Cultura

Adiós al papá de Memín Pinguín

El legendario historietista Sixto Valencia fallece a los 81 años, víctima de un infarto, en su casa de la Ciudad de México

GUADALAJARA, JALISCO (24/ABR/2015).- ¿Cómo van a definir las generaciones que vienen a Sixto Valencia? Quizás sea justo decir que fue un creativo incansable. Un hombre de palabras bien pensadas y charla bohemia. Siempre vestido de manera elegante y con su inseparable sombrero. Dotado de una mente ágil y dedos siempre veloces. De alma noble y poco dado al reconocimiento público. Y para todos será siempre Memín Pinguín o, sencillamente, un eterno generador de sonrisas.

Ayer por la mañana comenzó a difundirse en redes sociales la noticia del fallecimiento del legendario dibujante, misma que confirmaría posteriormente Luis Gantús, biógrafo de Valencia, quien habló de un infarto y convocó a familiares, colegas y amigos a darle el último adiós en una agencia funeraria de la Zona Rosa en el Distrito Federal.

La  última estampa que dejó Valencia en Guadalajara fue la de un hombre sonriente y agradecido con la vida, además de orgulloso de su legado. Era diciembre de 2014 y lucía contento en el marco de la Feria Internacional del Libro (FIL), donde se le rindió un homenaje con la entrega del Premio “La Catrina”, en el marco de su Encuentro Internacional de Caricatura e Historieta.

Allí reflexionó sobre el legado que le estaba dejando al mundo: “Espero que el fin de mi existencia no me sorprenda repentinamente, sin realizar un par de proyectos muy avanzados, pero si está escrito, me daré por bien servido”.

“Espero se me recuerde como un dibujante que brindó su arte para el sano entretenimiento de las familias y que dejó un legado cultural a México”, agregó.

Hoy estas palabras adquieren una nueva dimensión al tiempo que la comunidad de la historieta mexicana y fanáticos de distintas generaciones le dicen “adiós”. Sí, con lágrimas, pero agradecidos con las  sonrisas que dejó a través del eterno Memín Pinguín.

Su obra magna

Sixto Valencia Burgos, quien recorrió todos los géneros, desde la historieta histórica hasta el humor y las aventuras, y todavía se desempeñaba como director del Museo de la Historieta Mexicana de la Ciudad de México, nació en Tezontepec, Hidalgo, en 1934, y se inició de manera autodidacta dibujando en maderos y pencas de maguey.

Luis Gantus y Melina Gatto, autores de “Sixto Valencia. Una vida entre viñetas”, que publicó el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo, recuerdan que su primera oportunidad para hacer dibujo se la dio un diario, cuando tenía 17 años.

Luego, su primera obra completa fue “Cliperton”, de más de 320 páginas, hecha por encargo para la Unión Linotipista, en 1958. Pasó por varias publicaciones hasta que en 1962 llega su primer gran trabajo: “Milagros de Cristo”, con el cual empezó a trabajar con otra leyenda de la historieta, Yolanda Vargas Dulché (1926-1999).

Con ella consolidó una fructífera mancuerna profesional a partir de 1963, cuando empezó a publicarse la revista “Memín Pinguín”, con argumento de ella y dibujos de él.

Su éxito, explica Gantus, fue haber creado un Memín más simpático, agradable, diferente, más caricaturesco, que enarbola valores familiares y de amistad, a través de un lenguaje popular mexicano, en su forma más pura, logrando vender un millón y medio de ejemplares semanalmente. En total salieron 372 números (a lo largo de siete años) que se han publicado continuamente hasta hoy en países como Colombia, Perú, Bolivia, Irán, Italia, Estados Unidos, Japón y Filipinas.

FRASE


"Memín me ha dado el reconocimiento y la fama, y aunque he hecho más personajes, a él le tengo un gran agradecimiento por dejarse hacer lo que mi pincel quiso".

Sixto Valencia, creador el Memín Pinguín

SABER MÁS

Creador prolífico


Sixto Valencia fue el creador artístico de “El libro único”, “Criollo el caballo invencible”, “El látigo negro”, “Biografías selectas”, “El charro de oro”, “Fabulitas”, “La serpiente desplumada” y “El caballero de la mesa cuadrada”.

Hacia el final de sus días, Valencia se mantenía como un hombre activo, aunque vivía preocupado por la industria de la historieta —a cuyo “boom” él pertenecía—, lamentando que ésta atravesara por una crisis: “la historieta prácticamente se ha acabado debido a la argumentación y a que editores ya no le apuestan a este género”.
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