Cultura
Amor por los animales
Fernando Vallejo charla con Mil jóvenes en la FIL
A diferencia de Yves Bonnefoy cuando charló también con unos mil jóvenes en el mismo Salón Juan Rulfo hace dos días, no parecía despertar en muchos de ellos los más tiernos sentimientos ante sus canas. En el centro del escenario, un delgado Vallejo de amplia frente habla sobre el origen del universo y continúa, con apenas breves pausas en las que se concentra de nuevo para hilar su discurso, con una astringente crítica a los distintos cristianismos y otras religiones como el islam y el budismo.
No tardó ni 15 minutos en salir el primer contingente de adolescentes, unos cinco o seis, sorprendidos e indignados de que llamara al catolicismo una mitología más, un invento de Roma, y que despotricara contra Juan Pablo II acusándolo de ser una alimaña inconsciente de la sobrepoblación: “No le recen porque no sirve, está en el infierno, que si no yo le pediría que me consiguiera un amorcito”.
Entre Fernando Vallejo y un público dividido en opiniones, sólo media un inofensivo micrófono convertido en arma letal. La Biblia entera —excepto algunos versos del Libro de Job y del Eclesiástico—, el papa Bergoglio, dictadores… todos desfilan hacia el matadero de las descalificaciones entre risas nerviosas y más y más recuas de adolescentes que continúan abandonando asientos que no tardarán en ser ocupados de nuevo por quienes escuchaban de pie o querían aproximarse.
“¿Cómo es posible que Cristo haya mencionado a los cerdos y las víboras para ofender a sus enemigos?”, cuestionaba Vallejo. “De entre los animales domesticados, sobre todo los perros y los cerdos son mis hermanos”. “¿Por qué Bergoglio, jesuita, no escogió el nombre de Ignacio en lugar de Francisco? San Francisco, que llamaba hermano a un lobo pero también a la luna, una materia inerte”.
Los dientes apretados abundan a uno y otro lado del salón, y Vallejo parece contento de escandalizar a gran parte de los asistentes a su charla en uno de los históricamente bastiones cristeros del país. Aquí y allá, sonrisas nerviosas o francas risotadas ante las opiniones del autor de La virgen de los sicarios. No habla de literatura, ni de cine, ni de música —algunas otras de sus pasiones—. “Eso aquí no les importa. Vengo a exhortarlos a amar a los animales y, si no son capaces de hacerlo, al menos respetarlos”, sentenció antes de despedirse derrochando elogios a la FIL de Guadalajara.
Síguenos en