Cultura
Autores recuerdan el significado de Octavio Paz en sus vidas
Las remembranzas de 21 creadores concluyeron la serie de actividades por el Centenario del natalicio del escritor
En la ceremonia, realizada en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, el presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Arte ( Conaculta), Rafael Tovar y de Teresa, agradeció a todos los protagonistas quienes en los últimos días participaron en las diversas actividades organizadas para celebrar al Premio Nobel de Literatura 1990.
"Quiero agradecer a todos por hacer posible en estos días, uno de los encuentros culturales más memorables del que se haya tenido noticia en nuestro país, gracias a todos", expresó.
El también promotor cultural indicó que con una bitácora personal, se tejió un entramado de recuerdos, lecturas, lectores, paisajes y afectos que transcurren en varias ciudades del mundo.
Dijo que Paz demostró siempre su gran capacidad para convocar a grandes voces y plumas del mundo, "una capacidad que estaba estrechamente relacionada con su interés por propiciar el debate y la reflexión".
El funcionario refirió que el propósito de recordar al poeta a 100 años de su nacimiento, fue el de ser fieles a su pasión critica.
Más que construir estatuas e ídolos de piedra, afirmó, nos hemos enfocado en poner en contacto su obra con a las nuevas generaciones de lectores y al mismo tiempo acercarla a la de algunos de los escritores y pensadores más grandes de la actualidad.
Agradeció a autores como los Premio Nobel de Literatura Wole Soyinka y Gustave Marie Le Clezio , entre otros, por hacer una relectura de la obra de Octavio Paz, la cual dijo, es inacabable, infinita y siempre nueva.
"La celebración por el 100 aniversario de su nacimiento ha abrevado de esta necesidad, a un tiempo vital e intelectual, que distinguió a Paz por conversar en el pensamiento de los hombres", señaló Tovar y de Teresa.
Enseguida, el telón del Palacio de Bellas Artes se levantó y aparecieron los escritores Aurelio Asiain, Fabienne Bradu, Adolfo Castañón, José de la Colina, Jorge Edwards, Enrique Fierro, Teodoro González de León, Juan Goytisolo, Hugo Hiriart y Enrique Krauze, para recordar desde la experiencia íntima y personal, la figura de Octavio Paz.
Celso Lafer, Norman Manea, Elena Poniatowska, Alberto Ruy Sánchez, Charles Simic, Lasse Söderberg, Anthony Stanton, Danubio Torres Fierro, Hugo J. Verani, Ida Vitale y Eliot Weinberger, fueron el resto de los autores que integraron el programa.
Sentados en un escenario con un paisaje árido y acompañados de tres troncos sin follaje en dos niveles de madera, cada uno, con una bitácora personal, tejió un entramado de recuerdos, lecturas y paisajes para al final crear el mejor retrato posible del nobel de literatura mexicano.
Minutos antes de que la escritora Elena Poniatowska tomara la palabra, se dio lectura a un poema de Octavio Paz, el cual estuvo dedicado a su hija, Helena Paz Garro, fallecida el pasado domingo en Cuernavaca, Morelos.
La autora de "La Noche de Tlatelolco" recordó con cariño al autor de "El laberinto de la soledad" y dijo haberlo conocido desde 1953 y haber visitado su casa en la colonia Mixcoac, "en la que los muertos eran más que los vivos y su madre, era el pan que él cortaba con su propio cuchillo".
En la sesión titulada "Retrato coral de Octavio Paz", Poniatowska dijo que a pocos días antes de la muerte del destacado escritor, en la Casa de Alvarado, "sus palabras hicieron llorar a muchos reunidos a cielo abierto.
"Pero el llanto que más me dolió fue el de Julieta Campos amiga de años, que se emocionó al oír al poeta que desde su silla de ruedas, nos pidió que fuéramos dignos de las nubes del Valle de México.
"Seamos dignos del Sol, del Valle de México. Exhortó Octavio y agradeció que el Valle de México tuviera iluminado su infancia, madurez y su vejez", rememoró.
Aurelio Asiain habló de la relación que tuvo con Paz y refirió que el mejor whisky con el nobel mexicano, ocurrió en 1991, cuando una noche acudió a sacar dinero en la calle de Oaxaca en la colonia Roma y al salir, fue sorprendido por dos sujetos quienes lo despojaron de su dinero.
Tras el susto, reveló que fue a parar a unas cuadras del hogar de Octavio Paz, en la colonia Cuauhtémoc, donde al tocar fue recibido por el propio autor quien apareció desconcertado.
Reveló que apenas vio a Paz y comenzó a tartamudear; e instantes después Marie Jo, la esposa del escritor mexicano le ofreció un caldo de pollo, a lo que el autor dijo que sería mejor un whisky doble.
"Cuando escuchó mi narración su primer impulso fue: ir tras ellos. Después, llamó a la policía cuando me retire, pero antes de irme, hablamos largamente de otras cosas, sobre todo de las mujeres de Casanova, de la fuga de la cárcel de los plomos desde luego, y regresé a mi casa de muy buen humor", relató.
En su oportunidad, Adolfo Castañón habló de la seriedad con que trató a Paz, a quien nunca lo tuteó, "le desvelaban y divertían las palabras y sus historias".
Reveló que a Paz le impacientaba mucho no encontrar palabras en el diccionario y "más no tener el diccionario en que esta voz se encontraba".
Asimismo, indicó que alguna ocasión le prestó un diccionario, que Paz quiso pagárselo, por lo que le firmó un cheque que Castañón nunca lo cobró.
"Paso el tiempo y un día, me habló para preguntarme que había sido del cheque que me había dado. Nunca he tenido una relación convencional con el dinero, y le dije que no lo cobre y que lo había guardado como un recuerdo, pues es su firma y que su cheque era más valioso que el efectivo", refirió.
Jorge Edwards habló del significado que fue para su formación intelectual Octavio Paz, al tiempo que citó algunas expresiones del mexicano.
Dijo que Paz, fue la imaginación crítica, la palabra libertad, la poesía como visión, revisión y descubrimiento.
"Fue una conciencia de movimiento abierta, curiosa que se expresaba en el instante, en el pasado, en las circunstancias, una conciencia en el tiempo", dijo.
El Premio Cervantes de Literatura 1999 calificó a Octavio como un explorador de la identidad "suya y nuestra, la de México, la de América Latina, la del otro y la de nosotros".
Consideró que como poeta examinó "nuestro mestizaje cultural, religioso, político, el sincretismo áspero, atropellado, la síntesis frágil y trágica en un mundo que piensa en su carácter, pasado personal o colectivo, con temores y autocensuras.
"Fue uno de los poetas que tuvo la inteligencia en la punta de la lengua, en lenguaje creado, en tras tracción encarnada", concluyó.
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