La temporada de lluvias termina y hay dos noticias: la buena es que el Lago de Chapala recuperó dos metros con 21 centímetros en su nivel de almacenamiento, ubicándose con la tercera mejor recuperación de los últimos 20 años, reporta la Comisión Estatal del Agua de Jalisco (CEA); la mala es la correspondiente a los efectos negativos en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG), en donde cinco mil personas resultaron afectadas tras las inundaciones registradas, según un estudio actualizado por el Instituto de Información Estadística y Geográfica de Jalisco (IIEG).Mientras las obras que forman parte del Plan Integral para el Manejo de Inundaciones (PIMI) ya se encuentran terminadas y funcionaron durante este temporal, confirma el Sistema Intermunicipal de los Servicio de Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA) -excepto el proyecto en el Parque San Rafael, que está suspendido por un amparo-, el municipio de Guadalajara concentra la mayoría de colonias perjudicadas por la falta de una mayor inversión en infraestructura.Más de cinco mil habitantes de la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) se vieron afectados por las inundaciones del temporal. Según un estudio publicado por el Instituto de Información Estadística y Geográfica de Jalisco (IIEG), estas personas habitan en un área circundante de 100 metros alrededor de una decena de puntos que destacan por ser los que presentan “más peligro” de sufrir inundaciones en Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque y Tonalá.El estudio señala áreas como los cruces entre Mariano Otero con Lázaro Cárdenas y López Mateos, así como Niños Héroes cerca del Centro de Tlaquepaque. Son de las zonas con mayor riesgo, debido a la frecuencia y magnitud de las lluvias. Además, se indica que hay más de 147 puntos en los municipios mencionados donde es recurrente la presencia histórica de estos incidentes pluviales.Jaime Alberto Moreno Cacho, director de Operaciones de la Unidad Estatal de Protección Civil y Bomberos Jalisco, señala que en años recientes no se han documentado “grandes cambios” en las zonas donde se presentan problemas. “No ha salido nada fuera de lo cotidiano.Las zonas de inundación en la Zona Metropolitana de Guadalajara han sido las mismas”.Jésica es una de las afectadas por el temporal de este año. La madrugada del pasado 30 de agosto, una tormenta desbordó el canal de Patria y provocó que el agua entrara a su domicilio ubicado sobre la avenida del mismo nombre. Alcanzó aproximadamente medio metro de altura. A pesar de que la acumulación del líquido en esta zona no es una situación nueva, fue la primera vez que el agua llegó más allá de la cochera. “Los drenajes colapsaron porque el río ya estaba desbordado. Se veía una laguna que daba de Patria en el lado de Guadalajara hasta Patria en Zapopan”.Según el Atlas de Riesgos de la Unidad Estatal de Protección Civil del Estado de Jalisco, Patria y los alrededores del Parque Ávila Camacho es el área más grande donde se concentran las inundaciones en la zona metropolitana. Perteneciente a la Cuenca de Atemajac, comprende el área limitada por Patria y Ávila Camacho, López Mateos en el Sureste, y Acueducto y Pablo Neruda en el Poniente.La inundación le costó a Jésica la pérdida total de dos coches y un piano, además de daños en el piso de su domicilio. En 40 años que lleva viviendo en ese domicilio nunca había enfrentado una situación así.Salvo un proyecto, todas las obras que forman parte del Plan Integral para el Manejo de Inundaciones (PIMI) se encuentran terminadas y funcionaron durante este temporal, indica el director técnico del Sistema Intermunicipal de los Servicios de Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA), Alejandro Gutiérrez Moreno.Las 13 obras que constituyen al PIMI tuvieron una inversión de más de 800 millones de pesos y se espera que contribuyan a disminuir los problemas de inundaciones en áreas de riesgo dentro de la Zona Metropolitana de Guadalajara. Está incluye el colector Felipe Zetter, el cual tiene una capacidad para liberar 100 mil metros cúbicos del líquido. Señaló que esta obra evita que 100 millones de litros de agua lleguen a la zona de López Mateos y Mariano Otero, una de las áreas que han presentado problemas durante este año.Al respecto, el director técnico reconoce que las inundaciones en dicha zona han persistido, pero indica que, con la actividad de la obra, este año esperan que se note una diferencia “relevante” en el número de eventos y la gravedad de éstos una vez que termine el temporal y se puedan obtener las estadísticas de todo el año.Ante la repetición de incidentes en los alrededores de esa confluencia, el ingeniero precisa que las obras del PIMI “son de mitigación” y que la gravedad de los incidentes se debe a la variación en factores climatológicos.Afirma que “se diseñaron las obras con base en la normatividad vigente de la Comisión Nacional del Agua. Establece que, para drenajes pluviales urbanos, es un periodo de retorno de 10 años, en las cuales pueden aparecer tormentas de mayor intensidad que pueden superar las capacidades de las obras, lo que permite adquirir información necesaria para actualizar éstas.Con respecto a las lluvias del pasado 10 de junio que provocaron la inundación de la estación Dermatológico de la Línea 1 del Tren Ligero, Gutiérrez Moreno aclara que esa zona no ha sido intervenida por las obras del PIMI.