los tres mexicanos. Cada uno de ellos hizo referencia a algunos nombres que han sido importantes dentro de su vida profesional.
Uribe fue el que hizo énfasis en el tema. Recordó a quien fuera su maestro: Augusto Monterroso, autor de origen guatemalteco (aunque se asumía como hondureño) de quien aprendió su rigor.
"Tomé durante un año un taller con él y después de cada nación salía cansado, pensando que no debía escribir más. Sin embargo, asumí el reto para demostrarle que sí podía escribir", recordó.
También el argentino Julio Cortázar influyó en él: "Fue para mí y para mi generación como una forma de Dios. Cuando leí Rayuela me hizo sentir que se podía ser un buen escritor. Definitivamente fue un antes y después para mí".
Finalmente, al hablar sobre los criterios que utilizan para elegir los libros que van a leer, Lizalde dijo que en esta etapa de su vida, ha tenido que reducir posibles autores, porque ya no hay tanto tiempo como en su juventud.
En el caso de Domínguez, confesó lo siguiente: "Me he vuelto más mañoso e impaciente. Si no me gusta un libro lo dejo. También leo las propuestas de mis enemigos, no se puede vivir sin ellos". Mientras que Uribe aseguró haberse convertido más en explorador.
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