Miércoles, 16 de Octubre 2024
Suplementos | Crónica. Vanesa Robles

La Procuraduría de las flores

En la calle 14, los delitos se describen en una mesa de víctimas colectiva, con flores móviles y temblorosas en las manos de los denunciantes

Por: EL INFORMADOR

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GUADALAJARA, JALISCO (16/DIC/2012).- El ser divino que le dio la voz a Ana Gabriel debió estar pensando en la sala de denuncias de la Procuraduría General de Justicia de Jalisco (PGJEJ), en la Calle 14 de Guadalajara. Acá adoran a la cantante y ya se hicieron de toda su colección de rancheras. No se sabe si para animar o torturar las víctimas del delito. Se cree que fue con buenas intenciones.

Lo curioso es que en la Procu no le hacen justicia a la Gabriel. El vocerrón ronco y potente que el poder superior le dio se oye achicado por el volumen del reproductor, que lo vuelve un sonsonete tedioso; una queja inacabada que de cuando en cuando se interrumpe con el llanto, el jadeo, el hipo de un mártir de la inseguridad pública local.

Por eso casi nadie aprecia el arte que hay por ejemplo en las letras de Qué manera de perder: “Pero si yo ya sabía/ que todo esto pasaría/ cómo diablos fui a caer”, que combina bien con ambiente de la Calle 14.

Con los dolientes la Procuraduría tiene este y otros detalles, sin contar con que, recomiendan ahí mismo, interponer una denuncia durante las primeras horas de la mañana es muy agradable, porque los que atienden se encuentran de buen humor.

Los que atienden no son policías judiciales o no lo parecen. Los policías judiciales usan unas gafas negras, polarizadas, pegadas a la nariz y cargan un radio negro que se antoja pesado como un cadáver. Los oficinistas de adentro, en cambio, tienen la mirada más transparente y el espíritu más ligero.

Así, de buenas, los del módulo de Atención Ciudadana escuchan los lamentos de los recién llegados, les reparten una hoja machote para que escriban en ella qué los trae por acá y los invitan a apoyarse en la mesa de denuncias.

La mesa de denuncias es un concepto literal, excepto porque no es una, sino dos mesas, cada una de un metro y medio. Como los que han llegado el tercer mediodía de diciembre no son uno ni dos sino alrededor de catorce, no tienen más remedio que compartir el espacio y pegar las extremidades superiores a las costillas para evitar los codazos con los extraños, que de por sí vienen apesadumbrados e intentan concentrarse para escribir sus propias denuncias. Porque los catorce alrededor de las mesas no se conocen ni llegaron en bola. Cada quién viene a lo suyo.

Y lo de cada quién en esta oficina es denunciar que un pariente desapareció, que ayer se recibió una amenaza de muerte, que un policía abusó de su “charola” y sus manos, que se participó en un choque sangriento. Hay uno en la mesa que salió lesionado durante un pleito de cholos en Huentitán. Otro llegó a su negocio esta mañana, sólo para enterarse de que ya no tiene negocio. En los casos menos dramáticos están perdidas las escrituras de la casa, las placas del coche o el teléfono celular.

Los detalles de las desgracias se pueden saber en una pasada por las mesas de denuncia, que están a la izquierda de la entrada de la Calle 14, a la vista de las decenas de almas acongojadas que diario visitan la Procuraduría.

Estos detalles se escriben codo a codo con alguien a quien jamás se ha visto y probablemente nunca se volverá a ver, mientras la voz de Ana Gabriel suelta ahora: “No quieras tú robarme/ lo poquito que me queda”.

En persona o desde las agencias del Ministerio Público que hay en Jalisco, a la Calle 14 llega la mayoría de las casi 240 denuncias que se interponen diario ante la PGJEJ.

Podría decirse que los empleados acá son y no afortunados. No deben trabajar las marchas forzadas que implicaría una cultura de la denuncia, pues en Jalisco ocho de cada diez delitos permanecen en silencio, según las estimaciones del Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad (ICESI).

Lo malo para ellos es que incluso así, las denuncias han aumentado en los últimos años.

En 2011 se supo de nueve mil 600 robos más que en 2007 y tres veces más homicidios dolosos y más del doble de secuestros, a decir de la propia Secretaría de Planeación de Jalisco.

Por suerte a los que comparten mesa y música no les tocó homicidio esta vez, es obvio. De lo perdido lo ganado; mientras otros están muertos, ellos pueden estar aquí, escribiendo: “Fulano no ha llegado a la casa desde el domingo. Mi mamá tiene miedo de que…”, mientras oyen: “Ya sé que es imposible/ que aceptes la verdad”, que en algunos momentos se puede apreciar bastante clara, gracias a que a ratos y sólo por unos segundos la sala de denuncias de la Procu enmudece por completo, como si el ser divino bajara el switch para que todos escuchen a Ana Gabriel.

El que inventó las flores de plástico también debió pensar en la sala de denuncias de la PGJEJ.

A un trabajador —a González, imaginemos—, debió ocurrírsele que son muy poco amables y hasta feas las plumas bic de punto grueso disponibles en la institución para entintar las desgracias del día. Otro día, hemos de suponer, al mismo González se le ocurrió disfrazar a las plumas.

Alguien se lanzó a comprar las flores de plástico. Compró margaritas, aunque en el montón se fue una orquídea. Es posible que aquel mismo día varios empleados administrativos se dieron a la tarea de pegar las flores en un extremo de las lapiceras. Como no había con qué, las pegaron con cinta canela de la que en las películas usan los malos para amordazar a los inocentes.

El resultado fue que hoy en la Procu no hay una sola pluma bic de punto grueso que no esté coronada por una margarita. Y entre todas hay una exótica orquídea morada, ya se dijo.

Hoy, los más terribles delitos de Jalisco se describen en una mesa de víctimas colectiva, adornada con las flores móviles y temblorosas que reposan en las manos de los denunciantes. Margaritas de 72 pétalos amarillos o blancos bañados con gotas de silicón que simulan el rocío de la mañana, esponjosos estambres cafés, tres sépalas verdes, un pedúnculo de cinta canela y un tallo plástico.

Las margaritas y la orquídea crean la ilusión plástica de que las cosas marcharán mejor una vez que las víctimas hayan dejado su denuncia en un recibidor que se llama Oficialía de Partes.

No es hasta que uno oye, de la voz de Ana Gabriel que resalta porque el divino bajó el switch: “De mí ya ni te acuerdas/ Se te olvidó que existo…”. La canción se llama Te llegará mi olvido. El divino debió ponerla acá para recordarnos que en Jalisco se concluye sólo 9% de las investigaciones que comienzan en esta oficina, de esa cantidad se cumplirá apenas con la mitad de las órdenes de aprehensión, afirma el Reporte de Indicadores sobre la Calidad de Vida 2012, que en ningún lado habla de margaritas y de música ambiental.

Tapatío

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