Entre las piernas

GUADALAJARA, JALISCO (11/DIC/2010).- La noche del miércoles pasado fui a la presentación del libro con el que se conmemoran 50 años del Teatro Experimental de Jalisco (TEJ).

Apenas unos días antes, el sábado 4 de diciembre para ser precisos, vi el ejemplar que alegremente presumía -por así decirlo- mi amiga Laura (una muchacha harto “chambiadora” que vive apasionada por el teatro), quien también participó con un trabajo de investigación en dicha edición.
Me gustó el libro. El tamaño. La tipografía. Las imágenes. El tipo de papel. Pero no me agradó para nada que en la portada el título del ejemplar apareciera con letras en terciopelo... si bien el terciopelo puede ser “de caché”, como que no se me hizo bonito, aunque es divertido pasar los dedos de la mano rápidamente por encima de las letras.

Ese día, Laura me recordó que me diera una vuelta para la presentación del libro el miércoles. Fui. Les dije a Lalo y a la Güera que fuéramos, porque pensé que podría estar bueno el evento. Llegamos cuando ya había comenzado la proyección de un documental a propósito del aniversario del teatro. Lourdes González, coordinadora de Artes Escénicas y Literatura, nos dijo que había lugar en la parte de abajo, pero que por alguna extraña razón la gente se estaba amontonando cerca de la puerta. Así que nos fuimos a la parte superior.

Hace mucho que no subía ahí. Cuando ingresamos por la primera puerta, me acordé de la última vez que estuve en ese sitio. Vi tres veces la obra Jennifer, una sombra en la oscuridad, bajo la dirección de Saúl Meléndez, invitado por la Compañía de Teatro de la Universidad de Guadalajara. Probablemente eso ocurrió hace una década... Me gustó mucho la obra, porque me daba la impresión de que era una viñeta de cómic extraída a la realidad. Los personajes eran oscuros y había algo de crudeza en el contenido de la historia. Recuerdo que a pesar de que duraba más de dos horas, no podía despejar mi atención del escenario.

La obra contaba con las actuaciones de Carlos G. Cacho (Jennifer), Ana Elisa Fernández (Jenni), Abelardo Ferré (Admanzo), Héctor Caro (La Tota), Antonio Navarro (Rodolfo), Montserrat Díaz (La Alce), Susana Romo (Surya) y Sergio Mendoza (Cinturita, Sombra y Vigilante).

También me senté en aquella parte del teatro una vez que fui a ver Libérese ese, Mockinpott, de Peter Weiss, con la dirección de Fausto Ramírez. He buscado la fecha en que se presentó el montaje, pero no puedo encontrar nada. Sólo creo que probablemente fue en 1995.

Por aquellas fechas hacía mis prácticas profesionales en El Occidental y según yo, escribí una reseña de la obra, la cual por cierto no he vuelto a ver y espero no verla nunca (seguro habrá estado medio mala).

Ese mismo año fui al TEJ -en varias ocasiones, también- a ver Los niños de sal, obra de Hernán Galindo, dirigida por Moisés Orozco. Un trabajo espectacular que me hizo llorar a moco tendido una y otra vez hasta el cansancio. ¡Es de mis favoritas!

Mis recuerdos fluyeron mientras se proyectaba en la sala el documental y entonces pensé que estaba en la celebración del cumpleaños de un amigo cercano, porque creo que quienes hemos estado en el Teatro Experimental de Jalisco, arriba del escenario o sentados en las butacas, tenemos una conexión especial con el espacio. Me encanta el TEJ, lo siento como mío, aunque no lo conozco todo.

Me hace feliz estar rodeada por sus paredes, me emociona saber que por ahí han transitado miles de historias, las que vemos sobre el escenario, las de aquellos que actúan para nosotros y las propias. Es un buen amigo este teatro, aunque lamento que a la celebración no hayan ido tantos teatristas como supuse  que irían.

En fin. Hoy no tengo el libro, ni el documental que se proyectó (que por cierto creo que no es la mejor producción que he visto), pero sí siento frescos en mi memoria, muchos recuerdos felices en torno al Teatro Experimental de Jalisco.

lexeemia@gmail.com