Cultura
'ATÓN-Ulises I', la misión espacial de FIL
Como un homenaje a Julio Verne, la Feria Internacional del Libro fue escenario del lanzamiento del nanosatélite
La FIL no sólo se trata de libros y eso quedó demostrado la mañana de ayer cuando la azotea de Expo Guadalajara sirvió como plataforma de despegue de este nanosatélite que si bien no orbitará la Tierra ni lleva tripulación a bordo, sí permitirá realizar estudios que en un futuro den paso a lanzamientos de mayor formato y complejidad.
A simple vista “Ulises I” no parecía reflejar el cliché de los satélites que la NASA y Hollywood han acostumbrado a mostrar al espectador cuando se presume el avance tecnológico de este tipo de ciencia espacial; sin embargo, Miguel Alcubierre Moya, director del ICN, explicó que este suceso bautizado como la Misión “ATÓN-Ulises I”, va más allá de ser un globo estratosférico capaz de llegar al límite del espacio a 45 kilómetros de altura.
El proyecto se divide en dos partes: por un lado está “ATÓN”, un instrumento diseñado en el ICN por el equipo de Gustavo Medina Tanco, que tiene el objetivo de realizar análisis de telemetría para controlar satélites, justamente como “Ulises I” que, a diferencia de los satélites científicos, es un prototipo artístico diseñado por Juan José Díaz Infante y el Colectivo Espacial Mexicano, que aprovecha el encuentro literario tapatío para rendir un homenaje —en forma de satélite— al 150 aniversario de la novela “De la Tierra a la Luna” del francés Julio Verne.
“Es un satélite chiquito que es conectado a la plataforma ATÓN. No monitorea nada en especial, sólo son pruebas de instrumentación, pero se lanza desde la FIL como una sinergia ciencia-arte. Lleva cámara para saber por dónde va volando y paralelamente envía datos de telemetría. Es como un prisma alargado de 50 centímetros de alto que lleva colgado a Ulises I, un cilindro de 20 centímetros de alto y 15 de diámetro”.
Tras la cuenta regresiva para poner en acción a “Ulises I” sobre el cielo tapatío, bastaron 20 segundos para que este nanosatélite —un proyecto en el que se trabajó por tres años y con una inversión aproximada de tres millones de pesos— se esfumara ante la vista no sólo del equipo de científicos, también de los curiosos que desde azoteas vecinas vigilaban cada movimiento en un intento de capturar el lanzamiento con sus celulares.
Gustavo Medina Tanco, investigador argentino albergado en la UNAM desde hace nueve años, detalló que este proyecto en colaboración con la Agencia Espacial Mexicana y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), logró acreditar las 81 fases de certificación para ingresar al espacio y posteriormente explotar a las cuatro horas, aproximadamente, para descender en paracaídas.
“La actividad espacial está comenzando en México, nos faltan recursos humanos, tecnología, eso hay que desarrollarlo, estamos atrasados. Con un sistema como ATÓN-Ulises I podemos ir a la estratósfera, recuperar los instrumentos, corregirlos y desarrollar mejor tecnología y mantener vigente la actividad espacial. Estamos en otros proyectos como detectores de moléculas, que también da pie para hacer un telescopio espacial grande con la participación de 15 países y que sería instalado en la Estación Espacial para observar partículas que entran a la tierra, y que tiene planes de ser volado en 2016 y 2017”.
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