Cultura
A 25 años de su muerte, Salvador Dalí aún cautiva al mundo
Muestras, exposiciones, galerías y hasta películas celebran el aniversario luctuoso del pintor surrealista
Salvador Dalí, justo el 23 de enero de 1989, el pintor surrealista dejaba de luchar contra las manecillas de los relojes blancos que él mismo pintó y moría en el hospital Comarcal de Figueres (Cataluña, noreste de España) escuchando su disco favorito, la ópera “Tristán e Isolda” de Wagner.
A ese hospital había sido ingresado unos días antes, tras sufrir una nueva crisis en su estado de salud, muy mermado tras la muerte siete años antes de Gala, su musa y esposa.
Luego de conocerse la noticia, el ayuntamiento de su ciudad natal decretó tres días de luto para que los habitantes pudieran visitar su capilla ardiente, que se instaló en su domicilio de Torre Galatea, para ir a darle su último adiós. Y miles lo hicieron, incluso niños, pese a que tuvieron que esperar largas colas en las calles de Figueres, cuyos balcones y comercios se habían llenado de crespones negros.
También hubo políticos y algunos familiares. Como sus dos primas de más de 80 años de edad y quienes no le veían hacía cinco años. Una de ellas, Montserrat, reconoció que nunca sabrá “si era él quien no quería verme o no le dejaban”, en referencia a sus últimos y polémicos secretarios personales a quienes incluso se acusó de haber falsificado su firma en algunos cuadros. Falsificaciones que a Dalí no sólo no le importaban sino que decía que en la imitación de su obra veía una prueba más de su grandeza.
Como última voluntad, el genial pintor, que murió a los 84 años de edad, había dejado escrito que le taparan la cara porque no quería que nadie viese la decrepitud de su rostro y su sufrimiento durante los últimos años de su vida. Pero no se cumplió. Fue cuidadosamente embalsamado y se intentó dejarle la misma cara que tenía en los años 80. Y con su inolvidable espeso y retorcido bigote al cielo y vistiendo una túnica blanca con la inicial D grabada en ella, fue mostrado dentro de un ataúd.
Polémico hasta después de muerto, dos días después fue enterrado en su pueblo. Una decisión también contraria a su voluntad, según Arturo Caminada, su chofer y fiel mayordomo durante los últimos 37 años y quien le acompañó hasta el final de sus días.
Caminada contó que él quería haber sido enterrado junto a Gala en el Castillo de Púbol, que el pintor había comprado, rehabilitado y decorado en 1969 para su musa y donde estaban construidas dos tumbas en la cripta para Gala y Dalí. Pero Mario Lorca, alcalde de Figueras dijo que unos días antes de morir, Dalí cambió de opinión y le pidió ser enterrado en Torre Galatea, en la cúpula del edifico que alberga su casa-museo.
Por eso allí se instaló la capilla ardiente y allí se enterró. Rodeado de su obra, pero solo, y a 30 kilómetros de quien fuera su compañera de vida.
Este jueves se cumplen 25 años de su muerte pero la Fundación Gala-Salvador Dalí, que él mismo impulsó y quien se ha encargado de conservar su legado, no ha organizado ningún acto para conmemorar esta fecha. Sí para celebrar el 40 aniversario de la creación de su Fundación, a la que pertenecen la Casa-Museo en Portlligat; el Teatro-Museo de Figueras, donde está enterrado, y el Castillo Gala Dalí, en Púbol, donde se encerró tras la muerte de Gala y donde vivió hasta que un incendio lo destruyó.
Para celebrar este 40 aniversario hace unos días la Fundación presentó en el Teatro-Museo de Figueras la última adquisición de obra del pintor. Un óleo sobre madera: “La tartana fantasma”, que pintó en 1933, que un día perteneció al poeta inglés Edward James, y que la Fundación Dalí compró a un coleccionista. Un cuadro que se incorpora al acervo del museo que alberga más de 300 obras del artista, y que él mismo ideó para que todos los visitantes tuvieran la sensación de estar viviendo un sueño, como él mismo dijo.
Genial, polémico, cautivador, sublime, sorprendente, irreverente, creativo, cálido, vivaz, egocéntrico, irritante, anticomunista e incluso simpatizante franquista, y rebelde, Dalí fue todo eso y más. Pero sobre todo fue un artista que cautivó al público y que hoy, 25 años después de su muerte, sigue despertando admiración en todo el mundo.