“Ese canal lleva quizás 20 años construido. Es donde hay ese problema, pero no tiene nada que ver con las obras del PIMI”.Añade que hay otros proyectos enfocados para ampliar los trabajos en Tlajomulco y que están a la espera de ser aprobados para ser incluidos en el Programa de Egresos de la Federación del próximo año. Según datos de Protección Civil, este año suman dos muertes directamente relacionadas con las lluvias. Este dato va a la baja en comparación con 2017, cuando fallecieron seis personas en circunstancias similares.Mario Alberto Chávez ha pasado toda su vida en la calle Liceo, ubicada en Alcalde Barranquitas. En lo que va del año ha sufrido dos inundaciones, la primera fue en su propio domicilio ubicado en el cruce con Silvestre Revueltas, en mayo pasado. La segunda ocasión fue una cuadra más abajo, en la casa de sus padres, sobre la misma calle en su intersección con Maestros. En 60 años que llevan sus familiares habitando esa casa, nunca habían experimentado una situación similar.El viernes 12 de octubre, alrededor de las 6:00 horas, una tormenta provocó una inundación que hizo que brotaran las aguas negras del drenaje del domicilio. “(El agua) salió del baño, de las coladeras, de todos lados...”.En dicha casa viven 10 personas, entre sus padres, tíos y otros parientes. Son una familia numerosa que suele salir a tomar el fresco por las tardes en la banca que tienen fuera de la casa. A unos metros de ellos se encuentra, desde hace dos años, una lumbrera en construcción que será parte de la Línea 3 del Tren Ligero. Un ligero hedor a agua sucia flota por la calle.Una gruesa manguera negra colocada por el municipio tras las inundaciones suscitadas pasa frente al domicilio y baja hacia Maestros. Por ahí pasan las aguas negras que una bomba succiona para liberar el líquido que se acumula cuando llueve y cuyo paso por el drenaje se ve obstruido por las construcciones.“Jala la bomba y aun así brota el agua”, comenta Mario, mientras realizaba un recorrido por la calle afectada en días pasados. La bomba fue colocada luego de que varios vecinos se manifestaran ante las autoridades. Unos días después, la bomba fue colocada.Mario señala a una casa ubicada en la esquina y comenta que la familia que ahí habitaba abandonó el inmueble ante los problemas con las inundaciones y el hecho de que el ruido de las obras, apenas a unos cuantos metros de ahí, no los dejaba dormir.Además de la familia de Mario, los domicilios aledaños también sufrieron la entrada del líquido aquella madrugada. El agua sucia que invadió sus hogares provocó la pérdida de prendas de vestir, calzado y otros bienes. La mayor preocupación de Mario y su familia es que lo acontecido esa madrugada no vaya a ser un acontecimiento aislado. “¿Qué vamos a hacer cuando sea una tormenta grande?”, se pregunta. Voz del expertoJosé Antonio Gómez Reyna (académico de la Universidad de Guadalajara).Las inundaciones en la zona metropolitana no son un problema nuevo. El origen se encuentra en el crecimiento descontrolado de la ciudad, un sistema de drenaje obsoleto y la construcción de obras sobre zonas que son cauces naturales. Así lo indicó José Antonio Gómez Reyna, académico del Centro de Estudios Estratégicos para el Desarrollo de la Universidad de Guadalajara (UdeG). Para solucionar estos problemas, estima que se necesitan al menos 20 años de obras, y eso solo si no crece más la ciudad.“La Zona Metropolitana de Guadalajara no tuvo un ordenamiento normal. Zonas que eran depresiones en el valle, ahí se presentaban escurrimientos y era ya una zona normal de inundación. Igual que lo son los arroyos o los pequeños ríos que estaban en la ciudad. Al invadir esta zona automáticamente se provoca que se vayan a inundar. Al llover, el agua inunda estas zonas que forman lo que se llama las microcuencas de los valles y por ahí va a escurrir el agua”.El investigador Antonio Gómez Reyna precisa que se requieren dos tipos de drenaje: uno pluvial y otro urbano.Este último debe ser exclusivo para los desechos que generan los habitantes de una zona metropolitana y debe contar con una capacidad adecuada al tamaño de esta. No obstante, es común que en la metrópoli se cuente con un solo sistema de drenaje que combine ambos servicios. Esto genera la sobresaturación del sistema, lo que no está exento de consecuencias (se estima que se requieren de nueve mil millones de pesos).“El problema es que los drenajes no se han sobredimensionado, no los han crecido de su diámetro. No los han crecido porque es muy costoso. Si construyes en una zona donde se acumula el agua, no vas a tener otro resultado que una inundación cuando llueva. Tenemos casos donde muchas veces en esas zonas pantanosas se construyó: por ejemplo, está la Colonia Modelo, acá en Chapalita... estas zonas durante años fueron zonas de depresión donde se acumulaba el agua. Ahora son zonas de inundación”.Acentúa que en algunos puntos es común que se conviertan en ríos naturales. Los ríos Atemajac, San Juan de Dios y Blanco son ejemplos de eso. Debido al crecimiento del nivel que estos cuerpos de agua presentan en una temporada de lluvias activa, entubarlos inhibe su capacidad natural, por lo que dichos drenajes se ven superados en su capacidad.“La ciudad debe tener límites, no puede crecer hasta el infinito. Y este límite debe tener una infraestructura de acueductos y drenajes adecuada”Aunque las lluvias suelen tener efectos negativos para la Zona Metropolitana de Guadalajara o las zonas urbanas en Jalisco, la abundancia de las precipitaciones también ofrece beneficios. Por ejemplo, durante este temporal, el Lago de Chapala ha recuperado dos metros y 21 centímetros. Actualmente, el cuerpo de agua se encuentra arriba del 80% de su capacidad, y los niveles podrían ser más altos gracias a los escurrimientos y las lluvias que resten.Esta recuperación se debe a que la entrada de agua por la Cuenca Lerma Chapala ha sido constante y aún continúa. Las lluvias en la cuenca empezaron desde mayo de este año, cuando por lo general dan inicio en junio o julio. Actualmente, la mayor parte de las presas de la cuenca se encuentran al 100% de su capacidad, incluso desfogando hacia el Lago de Chapala, indica Raúl Alberto Acosta Pérez, gerente de Gestión de Cuencas de la Comisión Estatal del Agua (CEA).“Ahorita con los niveles de la cuenca cualquier lluvia provoca la recuperación en el lago".Se trata de la tercera mejor recuperación del lago en los últimos 20 años y hay probabilidades de que llegue incluso a ser la segunda.Mencionó que el mes de septiembre fue el mejor de todo el año, pues el lago reportó una recuperación de 72 centímetros. En dicho mes, hubo ocasiones en que el lago recuperó hasta cuatro centímetros en un solo día. Resultó particularmente beneficioso puesto que la tierra se encuentra húmeda y las presas ya se encuentran en su mayor nivel, por lo que resulta fácil que el lago se alimente. Los meses de mayo y junio también presentaron niveles de recuperación por arriba del promedio.A pesar de que los pronósticos para el término del temporal son optimistas, Acosta Pérez señala que las lluvias ya comienzan a disminuir. En los datos históricos, el nivel más alto de recuperación que Chapala ha presentado en los últimos 20 años se dio en 2003, cuando para mediados de octubre ya se había reportado un ascenso total de tres metros con 25 centímetros.Por el contrario, el peor año en el mismo periodo fue en 2011, cuando el agua apenas se recuperó en 24 centímetros a inicios de agosto, momento en el cual el incremento se detuvo. De todos los municipios de la metrópoli, es la capital jalisciense la que se ve más castigada por las inundaciones durante el temporal. Así lo demuestra el hecho de que, según el estudio del IIEG, siete de las 10 colonias que presentan mayor riesgo de inundaciones se encuentran en el municipio tapatío.Estas colonias son Jardines del Bosque, Santa Elena Alcalde, Vallarta-Arcos, Zona Industrial, Ferrocarril, El Retiro y Verde Valle. Además, siete de las obras del Plan Integral para el Manejo de Inundaciones (PIMI) están concentradas en dicho municipio.Dentro del área que comprende Guadalajara convergen tres de las ocho cuencas presentes en el Área Metropolitana de Guadalajara: San Juan de Dios, Atemajac y San Andrés.Puntos como Alcalde Barranquitas, El Deán o la Calzada Independencia son áreas en las que es ya típico que se den problemas por inundaciones durante la temporada de lluvias.Según datos de 2017 del Atlas de Riesgos de la Unidad Estatal de Protección Civil, en Guadalajara se concentra la mayor parte de las zonas con inundaciones. Destacan Jardines del Country y Providencia hacia el poniente, las colonias paralelas a avenida Normalistas hacia el Norte, la colonia San Andrés en el Oriente y la zona entre las avenidas Lázaro Cárdenas y Gobernador Curiel hacia el Sur, como zonas donde se puede apreciar una mayor concentración de riesgo hidrológico. Según un estudio de la Universidad de Guadalajara, el sistema de alcantarillado de la ciudad está pensado para servir a una ciudad de 800 mil habitantes. En 2017, el municipio tenía una población de un millón 521 mil habitantes. El diagnóstico plantea que el sistema de drenaje de la ciudad es “obsoleto para desalojar las aguas precipitadas durante las tormentas del verano”.Drenaje insuficiente