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Libertad restringida

Las aventuras de las vacaciones de verano de Ana, Iván y su hijo adolescente Nicolás

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA, JALISCO (17/AGO/2013).-Las vacaciones de verano que hacen Ana, Iván y su hijo adolescente Nicolás cada año a San Antonio, son el punto máximo de diversión y descanso de la familia. Los años anteriores a 2012 manejaban en su impecable y cómoda MDX 2005 desde Guadalajara hasta el sur de Texas, pero la inseguridad en las carreteras mexicanas los ha obligado a volar desde el año pasado.

El primer inconveniente de no llevar la camioneta, es la necesaria renta de un vehículo para los 10 días de estancia. Un subcompacto, o hasta un sedán mediano se salen de los planes. Ya saben que el shopping se pone a todo lo que da en San Marcos, así que una cajuela grande de SUV es la medida exacta (y unos cargos por equipaje adicional en la aerolínea, cómo no).

Para los que tengan experiencia rentando vehículos en la capital mundial de los freeways, en el sitio de Internet publican la foto de un modelo para el segmento deseado, con unas pequeñas letras que dicen más o menos así: “O similar”. En teoría, similar es algo muy parecido a lo que se publicita, pero en el mundo automotor resulta una falacia de seis carriles en ambos sentidos.

Ana, que es la verdadera mandona en los temas vacacionales de la familia, había decidido ir por el segmento de SUV medianas, con una Hyundai Santa Fe como ejemplo; “or similar”. ¿Qué tan similar podía resultar una opción diferente a esta coreana? Pues si se trataba de otras orientales, como una Mazda CX5, Nissan Rogue, tal vez una Honda CR-V. La cosa se veía bastante aceptable.

Cuál va siendo la sorpresa de la familia, cuando su Hyundai Santa Fe se convirtió en una Jeep Liberty. La emoción del inicio de la vacación, el cansancio del viaje con escala en la Ciudad de México y la prisa por llegar de inmediato a la tienda más cercana, dejaron los reclamos para mejor ocasión. Además, un pequeño salto de fe no estaba de más, tal vez tuvieran la suerte de tomar una Liberty que sí funcionara.

Esto sucedió un jueves por la tarde. El viernes, tras una visita al Centro de San Antonio y poca actividad de transporte, la Liberty seguía en una sola pieza. ¡Ya sólo faltaban 8 días!

El sábado a primera hora, tomaron rumbo al norte por la I-35 con destino al Outlet de San Marcos. Estacionaron su medio de transporte en un lugar estratégico para ir y venir de las tiendas con las bolsas llenas, y permanecieron ahí por unas seis horas. A las 5 de la tarde, con las carteras exprimidas, el romano con el rostro desfigurado y mucha hambre, colocaron las últimas compras en la cajuela, y ahí comenzó la pesadilla que se imaginaron dos días antes: la Liberty había decidido no arrancar.

Los conocimientos de mecánica automotriz de Iván son de limitados lo que sigue; no supo hacer nada, más que pedir ayuda a cuanto amable pasara por enfrente. El ángel de la guarda que los había abandonado cuando les entregaron la Liberty, les mandó a un par de expertos que echaron a andar la camioneta. ¿Cómo? Ni idea, pero prendió.

Raudos y veloces tomaron la carretera de regreso hacia las oficinas de la empresa arrendadora de autos. “Tengan su camioneta, no prende y no la queremos”. Nuevamente, Ana fue la voz cantante, y entre sus encantos femeninos, combinados con una convicción que da miedo, exigió el cambio inmediato de la unidad por una japonesa. Punto. En pocos minutos, una Mazda CX5 hacía su llegada triunfal. Bajaron las bolsas de la Liberty, las subieron a la Mazda y huyeron sin siquiera haberle vuelto a llenar el tanque a la Jeep, que por cierto ya había apurado más de un cuarto de su capacidad de almacenamiento.

Sobra decir que el único momento cumbre de la CX5 fue el viernes siguiente, cuando le llenaron el tanque, que aguantó otras dos idas a San Marcos y numerosas visitas por toda la región de San Antonio.

La vacación llegaba a su fin, pero les tenía deparada otra sorpresa. Esta vez no la padecieron, más bien fue una anécdota, pero terminó por hacer de su viaje, uno de los mejores.

Al entregar finalmente la Mazda CX5 en las instalaciones de la empresa con nombre de moneda comercial de billetes verdes, se toparon con una vieja conocida: La Liberty que los había dejado tirados. Y lo más hilarante de todo fue la escena que la acompañaba: una familia de paisanos mexicanos, con la cajuela a tope de bolsas, maletas y hasta hieleras, estaba “mudando” su carga de la “troca del terror”, a una Ford Escape. ¡La había vuelto a hacer! Deja vú, pensaron, con una sonrisa de oreja a oreja, antes de regresar al avión, contentos por haber dejado atrás a lo “similar”.

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