Prueba de ello es que la Fundación Gala-Salvador Dalí es el museo privado con más visitantes de España. El año pasado una gran retrospectiva de su obra marcó récords de visitantes. Primero en el Centro Pompidou de París (Francia), donde fue vista por más de 800 mil personas. Y luego en el Museo Reina Sofía de Madrid, donde fue vista por más de 730 mil en apenas cuatro meses. Gracias a eso el museo español no sólo no perdió visitantes como le pasó al Museo del Prado por culpa de la crisis económica en España, sino que consiguió un total de 3 millones 184 mil 640 visitantes, 24% más que en 2012. Fue la muestra temporal más visitada del museo.
Y es que en ambas exposiciones estaba todo Dali. Desde sus primeras obras sobre él, de su familia y de su vida en Figueres, el pueblecito de la Costa Brava en el que nació y creció y en el que en 1925 pintó el famoso cuadro “Muchacha en la ventana”. Hasta el “Dalí anciano” en el que se refleja su pasión por la ciencia y las nuevas tecnologías.
Pasando por el “Dalí de la Residencia de Estudiantes de Madrid” donde conoció al poeta Federico García Lorca y a Luis Buñuel. El Dalí surrealista con influencias de Picasso y Miró y obras como la emblemática “El gran masturbador”, que pintó tras su primer viaje a París y que se considera su primera obra surrealista. El Dalí en Francia, país al que huyó en 1936 al estallar la Guerra Civil española, y donde impresionó primero y escandalizó después a los surrealistas. El Dalí en Estados Unidos, donde se exilió de nuevo tras huir de la Segunda Guerra Mundial y donde triunfó con obras como “Cabeza Rafaelesca estallando”. Y su última obra “Cola de golondrina y violenchelos”, que pintó al morir Gala.
También en 2013 los tres museos que conforman la Fundación Gala-Salvador Dalí: el Teatro-Museo Dalí, el Castillo Gala Dalí de Púbol y la Casa Salvador Dalí de Portlligat batieron cifras de visitantes: más de un millón y medio. Es decir, 8.42 % con respecto al año anterior. Y es que 25 años después de muerto, Dalí sigue demostrando ser inmortal.
MADRID, ESPAÑA (22/ENE/2014).- Este 23 de enero se cumplen 25 años del deceso de
A ese hospital había sido ingresado unos días antes, tras sufrir una nueva crisis en su estado de salud, muy mermado tras la muerte siete años antes de Gala, su musa y esposa.
Luego de conocerse la noticia, el ayuntamiento de su ciudad natal decretó tres días de luto para que los habitantes pudieran visitar su capilla ardiente, que se instaló en su domicilio de Torre Galatea, para ir a darle su último adiós. Y miles lo hicieron, incluso niños, pese a que tuvieron que esperar largas colas en las calles de Figueres, cuyos balcones y comercios se habían llenado de crespones negros.
También hubo políticos y algunos familiares. Como sus dos primas de más de 80 años de edad y quienes no le veían hacía cinco años. Una de ellas, Montserrat, reconoció que nunca sabrá “si era él quien no quería verme o no le dejaban”, en referencia a sus últimos y polémicos secretarios personales a quienes incluso se acusó de haber falsificado su firma en algunos cuadros. Falsificaciones que a Dalí no sólo no le importaban sino que decía que en la imitación de su obra veía una prueba más de su grandeza.
Como última voluntad, el genial pintor, que murió a los 84 años de edad, había dejado escrito que le taparan la cara porque no quería que nadie viese la decrepitud de su rostro y su sufrimiento durante los últimos años de su vida. Pero no se cumplió. Fue cuidadosamente embalsamado y se intentó dejarle la misma cara que tenía en los años 80. Y con su inolvidable espeso y retorcido bigote al cielo y vistiendo una túnica blanca con la inicial D grabada en ella, fue mostrado dentro de un ataúd.
Polémico hasta después de muerto, dos días después fue enterrado en su pueblo. Una decisión también contraria a su voluntad, según Arturo Caminada, su chofer y fiel mayordomo durante los últimos 37 años y quien le acompañó hasta el final de sus días.
