Martes, 26 de Noviembre 2024
Suplementos | Un amigo me regaña cada vez que expongo estas quejas

Éxodo

Un amigo (que, convenientemente, vive en Europa), me regaña cada vez que expongo estas quejas

Por: EL INFORMADOR

Cuando la zona cercana a casa se ha transformado en un bullicio, es tiempo de buscar la tranquilidad. EL INFORMADOR / ARCHIVO

Cuando la zona cercana a casa se ha transformado en un bullicio, es tiempo de buscar la tranquilidad. EL INFORMADOR / ARCHIVO

GUADALAJARA, JALISCO (16/OCT/2016).- Estoy por mudarme de domicilio. Sigo, como un pato antes del invierno, una corriente migratoria que inició hace unas semanas mi amigo Andrés, quien fue el primero en levantar el vuelo del céntrico barrio en el que varios cuates hemos coincidido durante los años recientes (Édgar se fue antes pero por motivos de trabajo y a un lugar tan complicado como el ex DF, por lo que su situación es otra). Sé que otros seguirán nuestro ejemplo en el corto plazo. Así, lo que fue una comunidad reunida en un radio de diez calles pasará a ser una con estaciones como las del Tren Ligero, a kilómetros de distancia unas de otras. Llego, ahora, a lo fundamental: ¿Por qué nos vamos?

Pues porque la gentrificación no es solamente la palabra más fea del idioma periodístico y académico actual, sino una realidad bastante molesta. Tener el domicilio rodeado de bares, tapas, micheladas, puertos ciclistas, oficinas creativas y buenaonda, conciertos gratuitos al aire libre, desfiles de toda clase, etcétera, suena celestial y súper, hasta que te sucede a ti. “Me encanta tu barrio porque hay tanta cosa que se siente uno en Nueva York”, me dijo hace poco un conocido que no tiene un gran sentido de la proporción. Lo que olvidaba es que los bares, las tapas y las micheladas ignoran los reglamentos sobre decibeles de ruido y que sus clientes piensan que cada metro cuadrado de calle les pertenece, por derecho, como estacionamiento, así bloqueen cocheras o se lleven por delante el arbolito al que uno, neciamente, se empeña en conservar. Un caso similar es el de las oficinas creativas y buenaonda, de las que siempre hay un perro inmenso como caballo (y sin correa, porque su alma es libre) que salta como lobo hambriento de sangre para perseguirlo a uno, que osa pasar por allí con su perrito bien enjaezado (luego, claro, esas almas libres andan en carteles: “Estoy perdido, ayúdame a volver a casa”).  Se le olvida que los festivales al aire libre son una maravilla en cuanto a política cultural y social, pero también son un faro de atracción para todos aquellos que quieren beber en la calle sin cortapisas y que, como son libres y felices, han decidido que el mundo entero es su mingitorio (eso incluye, claro, el muro de la casa de uno y el pie de los neumáticos de su automóvil). Los puertos ciclistas, al menos, todavía no han dado ninguna clase de problema.

Un amigo (que, convenientemente, vive en Europa), me regaña cada vez que expongo estas quejas, que él llama “de colono” (y aún no sé si, en el fondo, eso quiere decir “de colonizado”). Claro: en su querida y maravillosa Berlín, hay unos policías armados como Robocops que caen encima de quien decide que un bar se convierta en una bocina atronadora en la madrugada y le quitan la electricidad. Aquí las autoridades suelen reírse de quien se queja de cosas así (“No ve cómo estamos y usted se queja del ruido”, me dijo un policía hace tiempo). Y la solución que ofrecen los apologistas del caos, como mi amigo berlinés, es simple y cruel: “Si no te gusta, múdate”.

Pues eso. Mudarse. Quizá sea la vejez, que lo amarga a uno. Quizá los años lo convierten en ese vecino que ponchaba la pelota de los escuincles que la pateaban a su casa y rompían un vidrio. Irse a un barrio tranquilo, con planes parciales que no permiten más que el uso habitacional, es un poco como jubilarse. Lo entiendo. Pero cuando duerma al fin sin arrancones de auto ni la Mega Banda Dinoplatívolo a todo volumen, me importará muy poco.

Tapatío

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones