Domingo, 16 de Marzo 2025
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Los imponentes Tepuys de Venezuela

Las peculiares montañas planas

Por: EL INFORMADOR

PAISAJE. Es necesario ir para disfrutar de la magnificencia de estas antiguas (y planas) montañas.  /

PAISAJE. Es necesario ir para disfrutar de la magnificencia de estas antiguas (y planas) montañas. /

GUADALAJARA, JALISCO (10/JUN/2012).- Oigan”, nos dijeron nuestros amigos, “¿cómo es esa loquera de viajar hasta América del Sur, y meterse en la selva tan sólo para ver unos cerros planos que les parecen muy curiosos?”.

“Pos sí pues –contestamos muy a la tapatía–, en gustos se rompen géneros. Hay a quienes les gusta sentarse días enteros manejando las barajas. Otros los hay que se parten el alma por meter una pelota en un hoyito. Otros más, se obsesionan por pagar millones por el horroroso cuadro El grito, de Edvard Munch. A nosotros –les dijimos– nos gustan los cerros, los ríos, los mares y las cosas naturales que son irrepetibles”. Cada quien sus gustos… y su siquiatra.

“Para nosotros estos Tepuys –les platicábamos con emoción– son unas de las joyas geológicas milenarias más antiguas, únicas y maravillosas que existen en el planeta. Estas mesetas planas y altísimas, son formaciones de dura roca arenisca sedimentaria, que han permanecido ‘expuestas’ en la superficie terrestre, por más siglos y eones (eras geológicas) que ninguna otra.

“Tienen la peculiaridad de haber durado así, casi intactas, casi cuatro mil millones de años (¿?). Desde los tiempos en que la mayor parte de la tierra formaba el enorme continente llamado Pangea, y la vida aún no existía (no hay fósiles de ninguna especie en las cimas)”, les platicábamos tratando de convencerlos del valor geológico de estos maravillosos y aún selváticos lugares de las cuencas del enorme Orinoco y el exótico Amazonas del sur de Venezuela.

“Pero… ¿cómo fue que ese cachito de Pangea vino a dar a Venezuela?”, me preguntaban incrédulos. “Parece ser (lo aseveran quienes saben) que ese gran continente se fue dividiendo en varias partes en el curso de millones de años; quedado una parte en lo que ahora es el continente africano; otro pedacito ‘se vino flotando’  para formar Sudamérica, dejando en el medio al océano Atlántico; y otro más ‘navegó’ hasta la actual Australia, conservándose en la superficie algunas partes fraccionadas de esa enorme ‘costra’ de dura roca de casi tres kilómetros de espesor (los famosos Tepuys) que  han conservado incólumes con sus imponentes paredes verticales, debidas a la erosión que han sufrido las planicies bajas que se extienden en su rededor”, trataba de explicarles de una sencilla manera.

“Y… ¿cómo hacen para calcular esa edad y todos esos datos con tanta seguridad?”, casi agresivamente me preguntaban. “Bueno –aseveré tomando un poco de aire y un trago de tequila–, no es muy fácil de explicarlo”, contesté tomando fuerza para comentar, aunque fuera someramente, algo de los estudios que se hacen con la ayuda de modernos aparatos y tecnologías de vanguardia. “Pero… lo que sí sé –les dije escabulléndome–, es que esa cantidad de tiempo que los científicos aseguran es muy difícil de imaginar (el humano tiene tan soóo 16 mil años existiendo), pero confiando en sus estudios, aceptemos lo que aseveran y disfrutemos de esas extrañas mesetas, rodeadas por un sinfín de ríos, arroyos y cascadas entre la tupida selva de lluvia (rain forest)”, terminé evadiendo el tema.  

Las espectaculares cascadas que se desprenden de las alturas parecerían inverosímiles si no se consideraran las enormes cantidades de lluvia que reciben allá arriba en sus extensas superficies planas, siempre coronadas por las eternas nubes, que les dan un cierto aspecto de misterio. De hecho, en el Auyán Tepuy es donde se desploma la catarata del Ángel, la más alta del mundo con sus 979 metros de caída libre.

Escalar las paredes verticales es todo un reto que se deja a los expertos. Varios días se requieren para hacerlo con ayuda de guías pemónes regionales. Tan sólo caminar ahí en la cima es sumamente difícil, porque en los eónes transcurridos en la superficie de nuestro siempre cambiante planeta, grietas y montículos han sido labrados en la roca, haciendo verdaderos laberintos extremadamente peligrosos.

N.B. Como nuestra experiencia con Cacao Travel en Caracas, y la infatigable Beatriz Voelk beatriz@cacaotravel.com fueron excelentes, me permito recomendarlos. ¡Que la gocen…!

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