Caminada contó que él quería haber sido enterrado junto a Gala en el Castillo de Púbol, que el pintor había comprado, rehabilitado y decorado en 1969 para su musa y donde estaban construidas dos tumbas en la cripta para Gala y Dalí. Pero Mario Lorca, alcalde de Figueras dijo que unos días antes de morir, Dalí cambió de opinión y le pidió ser enterrado en Torre Galatea, en la cúpula del edifico que alberga su casa-museo.
Por eso allí se instaló la capilla ardiente y allí se enterró. Rodeado de su obra, pero solo, y a 30 kilómetros de quien fuera su compañera de vida.
Este jueves se cumplen 25 años de su muerte pero la Fundación Gala-Salvador Dalí, que él mismo impulsó y quien se ha encargado de conservar su legado, no ha organizado ningún acto para conmemorar esta fecha. Sí para celebrar el 40 aniversario de la creación de su Fundación, a la que pertenecen la Casa-Museo en Portlligat; el Teatro-Museo de Figueras, donde está enterrado, y el Castillo Gala Dalí, en Púbol, donde se encerró tras la muerte de Gala y donde vivió hasta que un incendio lo destruyó.
Para celebrar este 40 aniversario hace unos días la Fundación presentó en el Teatro-Museo de Figueras la última adquisición de obra del pintor. Un óleo sobre madera: “La tartana fantasma”, que pintó en 1933, que un día perteneció al poeta inglés Edward James, y que la Fundación Dalí compró a un coleccionista. Un cuadro que se incorpora al acervo del museo que alberga más de 300 obras del artista, y que él mismo ideó para que todos los visitantes tuvieran la sensación de estar viviendo un sueño, como él mismo dijo.
Genial, polémico, cautivador, sublime, sorprendente, irreverente, creativo, cálido, vivaz, egocéntrico, irritante, anticomunista e incluso simpatizante franquista, y rebelde, Dalí fue todo eso y más. Pero sobre todo fue un artista que cautivó al público y que hoy, 25 años después de su muerte, sigue despertando admiración en todo el mundo.
Prueba de ello es que la Fundación Gala-Salvador Dalí es el museo privado con más visitantes de España. El año pasado una gran retrospectiva de su obra marcó récords de visitantes. Primero en el Centro Pompidou de París (Francia), donde fue vista por más de 800 mil personas. Y luego en el Museo Reina Sofía de Madrid, donde fue vista por más de 730 mil en apenas cuatro meses. Gracias a eso el museo español no sólo no perdió visitantes como le pasó al Museo del Prado por culpa de la crisis económica en España, sino que consiguió un total de 3 millones 184 mil 640 visitantes, 24% más que en 2012. Fue la muestra temporal más visitada del museo.
Y es que en ambas exposiciones estaba todo Dali. Desde sus primeras obras sobre él, de su familia y de su vida en Figueres, el pueblecito de la Costa Brava en el que nació y creció y en el que en 1925 pintó el famoso cuadro “Muchacha en la ventana”. Hasta el “Dalí anciano” en el que se refleja su pasión por la ciencia y las nuevas tecnologías.
Pasando por el “Dalí de la Residencia de Estudiantes de Madrid” donde conoció al poeta Federico García Lorca y a Luis Buñuel. El Dalí surrealista con influencias de Picasso y Miró y obras como la emblemática “El gran masturbador”, que pintó tras su primer viaje a París y que se considera su primera obra surrealista. El Dalí en Francia, país al que huyó en 1936 al estallar la Guerra Civil española, y donde impresionó primero y escandalizó después a los surrealistas. El Dalí en Estados Unidos, donde se exilió de nuevo tras huir de la Segunda Guerra Mundial y donde triunfó con obras como “Cabeza Rafaelesca estallando”. Y su última obra “Cola de golondrina y violenchelos”, que pintó al morir Gala.
También en 2013 los tres museos que conforman la Fundación Gala-Salvador Dalí: el Teatro-Museo Dalí, el Castillo Gala Dalí de Púbol y la Casa Salvador Dalí de Portlligat batieron cifras de visitantes: más de un millón y medio. Es decir, 8.42 % con respecto al año anterior. Y es que 25 años después de muerto, Dalí sigue demostrando ser inmortal.
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